Pareciera semántica la diferencia entre “La Política y Lo Político”, pero en realidad no lo es. Si partimos del hecho cierto de que la política es una ciencia cuyo objeto de estudio surge de lo político, de las reflexiones que hacemos en la vida cotidiana para abordar los procesos de alianzas, de participación o no en un evento electoral, o en reuniones del sindicato, o de asociaciones civiles, allí estamos hablando de “lo político” cuya finalidad es darle vida al sindicato o a cualquier asociación en donde nos involucremos y así potenciarla con nuestra participación.
En suma, cuando planificamos y diseñamos estrategias tendentes a la toma del poder político estamos hablando de “lo político”, ya que “la política” es traer a la Democracia de vuelta para revertir el proceso de destrucción masiva en la que se encuentra Venezuela, situación que no le conviene ni al gobierno ni a la oposición política y muchísimo menos a la ciudadanía que sufre en carne propia los embates de pesada crisis. De ser esto cierto, nos preguntamos, ¿por qué razón existe tanta apatía en el ciudadano de a pie?
La respuesta nos la da Hannah Arendt, quien analizó in extenso, el tema del totalitarismo en cual vivió en carne propia con el nacimiento del nazismo y observó cómo la soledad alimentó el autoritarismo. En su obra, los Orígenes del totalitarismo, llegó a escribir, “el aislamiento era el más fértil terreno del terror y era pretotalitario, de allí la propaganda totalitaria, la cual descansa en su capacidad de aislar a las masas del mundo real”. La Pandemia ha contribuido con ésta tesis en el caso venezolano, ya que conllevó a afianzar el aislamiento y se aceptó como medida positiva, aunque ya llevada al extremo cuando observamos que en las semanas “radicales” los contagiados son tantos como en las semanas “flexibles”, ha perdido eficacia. Igual sucede con la escasez de gasolina, los apagones, etc., todas han contribuido al aislamiento.
En tiempos de posverdad en que el totalitarismo es capaz de crear un contramundo, toma fuerza la razón cínica mediante la cual y pese a la caótica situación económico-social, el ciudadano se ha venido aislando del entorno social y se ha dedicado a la sobrevivencia “adaptándose” al momento circunstancialmente, y lo peor, su indiferencia y entrega ante la tragedia social.
Lo político sería que todos los factores opositores se sentaran en una mesa a analizar la gravedad del asunto, y conformaran una estrategia común para la toma del poder político, donde toda la dirigencia política, amparada en partidos junto con organizaciones de la Sociedad Civil, se conviertan en la vanguardia que pueda convencer al ciudadano común a participar de las estrategias trazadas. Para ello es indispensable seguir las recomendaciones de Arendt, “La política se basa en la pluralidad de los hombres”, así como también, “La política trata de estar juntos los unos con los otros diversos” y así podamos poner a un lado los calificativos perversos que solo potencian al gobierno.
He seguido muy de cerca posiciones de “alacranes” que no he logrado escuchar en los más “puros opositores”, entonces, marchemos todos en la conformación de una estrategia sólida y una vez conquistado el poder político cada quien verá que camino toma, pero por ahora sigamos el ejemplo de los grandes líderes mundiales que fueron capaces de relacionarse con un objetivo común que era exactamente lo que los unía, ¡derrotar el nazismo! En Chile la lucha contra la dictadura Pinochetista, o en Venezuela en aquellos momentos de la lucha a muerte contra la dictadura perezjimenista, adecos, urredistas, pecevistas, socialcristianos, hacían causa común para derrotar al dictador, ¿ y qué pasó después? Una vez que Marcos Pérez Jiménez agarró sus macundales, la Junta de Gobierno organiza el retorno de la Democracia, llama a elecciones libres y soberanas. Las elecciones convocadas para el 21N debemos considerarlas como parte de una estrategia de largo aliento, de la “transición” política, donde lo político sería presionar, nacional e internacionalmente, para adelantar las elecciones presidenciales, en el entendido que se conquiste un elevado número de gobernaciones y alcaldías, pues de lo contrario, la anti-política volvería a triunfar dando paso a la imposición o auto-imposición del autoritarismo.
El reconocimiento del Otro es imperativo, el resurgimiento del alter ego, la conformación del “nosotros” como poder estructural para lograr acuerdos victoriosos es lo político ya que es aquí donde el gobierno/psuv centran toda su estrategia, presumen que la oposición es incapaz de lograr la alianza necesaria que los pudiera poner en peligro. La racionalidad política debe imponerse entre los diferentes actores, para devolver la esperanza al pueblo venezolano.
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