Creo que el 21 de noviembre de 2021 hay que ir a votar como quien lleva a su hijo al hospital porque está enfermo, sin esperar a que nadie lo haga por él. Como quien no deja morir a su país, a su nación, a su Patria. Como quien no la abandona a su suerte, o a la amenaza de la Guerra Civil.
Creo que, frente a la máquina de votación, debemos ser conscientes de que tenemos un voto ejecutivo y un voto parlamentario. El primero elige gobernadores y alcaldes. El segundo elige diputados estadales y concejales.
Creo que el voto parlamentario sirve para expresar nuestra diversidad, nuestras distintas historias y procedencias, nuestra particular indignación o complacencia. Nuestro discurso, sea el que sea. El adeco de Bernabé Gutiérrez vota en la tecla de AD. El adeco de Henry Ramos vota en la tecla de la MUD. Y el que odia a todos los partidos y a los políticos, pero tiene un compadre en puesto salidor en la plancha de Avanzada Progresista en el municipio San Francisco, pues vota así para favorecer a su compadre. Algunos utilizaremos al voto parlamentario como reivindicación política frente al abuso y, en el Municipio Libertador de la Ciudad de Caracas, votaremos por la Alianza Popular Revolucionaria para protestar el atropello contra Eduardo Samán sin necesidad de estar de acuerdo con los postulados de ésta agrupación.
Creo que el voto parlamentario no tiene problema en ser disperso. Es más, es bueno que sea disperso, que exprese las muchas maneras de pensar y ser. El voto parlamentario es para votar por.
Creo que, por el contrario, el voto ejecutivo es para votar contra el gobierno del presidente Maduro. Votar en cada gobernación, en cada alcaldía para que el representante del gobierno no, valga la redundancia, gane. Así de simple y así de complicado. Sigo con los ejemplos anteriores pero ahora en el estado Lara. El adeco de Henry Ramos y el adeco de Bernabé Gutiérrez votan por Henry Falcón a la gobernación, cuyos números hacen de Lara una excepción en la que el PSUV no es la primera minoría. La coincidencia ciudadana no erraría ese tiro al piso porque la segunda minoría es la del PSUV. Por eso, en las gobernaciones o alcaldías donde el asunto no esté tan claro como en Lara, he propuesto la guiatura, ojo a la palabra, de un pool de cinco empresas analistas de opinión pública: Datanálisis, Delphos, Datincorp, Varianzas y Consultores 21 para que nos digan quien tiene cuáles números y, en base a eso, con la discusión pertinente, tomar una resolución sin violar nuestras convicciones éticas, que esté orientada a unificarse en torno a quienes, en cada gobernación, en cada alcaldía, tengan los números que hagan factible derrotar a la candidatura que represente al gobierno del presidente Maduro. Ésta, que no pretende ser una regla, tiene para mí una excepción y un ojalá.
La excepción es el Municipio Simón Planas del estado Lara. Si votara allí lo haría por Ángel Prado y en cualquiera de las teclas del llamado Gran Polo Patriótico, menos en la del PSUV, que fue el partido que impidió que esa candidatura, hija de la lucha del pueblo, se manifestara mucho antes. En el voto parlamentario también votaría por la plancha de concejales de la Alianza Popular Revolucionaria para recordarle a Ángel Prado quiénes no lo dejaron morir cuando el PSUV lo pisoteó.
Ojalá que, en el Municipio Libertador de la ciudad de Caracas, las encuestas le den muy malos números a Tomás Guanipa porque yo, por ese ciudadano, no voto aún a riesgo de la bota militar pero, en fin.
Creo en que ese voto ciudadano pícaro, inteligente y coincidente puede pasar en toda Venezuela.
Creo que si pasa eso, el 22 de noviembre amaneceremos a un país lleno de posibilidades. Incluida la del Referendo Revocatorio Constitucional a partir del 10 de enero de 2022.
Creo que si no pasa eso, amaneceremos al peor de los países posibles. A uno con el autoritarismo neoliberal, entreguista y represor legitimado.
Creo que éste no es asunto de partidos sino de personas. De ciudadanas y ciudadanos.
Creo que aquí se impone una coincidencia más que una unidad. No estamos unidos en relación a lo que queremos. Estamos unidos frente a lo que no queremos y no queremos al gobierno del presidente Maduro. Eso es una coincidencia. Expresémosla.
Creo que esto es asunto del instinto de sobrevivencia.
Creo que nada catapultaría más nuestra esperanza de un país justo, libre, solidario, incluyente, diverso, soberano.
Creo, finalmente, que el juego no se acaba hasta que se termina.
Caracas 15 de octubre, 2021