En favor de la crítica

Toda revolución arranca como una crítica despiadada dirigida a las condiciones materiales de existencia y contra las relaciones de dominación hegemónicas; por ello, la crítica se asume como la escencia de la militancia revolucionaria y hasta puede pensarse como una disciplina marcial, tan letal como delicada; que igual funcionar como herramienta gnoseológica para destruir al adversario de clase, o como ejercicio terapeutico dirigido a sanar las heridas y las abolladuras ideologicas que va dejando la lucha contra el enemigo mas embustero y criminal en la historia humana.

Con Lenin, recordemos que toda revolución necesita avanzar en un decidido paso hacia adelante, pero que tambien debe estar preparada para dar un par de pasos hacia atrás; es la dinamica propia de las contradicciones historicas y del devenir revolucionario de los procesos políticos. Esa es la naturaleza de los acontecimientos humanos; una suma caotica de hechos que se complementan, que se contradicen, se bloquean, se atraviezan, se penetran o se yuxtaponen, pero que, aún así (y volviendo a Lenin) son variables que deben ser sistematizadas y dirigidas en favor de nuestras mas altas consígnas de clase.

A diferencia de las concepciones platónicas, asumimos que las revoluciones son procesos históricos que no se desarrollan en forma lineal, ni armonicamente; ellas no se dejan apresar por manuales, ni por ensoñaciones previas, no obedecen a los caprichos de ciertas sabidurias autoproclamadas, ni a las derivas de ningún Estado. Abandonar la idea de una revolucion armonica, ideal e instantanea, en la que ningún hegemón actua para sabotearla, es la tarea planteada a quienes busquen salir de la caverna utópica que les conecta a las pasiones tristes y con ello, a la critica estéril.

En nuestro contexto, vale la pena insistir en lo dificil que ha sido recibir el brutal impacto socioeconomico de una crisis que se presenta con proporciones inabarcables; de allí que no todo el mundo tiene herramientas conceptuales para entender la realidad que le determina. Por ello, se debe tener en cuenta que, del mismo modo en que existen distintas formas de percibir esta crisis, tambien existe una enorme diversidad de mecanismos que buscan expresar las multiples formas en que la vida familiar se va depauperando progresivamente.

La crítica platonica, se limita a afincar el diente en las contradicciones que se presentan en el clivaje Estado/Sociedad Civil, aportando poco a la dinamica Gobierno Revolucionario/Movimiento Popular y haciendose la pendeja ante la suprema contradicción que tenemos con el imperio. De allí sabemos que, como no existen silencios inocentes en la lucha de clases, ese funcionamiento anomalo de la crítica esta plagado de intereses innombrables.

Entonces,el ejercicio crítico no debe confundirse con la catarsis agria y malhumorada, esa que no asume la multidimesionalidad de la crisis y que no está acompañada de una acción para avanzar al estadio siguiente de lo real, esa práctica no merece llamarse crítica. Por eso hay que insistir en el necesario análisis materialista comprometido con la lucha de clases, con el combate antímperial y con la profundizacion socialista del proceso bolivariano; hay que insistir en la busqueda de soluciones chavistas a ésta crisis; si no es así la critica es solo oportunismo y desastrofília.

De ese modo, las contradicciones estratégicas que naturalmente anidan en el seno del movimiento popular, los problemas de caracter ideológico propios del proceso y las controversias sobre las dinamicas coyunturales, pueden resolverse en las distintas organicas que se están planteando la profundizacion socialista del modelo bolivariano y en la discusión descarnada que suele darse entre camaradas; del mismo modo en que se estarán resolviendo las contradicciones propias de los sectores oportunistas en el seno de la oposición antichávista, para adecuarse a la linea conspirativa Narcoligárquica y pro-imperial.

Es urgente asumir que el ejercicio de la crítica esteril en cualquiera de sus niveles gnoseologicos y por muy infantilista que resulte, no debe ser atacado como una forma de traición, o como una expresion de supina escualidéz, aunque a veces se presente de manera enfermiza e irritante; ésta debe ser dimensionada como lo que realmente és: Una expresión de la crisis y su influencia en los sectores menos preparados ideologicamente para enfrentarla.

Lo que debe criticarse no es la crítica en sí, todo lo contrario eso debe saludarse y reconocerse como una dinámica propia de la actividad politica ya que, la crítica es el pensamiento que emerge desde el metabolismo de las crisis deviniendo en instrumento para comprenderla y resolverla desde las condiciones materiales que la expresan; lo realmente criticable es que nuestros criticos pequeñoburguese no logran elaborar planteamientos realmente criticos ya que, por su condición multicausal, ésta crisis no se deja reducir a la triste obviedad de señalar el funcionamiento anomalo del Estado y, por el contrario, despliega sus causas en cada espacio de nuestra dinamica histórica.

Por eso, el funcionario inquisidor que persigue toda forma de crítica, el "dirigente" alienado que deslegitíma la queja y que no es capaz de comprender sus causas; el militante que lanza la furia de sus paranoias contra las justas y naturales formas que tienen las masas de entender y explicar el impacto de la crisis en sus circuitos cotidianos, esos "PseudoCuadros" tambien son elementos del problema a resolver.

Admitamoslo, ese funcionario imbecil no está preparado para comprender las dinamicas propias de una crisis, ese cuadro no tiene criterios para crear escenarios adecuados al momento revolucionario, ese militante no inscribe su accionar en la comprension transformadora de las masas, del mismo modo en que el crítico autonombrado está castrado para generar una crítica transformadora y clasista. Son figuras impotentes que pretenden opacar, con sus "contrataques" ciegos, las distintas formas que asume la voz del pueblo.

Para un proceso de transformación hacia el socialismo es tan estorboso (por grotesco y sonso) ese critico autoproclamado, como el funcionario que lo acosa y lo persigue por creerlo crítico. Ambos se complementan, ambos son extremos que se tocan y juegan juntos en el equipo de la impotencia. Ninguno de los dos tiene el rockanrol suficiente para captar las magnitudes reales de los procesos geopolíticos y diluyen sus esfuerzos en esas dinamicas de interdependencia paranóica y de mutua masturbación; ellos insisten en involucrarnos en una batallita de "suma cero" tan infertil como aburrida, ambos aportan a las estrategias del hegemón; ambos nos tienen hartos de ese "toma y dame" que no nos conduce a ningun sitio.



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Robert Galbán


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