Como lo señalé en la entrega anterior, hoy trataré, a menos de 48 horas para el cierre de la campaña electoral y de la apertura de un ciclo electoral y de una bifurcación histórica decisiva y definitoria de la Revolución y el Gobierno Bolivariano, es que me quiero permitir escribir sobre otras razones por las cuales debemos ir a votar todas y todos el 6 de diciembre de 2020.
Además de romper este “empate catastrófico”, acertadamente definido por el amigo y hermano politólogo zuliano Juan Romero y un intelectual marxista de la talla de Álvaro García Linera, ex presidente del Estado Plurinacional de Bolivia; de la revancha que representará sacarnos el clavo de la derrota que, casualmente ese día cumplirá 5 años, y conmemorar 22 años, si las cuentas no me fallan, del primer triunfo electoral en elecciones presidenciales de nuestro inolvidable Comandante Hugo Rafael Chávez Frías.
Tampoco podemos olvidar, que dos días después de la celebración de estos primeros comicios, como lo he venido sosteniendo en entregas anteriores de esta columna, recordaremos los 8 años del Día del Amor y la Lealtad a Chávez, recordando ese último mensaje público que nos transmitió aquella noche del sábado 8 de diciembre de 2012, y que no hubiésemos querido nunca oír.
Pero hechas estas consideraciones preliminares, entremos sin más preámbulos en materia.
El artículo 187 de nuestra Constitución tiene 24 ordinales con sus competencias y atribuciones. Ya varios han señalado algunas de ellas: Asamblea Nacional como principal foro político y de debate por ser un cuerpo colegiado y, por ende, expresión de la sociedad venezolana; legislar en las materias de competencia nacional y sobre el funcionamiento de las diferentes ramas del Poder Público Nacional.
Pero, en el marco de la coyuntura política que afrontamos, mencionaré otras, que no por ello son menos importantes, y que en el supuesto de que la derecha volviese a tener mayoría en el parlamento, no desaprovecharía estos mecanismos constitucionales para generar una crisis política y lograr el derrocamiento del Presidente Maduro y “yugular” el “mal ejemplo” de la Revolución Bolivariana.
También la Asamblea Nacional puede proponer enmiendas y reformas en la Constitución, en los términos que ella misma establece. Incluso puede proponer la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente. Es interesante saber que hay voceros de la oposición que están compitiendo en estos comicios, y me estoy refiriendo específicamente a partidos como Prociudadanos, Primero Venezuela (antigua Primero Justicia), Javier Bertucci y El Cambio, que en su oferta electoral ofrecen “enmendar” la Constitución para recortar el período presidencial,y, por ende, el mandato del Presidente Maduro.
Y ni hablar de la posibilidad de activación de referendo revocatorio a partir del 10 de enero de 2022, por cumplirse la mitad del segundo período presidencial de Nicolás Maduro. Tomen debida nota de esto.
La Asamblea Nacional no sólo la Constitución le atribuye funciones de control sobre el Gobierno y la Administración Pública Nacional, en los términos consagrados por ésta, y en el ordenamiento jurídico vigente en nuestro país. Sino que los elementos comprobatorios que puede obtener producto de esta función atribuida constitucionalmente, pueden tener, como sostenemos los abogados, valor de plena prueba, en las condiciones en los que las mismas leyes establezcan. Fíjense esta atribución tan importante que ejerce un Parlamento y su majestad que estamos obligados a rescatar el próximo domingo.
También el parlamento debe organizar y promover la participación ciudadana, dentro de los asuntos de su competencia. Es decir, creo que sería importante el relanzamiento del parlamentarismo social de calle como el Gobierno de Calle.
Decretar Amnistías también es competencia de la AN. No olvidemos que durante la gestión nefasta que está culminando del actual parlamento, contando con una mayoría calificada, ellos buscaron promover este tipo de medidas para crear un manto de impunidad, liberando a violadores de Derechos Humanos y criminales responsables de hechos como el 11 de abril de 2002, actos terroristas de los años 2013, 2014 y 2017 por solamente mencionar algunos. Piense en esto si está considerando abstenerse este domingo.
La discusión y aprobación del presupuesto nacional y todo proyecto de ley concerniente al régimen tributario y al crédito público. Haga un ejercicio de memoria y diga con sinceridad en estos 5 años de esta gestión parlamentaria: ¿Cuántos presupuestos aprobó la actual AN al Ejecutivo Nacional? ¿Cuántos recursos aprobó para la Educación? ¿Para los CLAP? ¿Para la salud? Razone su respuesta y luego me comenta.
Y ni hablar de la aprobación de créditos adicionales porque presumo que el silencio sería más ensordecedor que ni los grillos podría cortar.
De igual manera, un parlamento de mayoría de derecha, y si es fascista peor, entorpecería la labor del Ejecutivo para celebrar contratos de interés nacional en los casos que la ley establezca, así como entorpecería la celebración de contratos de interés público municipal, estadal o nacional con Estados o entidades oficiales extranjeras o con sociedades no domiciliadas en Venezuela. Y esto en tiempos de asedio y bloqueo, resultaría mortal.
Dar voto de censura al Vicepresidente Ejecutivo o Vicepresidenta Ejecutiva de la República, y de los Ministros y Ministras del Gabinete Ejecutivo. La moción de censura podrá ser discutida dos días después de presentada ante la Asamblea Nacional, la cual podrá decidir, por las 3/5 partes de los diputados y diputadas, que el voto de censura implica la remoción o destitución del Vicepresidente Ejecutivo o Vicepresidenta Ejecutiva o del Ministro o Ministra correspondiente.
Esta legislatura que fenecerá el 4 de enero de 2021 aplicó el mecanismo de voto de censura si la memoria no me falla, a los ministros Néstor Reverol y Luis Motta Domínguez. Menos mal que estaba en desacato y esa decisión fue nula de nulidad absoluta, porque no quisiera imaginarme un parlamento nacional de mayoría y corte fascitoide, que utilice esta atribución constitucional para crear inestabilidad dentro del Gabinete Ejecutivo y una crisis política con la utilización de esta competencia de manera irresponsable y caprichosa. Piense en esto también si está siquiera considerando abstenerse este domingo.
Esta ya la ha venido señalando en su discurso el compañero y hermano Diosdado Cabello Rondón, en los diferentes cierres de campaña a los que ha estado asistiendo: “Autorizar el empleo de misiones militares venezolanas en el exterior o extranjeras en el país”. Guaidó con este mecanismo, y de manera tergiversada (en otra oportunidad con más calma podemos volver sobre este punto) pretendió con la activación de un mecanismo tan anacrónico como el TIAR, legitimar una invasión extranjera en Venezuela. Piense en esto si se siente molesto o desanimado para ir a votar.
Las otras atribuciones, se las dejo para que las lean, y que ya otros colegas y abogados han tratado en anteriores artículos.
Pero lo cierto es que, lo repito antes de concluir estas importantes líneas, que el 6 de diciembre se abre un ciclo electoral y una bifurcación histórica, decisiva y definitoria de los destinos no sólo de la Revolución Bolivariana, sino del país, por lo menos por el próximo siglo por lo menos.
Convirtamos pues, este ciclo electoral en acto revolucionario y en desencadenante histórico que siga abriendo las anchas alamedas del nuevo ciclo de gobiernos y movimientos progresistas y revolucionarios en la América Latinocaribeña, pero con la condición, como lo dijo nuestro diputado mártir Robert Serra, que esta vez este ciclo lo hagamos irreversible.
Ahí se las dejo.
¡Independencia y Patria Socialista!
¡Viviremos y Venceremos!