I
La Juventud Comunista de Venezuela (JCV), este 16 de septiembre, arriba al 73º aniversario de su nacimiento, que se produjo en su Congreso fundacional de 1947, como parte de las acciones que supo aplicar oportunamente el PCV tras su legalización en los últimos días del gobierno de Isaías Medina Angarita, luego de más de 14 años de expresa prohibición constitucional.
Fue un periodo convulso el que siguió al golpe de Estado que la cúpula de Acción Democrática (AD) y una camarilla militar le dieron a Medina Angarita el 18 octubre de 1945. Hubo «libertad de prensa» –en el entendido de las democracias burguesas–, una vida política legal y abierta, una Asamblea Constituyente –con representación del PCV mediante votos y candidatos propios–, y por primera vez la convocatoria a elecciones presidenciales mediante «sufragio universal, directo y secreto»; pero el movimiento revolucionario sufría constantes medidas represivas.
Todo se agudizó con el derrocamiento del gobierno de Rómulo Gallegos, de AD, el 24 de noviembre de 1948, por parte de ese mismo sector castrense, apenas a nueve meses de tomar posesión sus anteriores aliados.
Y menos de un año y medio después, como represalia a la gran huelga petrolera de 1950, el 13 de mayo la junta militar que encabezaba la dictadura decretó la segunda ilegalización del PCV, y con ella inició la primera de las dos que soportó estoicamente la JCV.
II
Más de siete décadas han pasado, y así como continúan siendo vigentes los principios y los objetivos históricos de los comunistas, sigue siendo necesaria la JCV, cuyas características y lineamientos sintetizó la 13ª Conferencia Nacional del PCV (agosto de 2014), resaltando que debe «fortalecerse como organización política de vanguardia, de cuadros con capacidad de dirigir las principales luchas de los jóvenes por sus derechos», para lo cual «es vital que mantenga vinculación con las realidades y las luchas de las y los jóvenes», en especial con los trabajadores y los trabajadores en formación, mediante «el empleo de métodos y estilos de trabajo […] que respondan a las necesidades del crecimiento organizativo y del fogueo de cuadros en la lucha práctica de masas.»
Claramente se establece: «Es estratégico que el Partido, sus organismos y dirigentes, ayuden al desarrollo de la JCV, a su fortalecimiento organizativo, político, ideológico y numérico», para lo cual se requiere «superar ciertas concepciones» como las de quienes «ven a la JCV de manera utilitaria sólo como un instrumento para la actividad propagandística».
Por eso se deja sentado que: «Las características de la militancia de la JCV, en mucho, es el producto del trabajo de atención y orientación sistemático del PCV, de la fortaleza y ejemplaridad teórico-práctica en la aplicación de la Línea Política, del marxismo-leninismo, del trabajo de masas, de los métodos de trabajo leninista y la orientación clasista.»[1]
«Ejemplaridad teórico-práctica», es un concepto medular. Puede haber un «pico de oro» sobre la aplicación de la Línea Política, un ilustrado polemista del marxismo-leninismo, un gritón avasallador sobre los métodos de trabajo leninista o un versado retórico de la orientación clasista, y engañarán durante algún tiempo con mayor o menor éxito, pero lo que expresen verbalmente tendrá peso y trascendencia en la misma medida en que sea coherente con sus hechos. Esa es la relación entre la teoría y la práctica.
Los militantes comunistas, y más aún los dirigentes, tanto del Partido como de la JCV, no pueden ser unos meros ejecutores de directrices, porque ese tipo de «cuadros» no le sirve a los objetivos ni al fortalecimiento de la organización. La disciplina consciente del militante no tiene nada que ver con la castrante subordinación cuartelaría del «ordeno y mando».
Es un craso error inculcar como regla que «es más disciplinado» quien ejecute una tarea sin hacer observaciones o algún comentario divergente, porque tiende a promover un criterio servil y a imponer la idea de una supuesta infalibilidad incuestionable de ciertos organismos y dirigentes. El ejercicio de la militancia y la dirección, en el marco íntegro del centralismo-democrático –no sólo de uno u otro aspecto–, implica el estímulo de la iniciativa, la creatividad, el análisis, los aportes, la crítica y autocrítica, y que todo es mejorable y perfectible.
III
Puede tomarse como referencia el proceso vivido por la JCV en gran parte de la primera década de este siglo: «El Consejo Central surgido del 8º Congreso [abril-mayo de 2001] lo hizo con plomo en el ala. Fue elegido en un muy engorroso y problemático proceso electoral, signado por claras tendencias en pugna, donde cada una, en mayor o menor medida, ejerció acciones alejadas del comportamiento que debe asumir un comunista en el Congreso de su organización»[2]; al igual que ocurrió en el 12º Congreso del PCV (julio de 2006) y en menor medida, pero también, en el 11º Congreso (marzo de 2002), que culminaron atropelladamente sin siquiera elegir los suplentes, sin realizar un Pleno para designar al menos al Secretario General y sin acto formal de clausura.
En el año del 54º aniversario de la JCV, tras el 8º Congreso, «durante varios Plenos del CC no se pudo escoger la Comisión Ejecutiva Nacional, y cuando finalmente se eligió no pudo reunirse con quórum sino hasta el mes de Julio de 2001, más de dos meses luego de culminado el Congreso. Se optó por una CEN integrada por cinco principales y dos suplentes, integración que en un lapso no mayor de cinco meses se modificó en dos ocasiones, implicando la remoción de cuatro de sus miembros, uno por ser sancionado con su desincorporación del CC y los otros tres por total abandono de sus responsabilidades en la CEN.»[3]
Los correctivos implementados, que no se expresaron en guardias pretorianas ni políticas pseudopoliciales ni ficticias unanimidades, sino en ganar conciencias y voluntades mediante la ejemplaridad, generaron las condiciones propicias para volver a tener una sola y coherente «Plataforma de Lucha» –no sectorizados documentos divorciados uno del otro– y combatir el «plenismo», al retomar la figura de las Conferencias –Locales, Regionales y Nacional– en lugar de las «Asambleas» adoptadas a principios de la década de 1990 –cuando también se sustituyeron los Comités de Base por los Colectivos–.
Esto dio origen a un balance distinto al anterior: «Desde el 9º Congreso de la JCV (Junio 2003) se ha logrado mantener estabilidad en los organismos de Dirección Nacional, tanto en el Consejo Central como en la CEN. En el primero, de 19 principales y 6 suplentes electos, solo fueron desincorporados 1 principal y 4 suplentes (2004), vacantes llenadas en la Conferencia Nacional (Junio 2005) […]; y, en el segundo, con 7 principales y 2 suplentes, no hubo cambios hasta enero 2006.»[4]
Así se arribó al 59º aniversario de la JCV, en el 10º Congreso (septiembre de 2006), habiendo «incrementado la cantidad de regiones en las que se tiene presencia de la JCV, llegando ya a todo el país, teniendo presencia orgánica en 17 regiones y no orgánica en 7»[5], y con la construcción del referencial documento «Vida interna de la JCV», para lograr «una organización que no sólo tenga la habilidad de aplicar con acierto la doctrina marxista en el estudio de la realidad, sino que además cuente con la suficiente solidez y coherencia interna como para incidir con sus ideas en el proceso de organización y luchas de la juventud», mediante «líneas gruesas de trabajo que nos ayuden a alcanzar los mayores niveles de eficiencia y perfeccionamiento de nuestros organismos.»[6]
Estos genuinamente leninistas métodos y estilos de trabajo, también incidieron de manera vital en momentos apremiantes por los que en esos tiempos transitó el PCV, recayendo sobre la JCV y cuadros recién promovidos algunas de las principales tareas para el éxito del 13º Congreso extraordinario (marzo de 2007) y la 11ª Conferencia Nacional (septiembre de 2007), que dieron al traste con la pretensión hegemonista del entonces presidente de la República de disolver al PCV en el naciente PSUV.
Y más adelante, en múltiples ocasiones, espacios y tareas, se pudo corroborar la importancia de contar con criterios de planificación que ya habían sido exitosamente aplicados en la JCV, como cuando el 14º Congreso del PCV (agosto de 2011), a diferencia del 11º y el 12º, no sólo eligió los miembros suplentes del Comité Central, sino que antes de culminar se realizó el primer Pleno del CC que eligió al Secretario General y a los miembros del Buró Político, y se hizo un acto formal de clausura.
IV
Por eso, sin prepotencia pero sin timidez, cumpliendo las normas básicas, no debemos dejar de expresar puntos de vista y observaciones que tengamos, aunque resulten incómodos para quienes crean que el nivel de responsabilidad de dirección es directamente proporcional a la infalibilidad.
Mientras mayor es la responsabilidad –individual y colectiva–, mayores niveles de control debe haber y más necesaria es la crítica oportuna.
Para que la organización crezca, avance y se fortalezca, es imprescindible combatir y extirpar la práctica malsana de, al haber una diferencia, prestar más atención al «cómo se dice» y menos al «qué se dice», o atacar a la persona, al «mensajero», con descalificaciones y adjetivizaciones, para no analizar o debatir el fondo del planteamiento.
Asimismo, cuando dirigentes de la JCV son invitados a organismos del Partido, no es para sentarse sólo a escuchar y menos para saludar protocolariamente los informes o aplaudir mecánicamente, es para aportar y ayudar a construir la política, lo cual se hace participando con análisis y señalamientos críticos y autocríticos.
Esos son parte de los «principios revolucionarios asumidos hace cerca de tres décadas», como puntualizaba justo un año atrás en una comunicación, que redundaron en positivos y colectivos saldos político-organizativos, y que son fundamentales para construir el Partido revolucionario de vanguardia, ser un verdadero factor de transformación y lograr los objetivos históricos.
[1] «La organización marxista-leninista», 13ª Conferencia Nacional del PCV, 8 al 10 de agosto de 2014.
[2] Informe del Consejo Central al 9º Congreso de la JCV, 21 al 24 de junio de 2003.
[3] Ibidem
[4] Informe del Consejo Central al 10º Congreso de la JCV, 15 al 17 de septiembre de 2006.
[5] Ibidem
[6] «Vida interna de la JCV», 10º Congreso de la JCV, 15 al 17 de septiembre de 2006.