Estamos entrampados en la lucha del dólar contra el pueblo pobre, el que tiene que hacer maromas y todo tipo de artilugios para la subsistencia. El Sueldo no está anclado al ½ Petro como se había acordado inicialmente y eso tiene que corregirse para que la economía de los que menos tienen pueda tener viabilidad, se entiende que el carnet de la patria está ayudando en algo a los más desposeídos, pero no es suficiente, porque no alcanza para un kg de queso y un cartón de huevos, en realidad no se puede satisfacer la primera necesidad básica: la alimentación.
La estrategia del enemigo político es que reviente el barril de pólvora, haciendo un símil en relación a que el pueblo enardecido salga a la calle para que reedite el Caracazo de 1989. Cuestión esta que no ha sucedido y por consiguiente ha desmoralizado a los gringos y sus secuaces opositores al gobierno de Nicolás Maduro. Sin embargo, es el noble pueblo el que está padeciendo ingentes necesidades que lo agobian y anda desesperanzado porque no se toman las medidas que todos en Venezuela saben que tienen que tomarse.
Ya debe entenderse de una vez por todas que la marea roja solo debe movilizarse para dos cosas puntuales, para el entrenamiento militar y para salir a la calle como uno solo a controlar a las bandas de ladrones en que se han constituidos los comerciantes y empresarios en este país. Ya basta de estar llamando a marchas que solo sirven para demostrar fuerza, pero que le falta el impacto decisivo que es organizar a los chavistas para que sean los que garanticen el control de precios. Si eso no se hace, cualquier esfuerzo que realice el camarada Nicolás Maduro, será baldío y los venezolanos seguirán viendo que el mostrar musculo con las grandes marchas y concentraciones que se realizan no basta para que el gobierno tenga éxito en cualquier política económica que emprenda. Se requiere ser audaz, que el pueblo organizado salga a las calles a controlar a sus enemigos que lo quiere matar de hambre.
Con las movilizaciones semanales, como acostumbra realizarlas el camarada Diosdado Cabello, quien se baña en la marea roja, con ese pueblo rojo rojito que no ha declinado, ni piensa declinar al ideario bolivariano y chavista, con esos compatriotas es con quien hay que salir a dar la batalla: revisar precios, controlar almacenes, determinar la producción de las grandes empresas y sus inventarios, todo un trabajo sistematizado que garantice la confianza que el pueblo le ha dado a su dirigencia, al PSUV a los partidos aliados y al gobierno nacional.
Así como en las comunidades las UBCH tienen el control de la militancia, así mismo el PSUV y sus dirigentes deben coordinar los grupos de militantes, simpatizantes y amigos que debemos salir los fines de semana a una gran batida nacional contra las estructuras del comercio y producción que se han constituido en mafias acaparadoras y que manipulan los productos que están en los anaqueles, y que el pueblo no puede adquirir, lo que le crea desconcierto, carencias y lesiona la autoestima revolucionaria.
Con la pretendida dolarización de la economía, por la arremetida diaria del dólar “negro” a la economía nacional, hoy día los mercados y comercios están abarrotados de todos tipos de mercancías, pero son incomprables para quienes dependen de uno, dos, o tres salarios mínimos, que requieren obtener una canasta básica aceptable y no la pueden adquirir. Contra esa gente es que el pueblo resiste, son los enemigos que enfilan sus baterías para postrar la economía del país e intentan aferrarse al poder político con la simple intención de seguir explotando a los venezolanos y las riquezas de la tierra prodigiosa que nos ha bendecido con grandes cantidades de recursos naturales renovables y no renovables, que apetecen con ansiedad los gobiernos de Estados Unidos, sus aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), los escuálidos latinoamericanos y las grandes corporaciones que los sustentan.
La estrategia que implementa el gobierno de instalar mercados a cielo abierto, establecer los precios reales y llevar un aliento a quienes se sienten asediados, por el ataque a la moneda nacional, es la medida que mantiene a la población alerta para seguir resistiendo. Los Clap son un aliciente a los cuales les hace falta el complemento del control de precios para que en este país se empiece a observar la normalidad que los facinerosos escuálidos le han quitado desde el año 2013.
Es indudable que la presión económica va dirigida al pueblo, al de a pie, aquel que tiene que salir a montarse en una unidad de transporte para ser vejado por el chofer de la unidad de transporte y su colector sino tiene los Bs.S 1.000,00 para pagar el pasaje. Por ejemplo un viaje en busetas o camionetas de Caracas a Tinaquillo, Estado Cojedes, ida y vuelta, cuesta un salario mínimo, es decir Bs.S 40.000,00, en carros por puestos cobran en dólares. Nadie toma las acciones para enfrentar este asalto sin pistola. Se requiere que en las regiones y la capital de la república se instalen líneas de transporte del estado venezolano que mantengan los precios de los pasajes de acuerdo a la realidad socio-económica y no en función del aumento desmedido de un dólar de papel que no tiene sustento técnico ni económico.
En fin contra el alza desmedida del dólar criminal, del aumento de los precios de los productos que requiere la población, contra esa inflación, queda tomar las siguientes opciones: 1.- el uso del poder político del pueblo para enfrentar a la contrarrevolución, cuyos enemigos quieren exacerbarlo para que se vayan en franca lucha contra el gobierno nacional. 2.- Respaldar la moneda en base al Bolívar Soberano–Oro, como lo propone la Dra. Pascualina Curcio, entre otros y otras economistas venezolanos y venezolanas, para enfrentar, junto con China y Rusia, al Dólar respaldado en el papel fiduciario.
En consecuencia, la parte más sencilla para llevar a cabo el control de la economía nacional es la de pasar a la ofensiva alzando a la marea roja (PSUV + POLO PATRIOTICO) para presionar a favor del pueblo y todos aquellos afectados, a quienes les sacan los dineros del bolsillo, por la evasión del control de precios de los productos; y con esa acción se contrarresta toda inflación inducida que quiera acabar con la revolución bolivariana.