Nos esforzamos por conocer la vastedad del universo. Podemos saber con precisión y bastante certeza cuál es la constitución de las estrellas espaciadas a millones de años-luz.
Con apoyo de la ciencia convencional (física mecánica newtoniana) y la de vanguardia (física cuántica, teoría M, tesis de las fuerzas súper simétricas, teoría del principio holográfico), tenemos conocimiento de la naturaleza atómica y sub atómica de la materia, la constitución molecular de los objetos como manifestación de la materia. Predecimos con exacta precisión los eclipses, los nacimientos y muerte de las estrellas y supernovas, tenemos certero conocimiento de la física interestelar, con tratados y teorías bien fundamentadas de los agujeros negros y los agujeros de gusano, sabemos acerca del ritmo de la contracción y expansión del universo. Pero, paradójicamente, no sabemos nada de nosotros mismos. Pero lo más paradójico y hasta extraordinario por lo sorprendente, es que la gran mayoría, vive "contenta" sin tomarse la molestia de pensar y mucho menos discernir, ¿de dónde viene?, ¿cuál es su verdadera naturaleza?, ¿cuál es la razón de vivir en este mundo y bajo el influjo de determinadas circunstancias?, y ¿a dónde va al ocurrir la inevitable "muerte"?.
Sorprende, como la inmensa mayoría de los humanos puede pasarse la vida sin hacerse estas preguntas tan naturales, y ni siquiera se da cuenta de estas cosas.
Desde que llegamos a este mundo, se nos instruye para que obedezcamos un tratado de leyes morales y éticas, inventado por esta sociedad, cuyo soporte y base ideológica es el ego, personalidad o yo humano que se nutre de los sentidos físicos, los pensamientos abducidos provenientes de la mente concreta y las sensaciones derivadas en emociones, sentimientos y deseos egocéntricos. Así aparece el apego al poder, al dinero y a los placeres. Todo esto desencadena un permanente sufrimiento. Porque, al alcanzar el objeto de nuestros deseos, emerge otro deseo, queremos más y más, escondidos en un pretendido estado de bienestar que nunca lo alcanzaremos.
Ante nuestros ojos la vida se manifiesta en sus infinitas formas y maneras, pero no la "vemos". El miedo no nos deja. La incansable e insaciable lucha por tener, por controlarlo todo nos ciega.
La concepción antropocéntrica de otrora ahora se ha convertido en la percepción egocéntrica de la vida. Se nos olvidó hasta respirar, por lo tanto también se nos olvidó que las plantas, los árboles, son las fuentes del oxígeno necesario para mantener la vida, por ello talamos los árboles, intoxicamos el aire, las aguas y los suelos, perdimos la memoria y convertimos el planeta en un desierto.
.....a veces percibo, que la ocurrencia de acontecimientos significativos que llegan a nuestras vidas, tienen ese propósito: una invitación para que alcemos el vuelo por encima del plano físico, y experimentemos otros colores con los que se viste la vida....