Las medidas preventivas decretadas por el gobierno socialista venezolano, para frenar el contagio por Covid-19 en nuestra hermosa geografía venezolana, han permitido que el pueblo venezolano pueda gozar de una nueva perspectiva de la vida, donde el uso de un tapaboca en la calle, más que una restricción social, ha sido una bendición moral.
Según las páginas del diccionario, el alcoholismo es la enfermedad ocasionada por el abuso de las bebidas alcohólicas, que puede ser aguda o crónica, y que puede ocasionar la muerte del alcohólico, visto como el Ser Humano que es adicto a la bebida alcohólica.
Para olvidar el fracaso, el guayabo, el despecho, la arrechera, el mal trago del pasado, el desempleo laboral, la culpa, la envidia, el cáncer, la mala suerte, la pobreza, los cuernos, y la soledad.
Para celebrar el éxito, el cumpleaños, la graduación, la boda, el ascenso laboral, la Navidad, el romance, la sabrosa parrilla, el fin de año, la buena suerte, la virilidad sexual, el golazo y el jonrón.
Por desgracia, el alcohol refleja la idiosincrasia de los venezolanos, y el alcoholismo en Venezuela es la consecuencia de la idiosincrasia reflejada por los venezolanos.
En Venezuela abundan las marcas comerciales que venden bebidas alcohólicas, abunda la venta de licores que generan la adicción del consumidor venezolano al alcohol, y también abundan los precios en bolívares soberanos y en dólares americanos, para que ricos y pobres se enfermen bebiendo sustancias psicotrópicas vendidas en Venezuela.
¿Por qué compramos el trágico sabor de la enfermedad?
Agosto siempre ha sido el mes de las borracheras en Venezuela, porque jóvenes y adultos aprovechan las vacaciones por el asueto estudiantil y por el asueto laboral, para viajar por los cuatro puntos cardinales venezolanos, en aras de beber miles de mundanas cervezas, mientras conducen sus vehículos muy alegres y muy ebrios, para producir sangrientos accidentes automovilísticos en las autopistas del país, y para que el coma etílico se coma el llanto de las urnas cerradas en los cementerios venezolanos.
Pero el mes de agosto del año 2020, no ha sido el tradicional mes de las borracheras en Venezuela, porque gracias a las restricciones sociales y a las prohibiciones comerciales decretadas en el país, para frenar el pandémico contagio por Covid-19, pues los venezolanos no han podido beber cervezas en las calles, siendo la perfecta oportunidad para lanzar mi campaña ecológica titulada: "Sin una gota de alcohol, Venezuela vive mejor".
Desde el comienzo de la cuarentena social en Venezuela, la maldición del alcohol desapareció de las calles venezolanas, permitiendo que grandiosos valores para la vida, como la sobriedad, la abstinencia y la decencia, vuelvan a sonreír a lo largo y ancho del territorio venezolano, donde nuestra sociedad ha recuperado la capacidad de discernimiento, y ha podido sobrevivir a la pandemia sin beber ni una gota de alcohol.
Gracias a las prohibiciones sociales venezolanas para evitar la infección por Covid-19, hemos visto como las tradicionales cuevas del Diablo, mejor conocidas como: licorerías, bodegones, bares, tascas, taguaras, clubes nocturnos, centros de apuestas hípicas, casinos, prostíbulos, depósitos, discotecas, y demás locales comerciales que expedían bebidas alcohólicas a los consumidores venezolanos, pues obligatoriamente han tenido que cerrar sus infernales puertas, y han tenido que olvidarse del lucrativo y sucio negocio de enfermar el hígado de la gente, a cambio de recibir el cochino dinero del alcoholismo.
Queridos hermanos lectores, desde la cuarentena social venezolana y hasta el mes de agosto del 2020, el alcoholismo de la población venezolana, ha descendido en un 90% para el beneficio de todos los compatriotas venezolanos, que sufrían del alcoholismo.
La nueva sobriedad que hoy mantienen los mismos venezolanos, que ayer se ahogaban los fines de semanas en el alcohol de las cervezas, pues también ha permitido que miles de venezolanos ahorren muchísimo dinero, pues ya no despilfarran la plata comprando las costosas cervezas en las licorerías y bodegones de sus comunidades, lo cual viene ayudando a que los venezolanos que estaban al borde del abismo, mejoren las relaciones afectivas con sus seres queridos, quienes también se alegran por el mejoramiento de la salud física y mental de sus familiares, de sus amigos, de sus vecinos y de sus colegas.
Gracias a las medidas sanitarias venezolanas decretadas para vencer al terrible Covid-19, pues también miles de venezolanos se han salvado de sufrir la terrible cirrosis hepática.
No hay duda que sin una gota de alcohol, Venezuela vive mucho mejor, y aunque es triste haber tenido que llegar a esa benigna afirmación, por la pandemia global que produjo el contagio por Covid-19, pues también es bueno saber que de las situaciones negativas de la vida, pueden brotar situaciones positivas en nuestras propias vidas.
Pero yo planteo las siguientes preguntas, para que usted aplique su comprensión lectora.
¿Qué pasará en Venezuela cuando terminen las restricciones comerciales, y el maldito alcohol regrese a las malditas calles venezolanas para envenenar a nuestro prójimo?
¿Acaso los venezolanos que abandonaron el alcohol durante la cuarentena social, volverán a ingerir bebidas alcohólicas tras la finalización de las restricciones sociales?
¿Quién estará dispuesto a mantenerse sobrio, en los nuevos tiempos de embriaguez?
Aunque nos duela reconocerlo, cuando en Venezuela terminen las restricciones sociales por Covid-19, y el gobierno venezolano vuelva a darle luz verde a las licorerías venezolanas para que emborrachen al pueblo, pues efectivamente, el 99% de los venezolanos que hoy se mantienen sobrios por obligatoriedad a la ley, pues mañana volverán a beber todo el alcohol que no bebieron durante la cuarentena social, y cuando terminen de beber todo el alcohol que no bebieron durante la cuarentena social venezolana, entonces empezarán a beber todo el nuevo alcohol dentro de una Venezuela, que puede vivir sin una gota de conciencia, pero no puede vivir sin una gota de alcohol.
Es muy triste reconocerlo, pero es la viciosa verdad.
Los vallenateros, los reguetoneros, los rancheros, los psicópatas, los abogados, los buhoneros, los ingenieros, los médicos, los albañiles, los pilotos, los arquitectos, los policías, los vagos, los ladrones, los políticos, y hasta los sacerdotes y pastores de las iglesias venezolanas, hoy esperan que el gobierno venezolano vuelva a permitir la venta de alcohol en las calles, para volver a beber cervezas como los peores drogadictos.
Aunque se le moje la canoa por la borrachera, ningún venezolano se olvida del alcohol.
Pensando en todos los venezolanos, que muy pronto se olvidarán de la sobriedad y regresarán al alcoholismo, pues hoy quiero compartir una experiencia personal, que tal vez ayude a que mis hermanos venezolanos, no terminen cayendo otra vez en un círculo vicioso llamado alcoholismo, que destruye vidas, destruye sueños, destruye almas.
El domingo 9 de agosto del año 2020, yo estaba sentado en una banca de la plaza Las Heroínas, ubicada en el municipio Libertador del estado Mérida.
Mientras escuchaba la canción "Ryan" de la banda de rock Eyes Set To Kill, pues mis ojos también contemplaban la majestuosidad de las montañas andinas del estado Mérida, y por más que yo intentaba mirar en dirección opuesta a las montañas, mis ojos deseaban seguir regocijándose viendo aquel espectáculo natural, que nos regala la Madre Tierra.
Yo provengo del estado Zulia, y en las fogosas tierras zulianas no hay montañas, no hay nevadas, no hay cúspides celestiales que se roben la quietud de mis ojos.
Por eso desde que regresé a Mérida en enero del 2020, otra vez mis ojos quedaron hechizados por las montañas andinas, y cada vez que tengo la oportunidad de salir a las calles merideñas, siempre voy con entusiasmo a la plaza Las Heroínas y me siento en una banca, para disfrutar por una hora de un espectáculo ecológico que es una joya gratuita, que no tiene precio de venta, que es un arte limpio, porque proviene del pincel de un gran artista llamado Jehová.
Sin embargo, me sorprende observar que todos los merideños que van y vienen, mientras yo estoy contemplando las sagradas montañas desde la plaza Las Heroínas, pues nunca jamás observan las sagradas montañas que yo estoy viendo, y de hecho, parece que para los merideños no hay montañas resplandeciendo en frente de sus ojos.
Yo he visto que todos los merideños que pasan por la plaza Las Heroínas, van y vienen con sus kilos de cambures en las manos, con los panes dulces y salados, con los kilos de harina PAN, con sus androides telefónicos enrojeciendo los diez dedos, y con los chillones bebés encaramados en sus brazos, pero ningún merideño se detiene por un momento de su vida, para contemplar la épica belleza de las montañas andinas, que aunque piden a gritos ser observadas, pues todos los merideños caminan de allá para acá, pensando solo en las diligencias pendientes, en la comida, en los tabacos.
Para la población merideña venezolana, las montañas desaparecieron del frío horizonte.
Desde mi punto de vista, si los merideños no se detienen a contemplar la belleza de las montañas andinas desde la plaza Las Heroínas, es porque lamentablemente, los merideños se cansaron de ver a las montañas, porque desde que nacieron han visto una y otra vez a las montañas, por lo que tras haberse acostumbrado a vivir entre montañas, pues ya no disfrutan del sagrado espectáculo natural, y perdieron la capacidad de sorprenderse ante la presencia de unas monumentales montañas andinas, que aburren a los mundanos merideños, y que hasta bloquean la mundana libertad de los venezolanos.
Es como si las camaleónicas montañas danzaran al compás del sol, porque en menos de un minuto de la vida, las montañas pasan del color verde pasto al color castaño terrenal, y el gran contraste de luces y sombras que vibran entre las fúlgidas nubes de terciopelos, hacen que nuestros ojos se eclipsen cuando miran un pedacito de la génesis de Dios, y por eso pensamos que las montañas que vimos ayer, no son las mismas montañas que estamos viendo hoy, y no serán las mismas montañas que veremos el fin de semana.
Yo no puedo dejar de suspirar mientras veo las milagrosas montañas de Dios, pero para los merideños, las milagrosas montañas son tontas cosas duras que nunca se mueven.
Sí mis hermanos, para los merideños, las milagrosas montañas son frías piedras secas.
En mi humilde opinión, una persona que cae en el terrible vicio del alcohol, del cigarrillo y de la marihuana, es una persona que perdió la capacidad de reconocer el milagro de la vida, y ha permitido que las problemáticas cosas mundanas del sucio Mundo donde vivimos, terminen alejándolo de los pequeños grandes detalles de la existencia humana, que son imposibles de valorar por una persona ahogada en el vicio.
La mayoría de los hermanos venezolanos que caen en el alcoholismo, son hermanos venezolanos que ya no pueden contemplar los milagros de la vida, y por eso terminan cediendo ante la presión social del entorno donde viven, que los estimula a beber alcohol para olvidar las injusticias y la culpa, para demostrar que los adultos solo beben bebidas de adultos, para sentir la rebeldía de hacer lo que sabemos que es malo, para portarnos como idiotas a sabiendas de que no recordaremos nada de la idiotez, y para divertirnos bebiendo entre amigos, aunque si esas personas realmente fueran tus amigos, pues no perjudicarían tu salud compartiendo cervezas y licores que destruyen tu salud.
Venezuela es un país privilegiado, para demostrar el alto grado de adicción que generan los vicios como el alcoholismo y el tabaquismo, porque más allá de la terrible crisis económica que sufren los venezolanos, pues basta con salir a las calles venezolanas, para ver que las cervezas y los cigarrillos se siguen comprando y se siguen vendiendo en el país, lo cual nos permite analizar sociológicamente la conducta del alcohólico y del fumador empedernido, que aunque está endeudado hasta la coronilla, pues sigue malgastando el dinerito de su vida, para seguir pagando todos sus vicios mundanos.
Y es que el alcoholismo en Venezuela siempre ha estado fuertemente emparentado, con la exposición de perversos contenidos audiovisuales por parte de los medios de comunicación privados, que invierten grandes sumas de dinero para envenenar la razón y para manipular la mente de los compatriotas venezolanos, quienes terminan sintiendo la compulsiva necesidad de beber alcohol y de fumar cigarros, porque fueron altamente sugestionados sensorialmente, para que malgastaran el dinero comprando más vicios.
La juventud venezolana siempre ha sido la población más vulnerable y más perjudicada, por el constante bombardeo publicitario de las empresas cerveceras en el país, porque las cervecerías saben que si generan la adicción al alcohol desde la pubertad, pues ganarán mucho más dinero esclavizando a una rebelde juventud venezolana, que a medida que vaya creciendo en la vida, pues gastará más dinero para pagar el precio del alcoholismo.
Yo todavía recuerdo que durante mi adolescencia a finales del siglo XX, hubo un gran bombardeo publicitario en el estado Zulia de Venezuela, donde una prostituta que llamaban "La Catira Regional", fue la sensual mujer creada y usada por la cervecería Regional, para generar la adicción por el alcohol en gran parte de la colectividad zuliana, aprovechando el uso de eróticas vallas publicitarias y de continuos comerciales en los medios privados zulianos, que fructificaban la compra y venta de millones de latas y botellitas de cervezas Regional, llenas de chistes sucios por parte de los consumidores.
Hasta el hombre más gay entre todos los hombres gays zulianos, seguro que también quemó sus calzoncillos con una volcánica erección zuliana, por culpa del hechizo etílico de una tremenda catira, que con su fría cerveza aplacaba el tremendo calor zuliano.
Jóvenes zulianos, adultos zulianos y abuelitos zulianos, se masturbaban una y otra vez en sus casas, en las calles y en las universidades, mientras visualizaban el gran cuerpazo de la prostituta llamada La Catira Regional, por lo que para el alcoholizado pueblo masculino zuliano, beberse y saborearse la cebada de una espumosa cerveza Regional, realmente significaba violar el cuerpo y beber el sudor de la orgásmica rubia cervecera.
De hecho, el bombardeo publicitario generado con La Catira Regional, también aumentó el nivel de alcoholismo en la población femenina zuliana, pues las mujeres que jamás bebían cervezas, empezaron a beber cervezas para que sus novios y esposos percibieran que ellas también eran rebeldes y osadas, así como también, para evitar que sus novios y esposos se masturbaran otra vez con el tremendo ombligo de la sensualísima Catira Regional, por lo que gracias a la perversión comercial de las cervecerías venezolanas, también aumentaron los celos, la promiscuidad, el adulterio, los divorcios, la violencia intrafamiliar, las enfermedades por transmisión sexual, y los homicidios zulianos.
Por culpa del perverso bombardeo publicitario que se generó con La Catira Regional, aumentó drásticamente el nivel de alcoholismo en la población zuliana del siglo XX, y por ende, las consecuencias negativas del alcoholismo se han recrudecido en el siglo XXI, ya que las nuevas generaciones de jóvenes zulianos, crecieron viendo a sus padres beber alcohol mientras endiosaban las fotografías de La Catira Regional, y a pesar de la fuerte crisis económica que golpea a Venezuela, pues los zulianos siguen malgastando sus salarios para comprar o para robar cajas y más cajas repletas de cervezas, lo cual nos demuestra que el alcoholismo, puede convertirse en un rasgo cultural de los pueblos.
Las cervecerías venezolanas siempre manipulan mentalmente a los consumidores, para ganar dinero gracias a la adicción que genera el alcohol, y si el enfermizo vicio puede erotizarse y rentabilizarse con famosas prostitutas de la televisión, pues las cervecerías seguirán aliándose con los medios privados venezolanos, para ganar más dinero gracias al sensual alcoholismo, por lo que podemos presentar como ejemplo a la llamada "Chica Polar", que fue una campaña publicitaria hecha por la cervecería Polar, para generar mayor nivel de alcoholismo en la población masculina venezolana, usando el gran erotismo de las mujeres más rameras de la farándula venezolana, para que los hombres gastaran el dinero comprando más alcohol, más fiestas, más enfermedad, más muertes.
Yo sé que Venezuela vive mejor sin La Catira Regional y sin La Chica Polar, pero el gran problema, es que los medios de comunicación privados venezolanos, diariamente se encargan de generar la adicción al alcohol en Venezuela, porque aunque cubren la perversa adicción con los comerciales televisivos, que supuestamente solo nos venden maltas sin alcohol, la verdad es que las cervecerías siguen usando el engaño publicitario para comprar la atención, sobre todo del público juvenil, en aras de vender sus cervezas que se desnudan y se vomitan, en cualquier esquina caliente de Venezuela.
Las cervecerías siempre corrompen a los jóvenes estudiantes venezolanos, y los estudiantes venezolanos siempre se dejan seducir y corromper por la adicción al alcohol.
Todos recordamos la famosa y memorable "Cervezada", realizada por estudiantes de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) en el año 2015.
El alcohol hizo que la tradicional fiesta cervecera se transformara en promiscuidad, y hasta una estudiante universitaria llegó a ser filmada en medio del acto sexual, que fue realizado dentro de un salón de clases de la prestigiosa UCAB, y cuyo video explícito fue compartido en las populares redes sociales, para avivar el morbo de los internautas.
Es muy triste que una casa de estudio venezolana, como la Universidad Católica Andrés Bello, que supuestamente inculca valores católicos al estudiantado, permitió realizar una diabólica y tradicional Cervezada llena de violencia, embarazo precoz, SIDA y muerte.
Pero tras conocer el caso de prostitución universitaria dentro de las aulas de clases:
¿Acaso las autoridades rectorales de la UCAB eliminaron las promiscuas Cervezadas?
No mis hermanos, la UCAB no eliminó la tradicional Cervezada.
La aceptación de la promiscuidad estudiantil universitaria por parte de la UCAB, nos demuestra que el alcohol del Mundo es más importante que la Palabra de Dios, porque aunque eliminar la Cervezada hubiera sido una gran expresión de decencia cristiana y de seriedad académica, pues todos sabemos que la educación es un gran negocio en Venezuela, y la famosa UCAB recibe muchísimo dinero por parte de las adineradas familias venezolanas, que malgastan millones de bolívares para que las Cervezadas sigan realizándose de generación en generación, y sigan matriculando la carga de prostitución.
Por desgracia, las borracheras universitarias organizadas y financiadas por la UCAB, han sido copiadas y emuladas por otras universidades venezolanas tanto privadas como públicas, que realizan sus propias Cervezadas para imitar el entretenimiento caraqueño en el interior del país, por lo que la Universidad Católica Andrés Bello, ha contribuido al crecimiento del alcoholismo en la población estudiantil universitaria de Venezuela.
En el medio cibernético oficial de la UCAB https://www.ucab.edu.ve/ podemos leer su honorable reseña histórica, que textualmente afirma lo siguiente:
"La universidad se dirigía particularmente a consolidar, de modo eficaz, la educación moral y espiritual de nuestra juventud, destacando para ello el valor y la dignidad de la persona humana, ennoblecido aún más por su condición cristiana".
¿Acaso una Cervezada ayuda a consolidar la educación moral y espiritual de la juventud venezolana?
Vimos que la Universidad Católica Andrés Bello, no refleja la sobriedad de Jesucristo y no refleja la sobriedad de Andrés Bello, pero aunque realmente la UCAB es otra mundana universidad venezolana sin nombre y sin apellido, pues miles de adinerados jóvenes venezolanos, aspiran que sus padres les compren las entradas para ingresar a la famosa UCAB, y aspiran que sus madres les compren las birras y los birretes, para transformarse en famosos ucabistas por amor a la mediocridad de una bella cerveza.
¿Acaso los estudiantes de la UCAB realmente sienten la compañía de Jesús dentro de sus corazones universitarios?
Un estudiante venezolano que pasa cinco años de su vida educándose dentro de los salones de clases, y antes de su graduación decide tener relaciones sexuales dentro de los mismos salones de clases, donde recibió educación durante cinco años de su vida, es un clarísimo reflejo de la falta de respeto y de la falta de valores cristianos de los universitarios de Venezuela, siendo el alcohol la gran sustancia psicoactiva que nos demuestra: la miseria espiritual y la degradación moral de la juventud venezolana.
¿Acaso la UCAB realmente sabe quién es Jesucristo?
Por culpa del alcohol que destruye hasta la educación en Venezuela, la UCAB es parte de la repulsiva videoteca pornográfica en la Web, ya que UCAB ahora es una erótica etiqueta que todavía genera tráfico por las visitas y por los resultados, que arrojan las búsquedas de contenidos en los sitios pornográficos de la red telemática Internet, que no se cansa de reproducir públicamente el video porno de dicha universidad católica de Venezuela.
Es importante saber que en Venezuela, más del 80% de los cristianos venezolanos que sufren la enfermedad llamada alcoholismo, son cristianos venezolanos que por bautismo pertenecen a la Iglesia Católica, lo cual demuestra que hay un fuerte nexo entre el catolicismo y el alcoholismo.
Sabemos que es casi imposible que un venezolano que pertenece a la Iglesia Adventista del Séptimo Día, termine cayendo preso en el terrible vicio del alcoholismo.
Aunque no es imposible, es muy difícil que el buen adventista venezolano caiga en la trampa del alcohol, ya que los adventistas realmente escudriñan las páginas de las Sagradas Escrituras, por lo que ellos tienen el conocimiento bíblico necesario en sus vidas, para resistir los mortíferos ataques y las tentaciones mundanas de Satanás.
Yo quiero aclarar que no pertenezco a ninguna iglesia cristiana venezolana, porque en Venezuela no hay diferencia entre la industria cervecera y la iglesia cristiana, ya que tanto la industria como la iglesia solo quieren robar el dinero de la gente, y se valen de cervezas y hostias para saquear los bolsillos capitalistas de los feligreses y consumidores, quienes siempre terminan pagando tanto la ofrenda de la fiesta como el diezmo de la misa, para poder terminar la fiesta y la misa con un eructo y con un amén.
No obstante, debemos reconocer que si los adventistas no beben alcohol, no fuman cigarrillos y no comen carnes, es porque los adventistas han leído los libros de la Santa Biblia, y saben que los vicios mundanos van en contra de la santa voluntad de Dios.
Pero a diferencia de las buenas lecciones de la escuela sabática de los adventistas, las tontas clases de catecismo dominical que reciben los tontos jóvenes católicos venezolanos, solo te estimulan a comprar más cervezas para Benito, y solo te estimulan a violar el cuerpazo de La Catira Regional, de la Chica Polar y de La Virgen María.
Por eso, el catolicismo venezolano también ha fracasado en su estéril predicación del Evangelio en sus estériles misas y eucaristías, porque los sacerdotes católicos no han podido inculcar la sobriedad de Jesús en la mente del pueblo católico venezolano, y porque terminar asistiendo a una forzada reunión de Alcohólicos Anónimos, no es el camino más saludable para que el desesperado alcohólico, tenga que reconocer a la fuerza el poder y el amor de Jesús, antes que el pensamiento suicida lo fuerce al suicidio.
Si un sacerdote católico venezolano le arrebatara la botella de alcohol, al vagabundo que siempre bebe alcohol en la puerta de la iglesia donde predica el sacerdote, pues estamos seguros que el catolicismo realmente triunfaría en la Tierra, y se esfumaría el alcoholismo de la feligresía católica de Venezuela, pero lamentablemente, los sacerdotes católicos venezolanos son incapaces de salir a las calles, y son incapaces de ver la terrible realidad social, que carcome y que consume a nuestra alcoholizada Venezuela.
Los jóvenes venezolanos beben alcohol, porque son jóvenes y tienen el futuro por delante de sus ojos.
Los adultos venezolanos beben alcohol, porque son adultos y tienen el presente por delante de sus ojos.
Los ancianos venezolanos beben alcohol, porque ya no son las jóvenes promesas del futuro, porque ya no son los respetados adultos del presente, porque solo tienen el sol del pasado delante de sus añejos ojos.
Por rebeldía, por orgullo y por frustración, miles de venezolanos caen en la trampa del alcohol, porque la rebeldía, el orgullo y la frustración, son grandes virtudes de Satanás.
Siendo sincero, fue en la plaza Las Heroínas de Mérida, donde me encontré a un viejito merideño, que se acercó hasta mi banca y exclamó: "¡Qué bonitas son las montañas!"
Yo le dije al viejito que ciertamente las montañas eran muy bonitas, y le comenté al señor sobre mi sorpresa por ver que la mayoría de los merideños, pasaban de largo por la plaza Las Heroínas, y nunca se detenían a contemplar la majestuosidad de las montañas.
Fue a raíz de ese espontáneo comentario, que el viejito llamado César, fue sincero conmigo y reconoció que él tenía graves problemas con el alcohol, y aunque se negó a ser llamado alcohólico, me dijo que al principio de la cuarentena social "se estaba volviendo loco", porque la alcaldía había cerrado la licorería que estaba en frente de su casa, la cual él frecuentaba los fines de semanas, en compañía de sus amigos alcohólicos.
El viejito me dijo que sus amigos habían caído en una terrible depresión, por la falta de alcohol para seguir manteniendo el vicio, y aunque él y sus amigos intentaron romper los candados de la puerta de la licorería, se había prendido la alarma del local comercial, y todos ellos tuvieron que huir rápidamente de la nocturna escena criminal, y todos ellos tuvieron que resignarse a pasar la cuarentena social sin una gota de alcohol.
Sin nada que perder, yo escuchaba todo el relato que me contaba el viejito, quien se notaba desesperado por conversar con alguien, y que sin saberlo, se encontró con alguien que también estaba desesperado, por describir el pensamiento de un alcohólico.
El viejito César reconoció que había tocado fondo, cuando intentó robar cervezas de la licorería, porque él sabía que robar era muy malo, más sin embargo, me dijo que desde la segunda semana de la cuarentena social, había decidido pasar tres horas diarias en la plaza Las Heroínas, intentando desesperadamente calmar su ansiedad, para no volver a cometer actos delictivos que podían llevarlo hasta la cárcel del estado Mérida.
César me dijo que durante las tres horas de tiempo libre en la plaza, él caminaba pausadamente por todos los rincones de Las Heroínas, se quedaba viendo a los pajaritos en los árboles, observaba las montañas y recordaba anécdotas de su propia vida, inhalaba el fresco aire para oxigenar su cerebro, observaba el vuelo de las águilas en lo alto del cielo azulado, observaba a los niños pedaleando en sus bicicletas, disfrutaba la brisa andina que suavizaba su rostro, y finalmente regresaba muy calmado a casa.
Yo debo reconocer que me sorprendió escuchar el buen discurso de César, y digo el buen discurso, porque realmente el viejito hablaba con mucha claridad y lucidez mental, que se diferenciaba del típico abuelito venezolano de setenta y tantos años, que se le dificulta ordenar y exponer sus ideas.
El viejito César me dijo que fue gracias a las montañas y gracias a la belleza natural de la plaza Las Heroínas, que había logrado vencer a los demonios que lo obligaban a beber alcohol, y de hecho, César me dijo que aunque hoy volvieran a abrir las licorerías, pues él nunca volvería a beber ni una sola gota de alcohol, porque según sus propias palabras, contemplar las montañas le había permitido obtener "sabiduría para luchar en la vida".
Según el propio relato de César, la famosa frase que dice: "Un traguito no le hace mal a nadie", fueron palabras que lo motivaron a empezar a beber alcohol, y cuando las tres copitas de alcohol se convirtieron en litros y más litros de ingesta de alcohol, pues César ya había perdido el control de su vida, y no pudo controlar su adicción al alcohol.
Yo considero que el relato del viejito César fue totalmente sincero y verídico, ya que mi séptimo sentido periodístico nunca falla en las montañas, por lo que estreché sus manos y lo felicité, por la sobriedad y por la inteligencia de su gran decisión personal.
También yo le advertí a César, que él debía tener muchísimo cuidado, ya que cuando el gobierno vuelva a permitir la ingesta de bebidas alcohólicas en el país, pues seguramente sus "amigos" intentarán convencerlo para que vuelva a beber cervezas, por lo que César deberá tener muchísima fuerza de voluntad para resistir la mundana tentación del Diablo, y para no caer nuevamente preso en el círculo vicioso del alcoholismo en Venezuela.
La experiencia del viejito César fue muy genuina, y ambos coincidimos en que hay milagros diarios de la vida que pasan desapercibidos, y que por no saberlos reconocer a tiempo, terminamos cometiendo graves equivocaciones, y terminamos cayendo en terribles vicios que no solo afectan a nuestras vidas, sino que también perjudican a nuestros familiares y seres queridos, que reciben la violencia de la borrachera, de la resaca y del terrible dolor de cabeza, que se volverá a repetir el próximo fin de semana.
César murió tres días después de nuestra conversación en Las Heroínas. Lo atropelló una buseta cuando cruzaba la calle para entrar a su casa. Aunque no fuimos amigos, me alegra haber escuchado sus palabras, y yo sé que él se alegró por haber sido escuchado.
No te enamores del alcohol de La Catira Regional, mejor enamórate de la misericordia de Nuestro Señor Jesucristo, y vivirás por siempre en la santa eternidad.
Es muy difícil que una persona que sufre la enfermedad llamada alcoholismo, reconozca su enfermedad y acepte ser llamado alcohólico.
César fue un hombre alcohólico, pero nunca reconoció ser alcohólico. Aunque su propio relato de vida demostraba su alcoholismo, él se negó a ser llamado alcohólico.
Aunque los mismos alcohólicos saben que el alcoholismo es una grave enfermedad, pues contradictoriamente, los alcohólicos no reconocen que sufren alcoholismo.
¿Por qué el alcohólico no reconoce su alcoholismo?
Los multimedios privados que gobiernan el Mundo, obligan a que los consumidores piensen que el alcohol es una bendición, que el alcohol ayuda a gozar la vida con eufórica alegría, y que el alcohol ayuda a liberar el pesado estrés que sufre la gente.
Con el vicio se gana mucho dinero, y las transnacionales capitalizan todos los vicios.
El uso de contenidos audiovisuales como películas, telenovelas, comerciales televisivos, anuncios publicitarios y canciones de moda, se adhieren dentro de la mentalidad social del pueblo, y se termina generando la adicción al alcohol en la mente del consumidor.
Realmente, usted no fue quien decidió perfumarse para ir a la discoteca, gastar dinero para comprar bebidas alcohólicas, emborracharse con la ingestión de todas las bebidas alcohólicas compradas, bailar música del género reguetón en la espectacular pista de baile, y reír a carcajadas junto a sus divertidos amigos de la fiesta,
Realmente, usted no fue quien decidió llegar a su casa sin poder recordar cuándo llegó a su casa, dormir sin poder recordar con quién durmió, amanecer enfermo sin poder recordar el motivo por el cual está tan enfermo, y tomar pastillas sin saber el motivo por el cual tiene que usar tantos medicamentos.
Realmente, usted no fue quien decidió estar embarazada sin saber quién es el papá de la criatura, ser el papá de una criatura sin saber quién es la madre de la criatura, y ser los padres de una criatura no deseada que nació por el deseado alcohol de sus padres.
Hermano, realmente usted no es culpable de su enfermedad, porque usted se comporta como la violencia del Mundo obliga a que la gente mundana se comporte en la vida.
Por eso usted perdió el control mental y perdió la soberanía de su propia vida, y es por culpa de la violencia del Mundo, que usted piensa que el alcohol es una bendición.
Aunque el alcohol es una maldición, el alcohólico piensa que el alcohol es bendición.
El alcohólico jamás reconocerá que fue víctima de manipulación mental en su vida, porque el ego como clásica virtud de Satanás, no permite que el alcohólico reconozca ni su debilidad mental ni su terrible enfermedad, por lo que el testarudo alcohólico seguirá bebiendo litros de alcohol, aunque sabe que se está ahogando en un callejón sin salida.
El ego del alcohólico pertenece a la gran opresión de Satanás, por lo que solo Nuestro Señor Jesucristo, puede doblegar el ego del alcohólico y puede vencer a la gran opresión de Satanás, ya que con la preciosísima sangre derramada en la Cruz del Calvario, Jesús expió todos nuestros pecados y redimió a toda la raza humana, por lo que con la sangre de Jesús podemos destruir el gran ego de Satanás, con la sangre de Jesús podemos destruir el alcohol, y con la sangre de Jesús podemos recuperar nuestra salud en la vida.
No busques psicólogos, no busques héroes y heroínas, no busques más problemas.
El alcoholismo solamente puede curarse con la fe de Jesús.
La fe de Jesús movió las montañas de la Tierra, y si usted deposita toda su fe cristiana únicamente en Jesús, entonces usted también moverá las montañas de su propia vida.
Si los venezolanos y las venezolanas que hoy malgastan tanto dinero, comprando las cervezas y los cigarrillos, hoy utilizaran esa misma plata para comprar y regalar kilos de frutas, a las familias más humildes de Venezuela que están sufriendo la pobreza y la crisis dentro de sus comunidades, pues estamos seguros que el domingo por la mañana, esos venezolanos no van a despertar con una discotequera y terrible jaqueca dentro de sus cabezas, pues muy por el contrario, esos venezolanos van a despertar con una sensación de paz y armonía en sus vidas, porque compartieron el amor con su prójimo.
Yo siempre he pensado que si los pajaritos empiezan sus días trinando llenos de alegrías, es porque los pajaritos siempre agradecen a Dios, porque les regaló el milagro de un nuevo día en la Tierra, porque los pajaritos saben que cada día es un desafío de supervivencia, y por eso trinan una y otra vez bajo la luz del sol, pidiéndole a Dios que cuide sus alas de libertad, y rogándole a Dios para que proteja sus nidos y polluelos.
Yo he visto como en la plaza Las Heroínas de Mérida, los pajaritos son felices bebiendo tan solo un poquito de agua de cualquier sucio charquito del suelo de la plaza, luego abren sus alas y siguen volando libremente a través de los árboles, como si un segundo de la vida simbolizara la vida eterna, y como si un poquito de agua fuera la gloria eterna.
Pero yo también he visto en la plaza Las Heroínas de Mérida, como las personas jamás beben un poquito de agua, y siempre eligen comprar las costosas cervezas llenas de embriaguez, las costosas gaseosas llenas de obesidad, los costosos cigarrillos llenos de nicotina, y hasta aguardientes que se cotizan ilegalmente y que vician la salud humana.
Yo siempre he pensado que si los pajaritos terminan sus días trinando llenos de alegrías, es porque los pajaritos siempre agradecen a Dios, porque les regaló el milagro de un nuevo día en la Tierra, porque antes de regresar a sus nidos en el ocaso del sol, los pajaritos sienten la necesidad de ser agradecidos con Dios, y por eso trinan una y otra vez en compañía de la naciente luna, pidiéndole a Dios que cuide sus alas mientras duermen en sus nidos, y rogándole a Dios para disfrutar mañana de un nuevo milagro.
Si los pajaritos se pasan el día trinando y glorificando a Dios, entonces yo me pregunto:
¿Por qué nosotros los cristianos pasamos el día tan alejados de Dios, y nunca oramos para agradecerle a Dios por el milagro de un nuevo día en la Tierra?
Seamos como el trinar de los pajaritos, seamos agradecidos con Dios.
Hermanos y hermanas, hay que darle las gracias hoy a Dios, porque podemos caminar, porque podemos abrir los ojos y ver el sol, porque podemos respirar y escuchar, porque podemos pensar y discernir en la vida, porque podemos amar y ser amados, porque podemos hablar y cantar, son milagros de la vida que siempre menospreciamos, porque el Mundo nos ha convertido en seres que rechazan los verdaderos milagros de la vida.
Hermanos y hermanas, hay que darle las gracias hoy a Dios, porque podemos ver el cielo azulado, porque podemos sentir la brisa del viento, porque podemos sentir la presencia de los árboles, porque podemos contemplar las montañas, porque podemos ver las olas del mar, porque podemos ver la lluvia y el color del arcoíris, porque podemos escuchar el trinar de los pájaros, son milagros de la vida que siempre menospreciamos, porque el Mundo nos ha convertido en seres que rechazan los verdaderos milagros de la vida.
Hermanos y hermanas, hay que darle las gracias hoy a Dios, porque podemos leer y escribir, porque podemos abrazar a un amigo, porque tenemos algo para comer en nuestra casa, porque tenemos agua para lavarnos los pies, porque tenemos fuerza para levantarnos de la cama, porque tenemos electricidad en nuestro hogar, porque podemos tocar una bella flor, porque podemos llorar y empezar de nuevo, porque podemos ver la sonrisa de un bebé y soñar despiertos, son milagros de la vida que siempre menospreciamos, porque el Mundo nos ha convertido en seres que rechazan los verdaderos milagros de la vida.
¿Acaso te gustaría valorar los milagros de Dios, o quieres seguir endiosando a las mentiras del Mundo?
Yo sé que usted es una persona tan inteligente como cristiana, y yo sé que usted sabe que a Dios no le agrada que vayas a esa licorería, a esa discoteca y a esa fiesta, donde la gente se emborracha y no refleja el noble carácter de Jesús, porque prefiere reflejar el violento carácter del Mundo, que te confunde, que te deja vacío espiritualmente, que te corrompe.
Hermano, busca los milagros de Dios, no busques los vicios del Mundo.
Hermano, disfruta los milagros de Dios, no disfrutes los pecados del Mundo.
Hermano, vive la vida por amor a Dios, no destruyas tu vida por amor al Mundo.
Jesús te ama y no quiere verte ahogado en el alcoholismo, porque realmente es tu amigo.
Si tus amigos disfrutan consumir estupefacientes contigo, entonces ellos no son tus amigos, ellos son tus enemigos, que te envician en placeres mundanos, a costa de perjudicar tu salud.
No sigas viviendo en una oscuridad llamada alcoholismo, que ayer también oscureció mi vida, pero con fe y esperanza, hoy podemos desintoxicar la vida de un buen cristiano.
Recuerda que nunca es tarde cuando la dicha es buena.
Busca hoy a Jesús y encontrarás la salvación en tu vida, para ponerle punto final al alcoholismo, al tabaquismo, a la pornografía, al adulterio y a la delincuencia.
Tal vez usted se pregunte: ¿Cómo puedo buscar y encontrar hoy a Jesús?
Primero, debes ser sincero, reconocer tus pecados y arrepentirte por esos pecados cometidos. Aunque te duela, y no quieras reconocer esas cosas malas que solo tú conoces de tu vida, deberás ser totalmente franco y abierto con Dios.
Segundo, arrodíllate y pídele perdón a Dios por tus equivocaciones en la vida.
Tercero, pídele a Dios lo que sientas que debes pedirle, siempre sabiendo que Dios jamás rechaza una oración sincera, no importa la suciedad de tus pecados, si tu oración es realmente sincera y nace del corazón, Dios la escuchará y a su tiempo la responderá.
Recordemos tres citas bíblicas en las que Jesucristo nos demuestra su eterna amistad.
Juan 6:35
"Yo soy el pan de la vida; el que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí nunca tendrá sed".
Jeremías 31:25
"Yo he de satisfacer al alma cansada, y he de saciar a toda alma atribulada".
Juan 7:37
"Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba".
Hermano, hoy te invito a que bebas de Jesús, aliméntate de Jesús, vive con Jesús.
No sigas bebiendo el alcohol del Mundo, mejor bebe el agua viva de Jesús.
Antes de despedirme, hoy comparto una canción de mi autoría titulada "Dios Aquí Conmigo", siendo un tema musical de gran ayuda para el hermano, que necesita en su vida del amor de Jehová, del amor de Jesucristo y del amor del Espíritu Santo.
Usted puede escuchar mi canción, visitando el siguiente hipervínculo:
https://www.youtube.com/watch?v=xUqhzcplAyw
Si tan solo un hermano venezolano decide abandonar el vicio del alcohol en su vida, cuando terminen las restricciones sociales y las prohibiciones comerciales por el pandémico Covid-19, pues creemos que ese gran día habrá una gran sonrisa en el cielo, y seguro que los nietos de César también jugarán con alegría en la plaza Las Heroínas.