Probablemente no exista actualmente en el mundo un pueblo con mayor conciencia de su papel protagónico en la transformación social económica y cultural de su país que el pueblo venezolano; y por pueblo entendemos, siguiendo a Vladimir Acosta (1), al conjunto humano formado por la parte absolutamente mayoritaria de la población que, dentro de la estructura de clases de Venezuela, ha vivido explotada por una minoría dueña de los medios de producción y del poder político, sin posibilidad de acceso a una vivienda digna, ni a las demás dimensiones que forman parte del modo de vida moderno, como la salud y la educación integral.
Parte de esta nueva conciencia es el comportamiento cívico y disciplinado ejemplar, demostrado a través de los hasta ahora 24 procesos electorales nacionales celebrados desde 1998 a esta parte, así como durante los reiterados intentos de la derecha golpista y terrorista de alterar el orden constitucional y la convivencia democrática del país, entre los que se incluye el golpe de estado del 2002, y múltiples guarimbas y sabotajes a nivel nacional.
De especial relevancia resulta este comportamiento cívico -disciplinado y pacífico, pero siempre dispuesto a la defensa del gobierno que los representa, y de los logros políticos y sociales de su revolución- durante el sabotaje masivo del sistema eléctrico que sufrió el país entre el 7 y el 10 de marzo de 2019. Acto terrorista que dejó al país sin electricidad, sin transporte y sin la mayor parte de los servicios públicos, incluidos radio y TV, durante tres días. Tres días durante los cuales la población, que venía desde hace tiempo sufriendo las múltiples consecuencias del desabastecimiento y la inflación, resultado de las sanciones económicas impuestas al país por EEUU, se recogió tranquila y ordenadamente en sus hogares en espera de que se restableciese plenamente el sistema eléctrico y los servicios públicos, sin que se haya producido ningún tipo de disturbios, y sin que haya existido necesidad de tomar medidas extraordinarias en materia de seguridad pública.
Contrasta este comportamiento si se lo compara con situaciones similares ocurridas en los llamados países "civilizados", situaciones que en ningún caso han llegado en esos países a tener magnitud nacional que tuvo en Venezuela el sabotaje al sistema eléctrico que comentamos. De ocurrir en estos países un evento de esta magnitud, sin ningún tipo de duda los hubiese llevado al caos social generalizado, con innumerables saqueos, incendios, asesinatos, violaciones y destrucción de propiedad. No hay más que recordar aquí el saldo de destrucción dejado, luego de un apagón eléctrico de sólo un día, el 13 de julio al 14 de julio de 1977 en New York, donde en una sola noche un total de 1.616 tiendas fueron dañadas por los saqueos y disturbios, se reportaron 1.037 incendios, registrándose el mayor arresto masivo en la historia de la ciudad, 3.776 personas. y 550 policías fueron heridos, con un costo de daños que alcanzó poco más de 300 millones de dólares.
Hoy, nuevamente, esta conciencia y disciplina del pueblo venezolano se ha puesto de manifiesto con relación al cumplimiento pacifico, ordenado y voluntario, del conjunto de medidas dispuestas por nuestro legítimo gobierno, encabezado por Nicolás Maduro Moros, para combatir la propagación de COVID-19, y atender a la población infectada, medidas que hasta ahora han permitido aplanar la curva de propagación del virus en forma por demás exitosa.
Sin duda, parte fundamental del éxito hasta ahora alcanzado en la contención de esta nueva amenaza, debe ser atribuido al elevado nivel de conciencia política, organización social y disciplina alcanzada por nuestro pueblo a lo largo de estos 21 años de revolución bolivariana, conciencia que es parte fundamental del legado de nuestro comandante eterno Hugo Chávez Frías.
La Patria sigue: ¡Viviremos y venceremos¡
Nota 1: Vladimir Acosta. ALGUNAS CORTAS REFLEXIONES SOBRE LA PARTICIPACIÓN DEL PUEBLO VENEZOLANO EN LA GUERRA DE INDEPENDENCIA. 2014. ISSUU.
https://issuu.com/agn-venezuela/docs/7_algunas_cortas_reflexiones
Probablemente no exista actualmente en el mundo un pueblo con mayor conciencia de su papel protagónico en la transformación social económica y cultural de su país que el pueblo venezolano; y por pueblo entendemos, siguiendo a Vladimir Acosta (1), al conjunto humano formado por la parte absolutamente mayoritaria de la población que, dentro de la estructura de clases de Venezuela, ha vivido explotada por una minoría dueña de los medios de producción y del poder político, sin posibilidad de acceso a una vivienda digna, ni a las demás dimensiones que forman parte del modo de vida moderno, como la salud y la educación integral.
Parte de esta nueva conciencia es el comportamiento cívico y disciplinado ejemplar, demostrado a través de los hasta ahora 24 procesos electorales nacionales celebrados desde 1998 a esta parte, así como durante los reiterados intentos de la derecha golpista y terrorista de alterar el orden constitucional y la convivencia democrática del país, entre los que se incluye el golpe de estado del 2002, y múltiples guarimbas y sabotajes a nivel nacional.
De especial relevancia resulta este comportamiento cívico -disciplinado y pacífico, pero siempre dispuesto a la defensa del gobierno que los representa, y de los logros políticos y sociales de su revolución- durante el sabotaje masivo del sistema eléctrico que sufrió el país entre el 7 y el 10 de marzo de 2019. Acto terrorista que dejó al país sin electricidad, sin transporte y sin la mayor parte de los servicios públicos, incluidos radio y TV, durante tres días. Tres días durante los cuales la población, que venía desde hace tiempo sufriendo las múltiples consecuencias del desabastecimiento y la inflación, resultado de las sanciones económicas impuestas al país por EEUU, se recogió tranquila y ordenadamente en sus hogares en espera de que se restableciese plenamente el sistema eléctrico y los servicios públicos, sin que se haya producido ningún tipo de disturbios, y sin que haya existido necesidad de tomar medidas extraordinarias en materia de seguridad pública.
Contrasta este comportamiento si se lo compara con situaciones similares ocurridas en los llamados países "civilizados", situaciones que en ningún caso han llegado en esos países a tener magnitud nacional que tuvo en Venezuela el sabotaje al sistema eléctrico que comentamos. De ocurrir en estos países un evento de esta magnitud, sin ningún tipo de duda los hubiese llevado al caos social generalizado, con innumerables saqueos, incendios, asesinatos, violaciones y destrucción de propiedad. No hay más que recordar aquí el saldo de destrucción dejado, luego de un apagón eléctrico de sólo un día, el 13 de julio al 14 de julio de 1977 en New York, donde en una sola noche un total de 1.616 tiendas fueron dañadas por los saqueos y disturbios, se reportaron 1.037 incendios, registrándose el mayor arresto masivo en la historia de la ciudad, 3.776 personas. y 550 policías fueron heridos, con un costo de daños que alcanzó poco más de 300 millones de dólares.
Hoy, nuevamente, esta conciencia y disciplina del pueblo venezolano se ha puesto de manifiesto con relación al cumplimiento pacifico, ordenado y voluntario, del conjunto de medidas dispuestas por nuestro legítimo gobierno, encabezado por Nicolás Maduro Moros, para combatir la propagación de COVID-19, y atender a la población infectada, medidas que hasta ahora han permitido aplanar la curva de propagación del virus en forma por demás exitosa.
Sin duda, parte fundamental del éxito hasta ahora alcanzado en la contención de esta nueva amenaza, debe ser atribuido al elevado nivel de conciencia política, organización social y disciplina alcanzada por nuestro pueblo a lo largo de estos 21 años de revolución bolivariana, conciencia que es parte fundamental del legado de nuestro comandante eterno Hugo Chávez Frías.
La Patria sigue: ¡Viviremos y venceremos¡
Nota 1: Vladimir Acosta. ALGUNAS CORTAS REFLEXIONES SOBRE LA PARTICIPACIÓN DEL PUEBLO VENEZOLANO EN LA GUERRA DE INDEPENDENCIA. 2014. ISSUU.
https://issuu.com/agn-venezuela/docs/7_algunas_cortas_reflexiones