Muchos temas en el tintero tengo, en esta obligada ausencia producto de tareas y compromisos ineludibles y que estas nuevas circunstancias me han puesto, pero que las asumo sin ningún tipo de quejas. Y vaya que hay temas que desarrollar.
Indudablemente, y en cumplimiento del artículo 323 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, el Jefe del Estado Nicolás Maduro ha procedido a la convocatoria del Consejo de Defensa de la Nación, para conducir, como él mismo lo ha expresado, de forma colectiva y en unión cívico-militar, la actual coyuntura de graves amenazas por parte del gobierno guerrerista de Colombia en contra de Venezuela.
En varias oportunidades nos hemos referido a la figura constitucional del Consejo de Defensa de la Nación (CODENA), por lo que si las circunstancias ameritan a que nos volvamos a referir sobre el tema, pues lo volveremos a hacer.
Indudablemente el presidente Maduro instruyó a las REDI de Los Andes, REDI Occidente y REDI Guayana, para acelerar los pasos para activar con pasión, disciplina y fuerza patriota la Alerta Naranja en un 100%. Estamos en un momento de defender la soberanía nacional y afinar todos aquellos mecanismos que garanticen la paz y soberanía de la Patria Matria.
Así como también tenemos alguna información fresca sobre el tema de Guyana, donde en próximos artículos procederemos a hacer las revelaciones correspondientes.
Pero no es de esos temas a los que quiero referirme en la presente toma, si no en uno que es poco tratado y mencionado, pero que para el ciudadano y ciudadana de a pie es muy importante, debido a que lo afecta en su cotidianidad.
Me refiero al incremento desmesurado e inmisericorde de los precios en alimentos, medicamentos, bienes y servicios que sostienen la calidad de vida de la población. Y en ese sentido, consumidores unidos nos han llamado a organizarnos para participar en una verdadera guerra contra empresarios y ladrones que confiscan nuestro poder adquisitivo y primeros desestabilizadores de nuestra tranquilidad y afectan nuestra psiquis.
En ese sentido, nos han invitado a una gran jornada de boicot por el período que va desde el 9 de septiembre hasta el 22 del corriente, como lo harían otros países del mundo que no tienen una tradición precisamente socialista.
Indudablemente en Venezuela tenemos poca cultura del boicot, debido a la idiosincrasia propia de nuestro pueblo. Además de ello, la guerra económica ha sido diseñada de tal manera, que hasta las alternativas de rubros y productos para poder realizar una campaña de estas características también han sido incrementados en sus precios.
Sin embargo, apelo aquella máxima de Simón Rodríguez, cuando nos señaló: “O inventamos o erramos”, al igual que a José Carlos Mariátegui cuando nos señaló: “El socialismo indoamericano no debe ser calco ni copia, sino creación heroica”.
Indudablemente en estas actuales circunstancias, donde existe una total inoperancia de muchas instituciones, y en especial del Ministerio del Poder Popular de Comercio Interior y una fulana Superintendencia de Defensa de los Derechos Socioeconómicos (SUNDEE), el pueblo debe, desde sus poderes creadores, buscar alternativas para contrarrestar las agresiones económicas a las que es objeto todos los días.
Y debemos tener en cuenta que Nicolás Maduro no puede resolvernos este problema. Esta cargando con un enorme peso histórico (el mismo que le tocó cargar a Hugo Chávez durante casi 14 años) y nos corresponde a nosotros organizarnos y hacer realidad los derechos y deberes consagrados en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
El artículo 114 del texto constitucional señala que el ilícito económico, la especulación, el acaparamiento, la usura, la cartelización y otros delitos conexos serán penados severamente de acuerdo con la ley. Y es ahí donde como poder popular organizado debemos preguntarnos: ¿Qué hemos hecho nosotros para exigir a la Asamblea Nacional Constituyente para que legisle sobre esta materia? ¿Por qué no le paramos a esto, que es parte de los tantos legados que nos dejo Hugo Chávez?
Si todos compramos un cartón de huevos en 65, 70, 75 y 80.000 bolívares, estamos contribuyendo para que los especuladores nos sigan aumentando. De ahí que la campaña que nos han convocado a través de las plataformas tecnológicas y redes sociales digitales a la campaña del huevo, como la han llamado coloquialmente, a no comprar por lo menos durante esta semana ese producto.
Asimismo, nos invitan a participar a la guerra del tomate (me enteré que en Ciudad Guayana está a 42.000 bolívares el kilo), y en otros lugares está en 15, 20,25 y 30.000 bolívares. Todo esto a partir del 9 de septiembre de 2019.
No hay nada que le duela más a un especulador que tocarle el bolsillo y que pierda su mercancía. Además de la cárcel. Pues bien, que el pueblo los boicotee y que esos productos se les pudran hasta lograr el descenso de los precios. Es una tarea harto difícil y complicada, más no imposible.
Si el pollo, la carne, el queso, la leche o el pescado siguen subiendo (y no como el PSUV precisamente, como lo expresa una buena canción de Chucho, el mismo de la “Constituyente va”), pues NO HAY QUE COMPRARLOS, así de simple. Hay que incorporarse a esta batalla contra los bachaqueros usureros.
Pero de nada vale todas estas reflexiones si no mostramos algunos datos. Y es ahí que en las líneas casi finales de este artículo, difundir la siguiente información.
En las primeras 12 horas del llamado al boicot del huevo, se ha logrado evidenciar la caída en el consumo de esta proteína animal en casi un 75% con respecto al día lunes de la semana pasada. La información que me pasan del municipio Caroní en el estado Bolívar (Pto Ordaz y San Félix), es que especuladores, digo, comerciantes preocupados por esta iniciativa popular, buscan alternativas para incentivar las ventas, bajando los precios en esa zona a 80.000 bolívares (un precio exageradamente alto con respecto a otras zonas del país, pero es un buen comienzo).
Pues entonces si es así, que siga la presión, porque si se puede.
No olvidemos que solo el pueblo salva el pueblo.
Y recordemos que más allá de discusiones bizantinas, el momento exige respuestas rápidas, oportunas y pragmáticas. La praxis que no es más que la congruencia entre el decir y el hacer.
Y que entendamos de igual manera, que no podemos buscar soluciones superestructurales a problemas estructurales. A veces la cosa es más sencilla de lo que pensamos. Solo basta la combinación del querer con los recursos con los que se disponen.
Y ojalá, Dios quiera, que este sea el inicio de un 13 de abril en lo económico, como aquel inolvidable año 2002, cuando el pueblo venezolano, sin direccionalidad política, salió a las calles, pasándole por encima a cuanta dificultad y amenaza, para rescatar al Comandante Chávez, hasta que lo logró.
“El hombre y la mujer que ponen el corazón en lo que hacen, consiguen recursos donde los incapaces se dan por vencidos”. Federico II de Prusia.
¡Leales Siempre! ¡Traidores Nunca!
¡Independencia y Patria Socialista!
¡Viviremos y Venceremos!