Almería21/06/2020
Hoy se acaba en España la Cuarentena amparada en el Estado de Alarma que tanto complace la Omnipotencia del Sr. Sanchez y su socio.
En la televisión estatal no se cansan de publicitar lo que serán los rasgos de lo que llaman una Nueva Normalidad inspirada por un terror al regreso del Coronavirus.
Ese torpe deseo de cambiar costumbres distintivas milenarias lo vemos reflejado en las fotos de encuentros entre Ministros de Relaciones Exteriores como la de los de Israel y Alemania saludándose tocando codos. Hasta allí la foto no es tan sorprendente porque se trata de un saludo entre señor y vasallo. Estrecharse la mano es un antiguo saludo entre iguales cuyo origen es romano. Me extraña más ver la foto con el mismo saludo grotesco entre el Ministro de Relaciones Exteriores iraní Yavad Zarif y el Ministro de Relaciones Exteriores turco Ahmed Davotoglu.
Asombra que el sometimiento a la Nueva Normalidad haya llegado a ese nivel. Esto después de que el ejemplo de Suecia y otros países demostró que se podía continuar con la Normalidad de siempre, sin provocar una hecatombe. Todo por el intensionado aspaviento levantado a causa del Coronavirus cuya tasa de mortalidad entre infectados es del 9%, igual que cualquier epidemia de gripe estacional.
Estos hechos me recuerdan a dos viejas lecturas relacionadas con eficiencia y productividad. Una es de un librito popular en los años 70 titulado la Ley de Parkinson. En ese libro describen un proceso de creciente ineficiencia que es típico de la Administración Pública, pero que también afecta la administración empresarial privada.
El principio es el siguente. La selección de un jefe mediocre degenera hasta la ineficiencia total. El jefe de primera calidad busca rodearse de gente de primera calidad, porque se siente cómodo con ellos. El Jefe de segunda calidad busca rodearse de colaboradores de tercera calidad, porque se siente cómodo y superior con ellos. Estos colaboradores de tercera calidad, buscan a su vez colaboradores de cuarta calidad porque se sienten cómodos y superiores con ellos. Así sucesivamente hasta llagar a un nivel de contacto con la realidad (público) totalmente ineficaz.
El otro libro que la actual circunstancia española me recuerda es uno de Michael Porter titulado, parafrasando a Adam Smith, La Competitividad de las Naciones. Ese libro salió en 1992 y recuerdo el año, porque fue la época en que tuve que abandonar Venezuela por un conflicto con Alfredo Riviere sobrino político de Carlos Andrés Perez cuyo acoso determinó mi fuga a Guatemala, donde me ofrecieron cátedras en Comercio y Mercadeo Internacional.
El libro de Porter salió en esa época y lo escogí como libro de referencia para trabajos de tesis de grado investigativas.
Porter dice, que en Comercio Internacional no existe una competitividad nacional, sino que existen sectores competitivos.
En el caso de España, Francia e Italia, el turismo es uno de sus sectores más competitivos y beneficiosos.
Una de las razones que hacen competitivas a España e Italia es la convivialidad y efusividad de la gente.
Las nuevas normas de un mal llamado distanciamiento social son de alejamiento. Socializar implica lo contrario, acercamiento. Se trata obviamente de un caso orwelliano de tergiversar el significado de una palabra en sentido contrario.
Conviene resaltar que todo este intento de utilizar el Coco del Coronavirus para cambiar costumbres idiosincráticas puede terminar en una crisis de alejamiento del turismo hacia sitios con menos necedades. Eso puede agravar el crónico desempleo de la juventud española e italiana donde el turismo era la fuente estacional de empleos informales que les permitía sobrevivir.
Me pregunto si detrás de esos errores elementales cometidos bajo el pretexto del Coronavirus, del que se hace una evidente campaña publicitaria de exageración y atemorización. Digo si sabotear el turismo de manera tan evidente no esconde el propósito deliberado de crear la masa crítica de proletarios hambrientos necesaria para realizar una violenta Revolución Proletaria.
Regresando a Porter y su aplicación a Venezuela. Cualquiera sabe que la ventaja competitiva de Venezuela es en su sector petrolero, que en efecto mantuvo la economía de un país haragán y despilfarrador, durante un siglo.
La necesidad de importar de Iran un millón y medio de toneladas de gasolina, me deja perplejo.
Comprendo que la guerra económica de Estados Unidos sea un obstáculo para la exportación del petróleo venezolano y de su cobro; pero no entiendo como siendo la producción de gasolina un proceso interno, para el cual tenemos suficientes refinerías, como para suplir al mercado nacional como ha sido toda la vida.
No es fácil explicar la urgente necesidad de hacer venir desde Iran una flotilla de 5 tanqueros, como no fuese por el impacto propagandístico de presentarlo como un desafío a los Estados Unidos.
Un desafio sobre seguro de aquellos que en España dicen “A moro muerto gran lanzazo”. Por la posición estratégica de Iran en cuanto a rutas marítimas, Estados Unidos se guardaría bien de cometer un acto de piratería contra tanqueros iraníes que pueda servir de pretexto para ataques iraníes, incontrolables y fáciles, contra el tráfico marítimo que bajo bandera norteamericana pasa en proximidad de las aguas territoriales iranies.