El gobierno de Barack Obama emitió la orden ejecutiva N°13962 que nos declaró una amenaza inusual y extraordinaria de su seguridad nacional fue emitida el nueve de marzo de 2015 y es renovada cada año los primeros sesenta días de lo contrario queda sin efecto. El pasado 3 de marzo John Biden la ratificó. Una formalidad necesaria del gobierno gringo para poder ultrajar legalmente a las naciones que buscan construir un modelo alternativo al de la hegemonía norteamericana. Este decreto marcó una escalada crucial en el ataque permanente contra la Revolución Bolivariana que se intensificó con el asesinato de nuestro comandante Hugo Chávez. Es el mismo decreto que le aplicaron a Libia, Irak, Afganistán, Sudán, Yemen y Siria.
A seis años de la aplicación de este controvertido instrumento legal la República Bolivariana de Venezuela se ha convertido en el epicentro de la geopolítica mundial. Lo que sucede en nuestra patria es noticia de primer orden en todos los medios de comunicación del globo. El fin último es el derrocamiento de la Revolución Bolivariana a través del magnicidio, la invasión, el golpe de estado, asfixia económica, la implosión social o derrotarnos electoralmente para destruir nuestra república y articular con una élite servil que les facilite el saqueo de nuestros recursos. Todos esos escenarios los seguirán ensayando hasta lograr su cometido, hasta ahora no han podido porque las fuerzas patriotas han resistido.
Con este decreto las compuertas del bloqueo se abrieron para impedir que nuestro pueblo tuviera acceso a los medicamentos, alimentos, repuestos e insumos necesarios para el desarrollo de la vida cotidiana de toda la población. El resultado político-electoral de ese decreto fue inmediato, perdimos ampliamente la Asamblea Nacional. Ese espacio se convirtió en el centro de operaciones para legalizar y legitimar todas las acciones del ataque imperial. Decidieron implementar un plan violento que afectó la paz y tranquilidad de la nación. En lo económico se fueron cerrando las vías de comercialización en el mercado tradicional que generó escasez de los bienes y servicios que importábamos y una vorágine hiperinflacionaria que destruyó nuestro poder adquisitivo. La dinámica social se fue tornando compleja para poder adquirir todo tipo de alimentos que se desaparecieron de los anaqueles y a través del dólar paralelo genera permanentemente inestabilidad monetaria, alterando el sistema de precios que impide a las grandes mayorías adquirir los productos básicos. Las contradicciones en el escenario internacional se agudizaron constituyendo un polo de agresión contra Venezuela con en el grupo de lima y la Unión Europea.
Para enfrentar ese nuevo escenario de guerra tuvimos que pasar por un proceso intenso de reflexión y debate nacional que sigue vigente con el “Congreso de los Pueblos” convocado a raíz de una caminata espontánea de los movimientos sociales al palacio de Miraflores posterior a la derrota electoral en enero de 2016. Devino en un proceso de debates en todos los sectores de la sociedad. A partir del congreso se diseñaron una serie de instrumentos estratégicos influenciados en la filosofía de la lucha histórica de los pueblos oprimidos y que líderes estrategas como Vo Nguyen Giap dejaron escrito en el libro la Guerra de Todo el Pueblo que nos permitió desarrollar la Red de Articulación y Acción Sociopolítica (RAAS) como respuesta de la praxis ante el método de guerra no convencional y multidimensional del enemigo.
La primera respuesta contundente de las fuerzas revolucionarias fue activar la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) contenida en el artículo 347 de la Constitución de la República de Venezuela (CRBV) que cortó de tajo la violencia fascista en nuestro país. La activación del arco minero permitió conseguir recursos alternativos para adquirir bienes de primera necesidad por vías no convencionales y cubrir los gastos de funcionamiento del Estado gravemente afectados.
Un hito fundamental contra el bloqueo en el ámbito local es la creación de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) se constituyeron en la punta de lanza para la defensa revolucionaria en el ámbito social comunitario. Se convirtieron en un muro de contención frente al bloqueo criminal y una estrategia de organización y movilización de las capas populares más vulnerables.
Este instrumento organizativo se incorporó a la estructura formal del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y es parte de la estrategia de defensa popular que se ha venido fortaleciendo en los últimos cinco años y se constituyó en la base social para la defensa revolucionaria que debe elevar progresivamente y al fragor de la lucha continua sus niveles de conciencia social, política y en particular la económica que permitan convertirse en núcleos productivos para satisfacer las necesidades de las comunas y futuras ciudades comunales. Esta fuerza social debe desarrollarse, generar la sustentabilidad de sus comunidades y avanzar en la liberación de sus fuerzas productivas para burlar al bloqueo y superarlo en el corto plazo.
Las alianzas con distintos actores internacionales como el Movimiento de Países no Alienados (MNOAL) y la incorporación al proyecto estratégico de la ruta de la seda nos permitió nuevas relaciones políticas, comerciales y culturales con China, Rusia, Irán, Turquía, Bielorrusia entre otras naciones que nos han ayudado a sortear el cerco internacional del polo contrarrevolucionario. El desarrollo científico y productivo de la hermana república de Cuba y la República Islámica de irán con largas décadas de bloqueo son ejemplo de que no podemos esperar que el imperio elimine sus “decretos” de ataque. Ejemplos que deben servirnos de motivación para desarrollar nuestra potencialidad y ser autosustentables y que ninguna amenaza externa pueda doblegarnos.
Esta es una lucha prolongada en el tiempo y nosotros debemos perfeccionar nuestros instrumentos de lucha para que funcionen cada vez mejor y permitan que nuestro pueblo derrote continuamente toda la agresión imperialista.
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