Escribo este artículo, más bien una nota, en la ruta. En los últimos días he realizado un recorrido desde Mérida, por el Sur y la Costa Oriental del Lago, hasta Maracaibo. Pasando por El Vigía, Caja Seca, La Ceiba, Mene Grande, Cabimas, entre otras poblaciones. Hemos visto realidades, hemos escuchado a un pueblo que resiste en medio de grandes dificultades, hemos conversado y discutido con el poder popular organizado y también con el trabajador, el vendedor de carretera, el pequeño comerciante, las maestras y los estudiantes.
El propio pueblo se pregunta, cómo se aguanta una situación tan difícil como la actual. Las respuestas son múltiples: resignación, miedo, conciencia, confianza en que lograremos superar este momento, que Venezuela es grande y la vamos a sacar adelante.
Yo concluyo que la conciencia acerca de que la Independencia y la dignidad de la Patria no son negociables; que una guerra es lo peor que nos puede pasar y la confianza, que viene de la profunda Fe de nuestro pueblo y su conocimiento de las potencialidades que tiene Venezuela, en que vamos a salir bien librados y vamos a lograr un buen porvenir.
Por encima de las desviaciones, que las situaciones caóticas profundizan, como el contrabando, la corrupción, la explotación y la miseria humana, me quedo con las virtudes de las maestras que van caminando kilómetros a dar clases; con la madres cocineras cocinando a leña; con la alegría de los niños y niñas celebrando el Día de la Resistencia Indígena; con el Teniente de la Guardia combatiendo con firmeza las mafias en las colas para abastecer gasolina; con el mediano productor que está vendiendo un tractor, pero no para irse del país, sino para sembrar más; con la familia emprendedora que montó una taguarita para vender comida en la carretera; con el pequeño comerciante que saquearon meses atrás y que volvió abrir con las vidrieras rotas; con el empresario que mantiene su empresa funcionando; con un grupo de nuevos bachilleres entusiasmados con su próximo ingreso a la Universidad de Los Andes; con los comuneros y comuneras que producen y auto gestionan en medio de la situación; con los comunicadores populares empeñados en explicar las causas de los problemas y defender el legado programático de la Revolución Bolivariana; con servidores públicos asqueados de la corrupción y con ganas de luchar contra ese flagelo; con académicos y técnicos que aportan propuestas de soluciones; con las bases del chavismo que perseveran por el camino de Chávez.
Todos ellos y ellas existen, los conocí, los abracé, les reconocí. Ellos y ellas son la semilla que se abrirá paso entre el lodazal, para que germine la Patria buena donde vamos a caber todas y todos con igualdad, justicia y dignidad.
Hay que reconocer los problemas que la confrontación y la agresión han generado, para poder evidenciar la grandeza del pueblo que la sufre y la resiste, pero no se corrompe, ni se entrega, ni se rinde. ¡Honor y gloria al digno pueblo de Venezuela!
Sigo por el camino, rumbo a Caracas, con la firme convicción de que el pueblo vencerá, la Patria vencerá. Dios mediante, así será.