"The day will come when our silence will be more powerful than the voices you are trhottling today".
Últimas palabras de August Spies antes de su ejecución.
Uno de los episodios en la lucha por la reivindicación de los derechos de los trabajadores cuya reedición en la memoria colectiva más ha perdurado, es sin duda la masacre de huelguistas del mayo de 1886 en Chicago.
Fue ese primero de mayo una fecha decisiva para los trabajadores que buscaban la implementación de una jornada de 8 horas; fue entonces cuando se dió inicio a la huelga que en los días siguientes tendría un trágico desenlace. El 3 de mayo la policía abrió fuego contra una multitud que rodeaba la empresa McCormick, y al día siguiente empleó los mismos métodos para dispersar una protesta convocada para denunciar la represión del día anterior. No existe una cuenta oficial del número de muertos o heridos, pues los manifestantes cargaron con ellos, y nunca hubo una denuncia oficial ante las autoridades por ser precisamente éstas, junto con los patronos, quienes dirigían la violencia contra los trabajadores. Esta violencia ilegal fue seguida por violencia legal-judicial, la masacre no había terminado, sólo se refinaron los métodos. En los días siguientes fueron arrestados todos los activistas socialistas de renombre, y se dictaron sentencias a la horca luego de que la corte que los juzgaba encontrara que el carácter "incendiario" de sus discursos y publicaciones era responsable de los sucesos de los días 3 y 4 de mayo, veredicto infame que fue ratificado por la Corte Suprema de Justicia de los EEUU. De los condenados (uno de los aprehendidos permaneció preso sin ser procesado), dos fueron recibieron la "clemencia" de los tribunales, y sus sentencias de muerte pasaron a cadenas perpetuas; uno de ellos, Lingg, se suicidó haciendo volar una cápsula de dinamita en su rostro; y Fischer, Spies, Engel, y Parsons, se extinguieron en la horca. José Martí, desde las entrañas del naciente monstruo imperial, escribió la desgarradora crónica de las ejecuciones.
En 1889 se colocó en el medio de la plaza Haymarket Square, sitio en el que ocurrió la masacre del 4 de mayo, un monumento a la barbarie, dedicado a los policías que actuaron ese día. En el monumento se aprecia un policía asistiendo a un colega herido, y se lee en una placa un mensaje según el cual la policía habría actuado en nombre de la "paz". La evidencia médica demostró en su momento que la gran mayoría de las heridas sufridas por agentes de la policía habrían sido causadas, en la confusión y el desorden, por balas de sus propios compañeros. El tristemente célebre monumento tuvo que ser mudado al menos 4 veces desde su instalación inicial en Haymarket, debido al repudio que generaba. En 1970, luego de que se atentara en su contra, la municipal montó guardias 24 horas al día para resguardar el monumento. Desde 1976 la estatua se encuentra en la Academia de Policía de Chicago, y sólo puede ser vista previa solicitud.
Al día de hoy los EEUU es el único país que no conmemora oficialmente el primero de mayo, y en su lugar celebran un Día del Trabajo (Labor Day) en septiembre. Los EEUU siguen sin reconocer el derecho a huelga, así como tampoco reconocen los derechos humanos en materia económica, más allá de la prédica oficial de un evangelio de libre mercado, cuyas libertades son de tal naturaleza que su ejercicio está negado a las grandes mayorías. En la mayor parte del mundo el trabajo sigue siendo una mercancía susceptible de tráfico y la actividad económica está sustentada en la explotación de los trabajadores. En general, falta mucho por avanzar en el camino hacia una auténtica humanización de las condiciones de trabajo. Pero tal como profetizara Spies, el digno silencio de los mártires de Chicago se ha tornado más poderoso que las estridentes voces de sus verdugos, y hoy acompaña a los trabajadores que tienen la esperanza de construir una sociedad justa, libre y solidaria.
timoteocuica@hotmail.com