Mire que en este país si como que hay idiotas y más allá de ello sujetos carentes de eso que llaman personalidad y que mi abuela calificaba de piltrafas humanas o, también, seres indeseables.
Me decía ayer un amigo de muy alta preparación moral, profesional e intelectual, que un conocido suyo que labora como profesional en el SENIAT le ha había dicho que el domingo pasado (11/02) lo obligaron sus jefes, junto a otro grupo de sus compañeros, a barrer las calles de una barriada marginal de Caracas.
Más allá de ver en ese trabajo algo vergonzoso, lo cual en lo absoluto lo es, mi respuesta inmediata a mi amigo fue que le habían mentido, porque si eso hubiera ocurrido ciertamente, el propio SENIAT se habría encargado de anunciar con anticipación y dentro de una apropiada cobertura mediática ese loable trabajo voluntario y más aún si el mismo se hacía en beneficio de un colectivo de los más pobres del país como una manera de dar un magnífico ejemplo de solidaridad. Pero, por otra parte, le agregaba, tengo la convicción plena de que si ese conocido tuyo participó de esa actividad y no quería hacerlo, es porque es un miedoso cobarde y de los muy peligrosos, pues así como pasivamente obedeció a una orden que no podía ser tal ya que se trataba de un trabajo que ninguno de esos funcionarios debía hacerlo sino voluntariamente, es capaz de involucrarse en cualquier acto, inclusive de esos que se planifican y se ejecutan a diario para estafar de alguna manera al Estado.
Este tipo de cuentos es parte de los miles que todos los días algunos sectores enfermizos de la oposición inventan para intentar desacreditar al gobierno del Comandante Chávez, a falta de argumentos de fondo y ciertamente abonados en algún tipo de hechos tomados de la vida real. Son historias falaces recreadas en el marco de un odio visceral al presidente, con las cuales se puede hasta editar un libro, pues son incontables.
De manera que como aleccionadora conclusión de ese cuento sumamente extraño e inconcebible porque el voluntarismo deja de ser tal cuando media la imposición y nos doblegamos a ella, se debe tener el especial cuidado, en lo sucesivo, de comenzar a conocer la calidad humana de quienes nos acompañan en el trabajo comunitario de solidaridad revolucionaria, como un primer paso que nos permita no solamente poner al descubierto a ese tipo de sujetos, sino generar las debidas estrategias que nos permitan contrarrestar de manera efectiva sus patrañas a fin de que causen el menor daño posible y más allá de eso lograr, de alguna forma, que muchos confundidos que andan por allí todavía terminen de convencerse que la revolución es la única opción para una vida de justicia, de dignidad y de crecimiento en solidaridad que garantiza la libertad, la paz y la soberanía de nuestro pueblo.
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