(A Humberto Fernández Morán, in memoriam)

El destierro de la inteligencia

Los telescopios acaban de descubrir el país de Urdaneta. Los partes satelitales indican su procedencia lunar. Neil Angstrong predijo al cabo de treinta traslaciones que hay distancias microscópicas más dolorosas que la gravedad universal.

¡Esto es el colmo! Que la agonía mirandina se repita en Estocolmo.

¡Esto me colmó! Que en Estocolmo se haya clonado la pena bolivariana.

Temen los que le temen a la luz, los gusanos de la oscuridad, que la fe ande en mora. Pero los que moran en la fe del Ande, los que fermentan moras en las ánforas del cenit, erguidos sobre los ánimos crepusculares, con la materia gris siempre en ristre, cantan sueños vencedores.

Este país se rajó hace rato y no quedan hilos de sol para remendarlo.

Dame tierra una roca de tu vientre, dame cielo un pan de tus astros siderales. Tienen más luz los inmensos agujeros de la noche cósmica, que las alumbradas oficinas de los despachos enmohecidos.

Abracadabra y cuánto hay pa’ eso, le ganaron a moral y luces cero a veinte antes de empezar la competencia, porque las reglas del juego las abortaron los mediocres de talento, cultores de la trampa. Dios dijo: hágase la claridad, y ellos se conectaron ilegalmente al primer relámpago; privatizaron las estrellas, dieron el amarillo, azul y rojo de ñapa, y saquearon todas las criaturas del citoplasma terráqueo.

Ya tendrán trabajo los que izan medias astas y uno que otro retratista de la farsa. Ya contamos un nuevo monema para el indiscriminado cambalache del obituario oficial: otro título para bautizar callejones y R3, para que la gente nunca sepa quién era el difunto.

¡Qué cosas de este país! Tuvo que venir Neil Angstrong, recién llegado de la Luna a decirle a los lunáticos que no permitamos más que nuestras luces se apaguen de tanta soledad.

¡Qué absurdas paradojas! El subdesarrollo se nos ha metido en el alma como veneno letal. ¿Cómo llamar a la ingratitud? ¿Fuga de cerebros? Tal vez.

Recientemente el mundo despidió los restos de venezolanidad de otro brillante cañadero. Inmediatamente se activó el perverso mecanismo congelante de la hipocresía. Acuerdos de duelo, lamentos partidistas, saludos a la bandera: repugnantes piezas de colección del masdelomismo criollo.

En el gélido mausoleo nórdico, florecido prematuramente, la primavera europea ha dejado fluir brisas de pistilos germinados de polen, que las abejas inquietas van en las posibilidades de vida que la eterna dialéctica extrema en los camposantos. Hasta allá vayamos con pastel de iguana, arepas de maíz, bien calientes, y un ramillete de cayenas y trinitarias puestas en aguas del Maracaibo, intentando que el amor sea reflexión, la pena rectificación, y la esperanza, unos trozos de Luna queriendo regresar.



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Yldefonso Finol

Economista. Militante chavista. Poeta. Escritor. Ex constituyente. Cronista de Maracaibo

 caciquenigale@yahoo.es      @IldefonsoFinol

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