Nadie me quita la comida de la boca, no señor, nadie

Les estoy escribiendo otra vez desde mi teléfono ya que mi computadora fue recientemente destruida por el actual Estado venezolano.

(Esta es la séptima computadora mía destruida por el actual Estado venezolano en ocho años debido a las continuadas y masivas fallas eléctricas que crean un fenómeno destructivo de capacitancia eléctrica dentro de algunos componentes de la computadora aún teniendo un protector, lo cual poco a poco va destruyendo la computadora. Más seguidos los apagones y las fluctuaciones eléctricas, más rápida la destrucción.)

Ahora, lo que quiero decir, y espero que esto sea corto porque no me gusta escribir desde un teléfono, es que jamás en mi vida he aceptado --- de ninguna manera --- que nadie me quite la comida de la boca, o sea, que nadie me quite mis herramientas de trabajo … sin por lo menos vengarme y enseguida recuperarlas.

Nadie en este Universo me hace eso sin pagar las consecuencias.

(Mi computadora es --- era --- mi principal herramienta de trabajo.)

Ven, es que así cómo lo es para la inmensa mayoría de las poblaciones comunes y corrientes del mundo, y durante toda la historia de la humanidad, las herramientas de trabajo siempre han sido vitales para la sobrevivencia y para el digno bienestar de la familia.

¿No es así?

Sí lo es.

Lo que quiero decir es que, la persona que me arrebata mis herramientas de trabajo, pagará, siempre, sin excepción, y no me importa quien fuera esa persona, podría ser un socio, un competidor, o un vecino, así como podría ser un hermano, un ex amigo, o el presidente de algún país, a mí no me importa, nadie me quita mis herramientas de trabajo, nadie, jamás.

La primera vez que eso ocurrió fue cuando tenía siete años de edad y un grupo de cuatro muchachos intentaron impedirme de trabajar llevando encomiendas para los viejitos desde el supermercado a sus casas en mi recién comprado carrito rojo de metal. Me cayeron a golpes, entonces me fui, pero regresé con un palo y les caí a los cuatro a palos y ellos de fueron llorando para jamás regresar.

La segunda vez fue cuando un socio y hermano mío me engaño y me forzó --- a raíz del engaño --- a hacer bancarrota. Me demoré cinco años en vengarme, pero me vengué. Le robé tres de sus mejores clientes dejándolo a él en una situación financiera muy precaria que al final lo llevó a él a la quiebra.

La tercera vez no ha ocurrido todavía, pero ocurrirá.

Ven, es que después de haber tomado en consideración todos los factores, especialmente el hecho de que durante varios años y de manera continuada antes del 2010 yo ganaba mi vida (mi pan) aquí en Venezuela redactando patentes vía el internet y la telefonía (debía hacer muchas llamadas al extranjero para conseguir datos técnicos) para mis clientes extranjeros durante los meses que me la pasaba aquí en Venezuela viajando como corresponsal (pero viviendo en el extranjero), decidí de finalmente mudarme a Venezuela de manera permanente en el 2010, lo cual hice … ya que los servicios de internet y de telefonía eran de suficiente buena calidad para garantizar poder ganarme mi pan de cada día aquí en Venezuela sin problemas … sin embargo … de manera totalmente inesperada, después de haber dejado todo en Canadá para mudarme a Venezuela, a partir de finales del 2013, el sistema de internet y de telefonía venezolano empezó a caerse a pedazos (hasta hoy en día).

O sea, el actual jefe de Estado venezolano permitió --- y aún propició en mi estimación --- la quiebra del sistema público de telecomunicaciones del país.

La última patente que pude redactar (mi pan de cada día) fue a mitades del año 2014, lo cual me forzó a buscar otras maneras de generar mis ingresos, pero cada vez que intentaba montar un nuevo proyecto, desaparecían las herramientas necesarias.

Primero fueron las pinturas acrílicas para mis cuadros artísticos (puedo ganar mi vida como pintor, entre otras cosas), después fue el lienzo, y así sucesivamente, desaparecieron todas las herramientas que necesitaba. Después empecé a producir vino, y desapareció la fruta (fresas), después la levadura, después el azúcar. Enseguida empecé a fabricar sillas plegables de madera, y desaparecieron el papel lija, el barniz, y finalmente la madera.

O sea, a raíz de la extremadamente mala gobernanza de nuestro país desde el 2013, todas la herramientas que me permitirían ganarme una vida digna de manera productiva y honesta, me han sido arrebatadas, todas, además, han sido arrebatadas, no solo para mí, sino para millones de venezolanos y venezolanas, con una actitud excepcionalmente prepotente, descarada, y en mi opinión criminal por parte del actual jefe de Estado venezolano, el responsable mayor de habernos arrebatado nuestras herramientas (nuestro pan de cada día), y eso, en mi libro, es totalmente inaceptable.

Eso no se hace.

Él y su banda nos han hecho exactamente lo que esos malvados muchachos me hicieron cuando yo tenía siete años de edad.

Y eso no lo acepto, no señor.

Nadie debería aceptarlo, no, no, no.

Ahora, hay muchas maneras de vengarse de quiénes le habrían quitado a uno el pan de la boca, ¿verdad?, pero, aquí no estoy hablando de encarcelar a nadie, ni de torturarlos, ni de desaparecerlos, ni de asesinarlos así como lo hace regularmente el actual Estado venezolano bajo el mando del actual jefe de Estado venezolano, no, no, no, yo jamás caería a tal bajo nivel de podredumbre humana, no, no, no señor, jamás, yo no soy ningún salvaje, no soy ningún cavernícola, ni soy ningún psicópata que recurre a ese tipo de vil y perverso comportamiento para vengarme, no señor, yo, como el adulto mayor que soy (ya no tengo siete años de edad para caerles a palo a nadie), uso métodos más modernos y mucho más efectivos, pero estos se demoran un tiempo, años y aún décadas, y es así que me vengaré.

Verán.

Nadie me quita la comida de la boca, no señor, nadie.

(Para que sepan, todavía no sé cómo lo voy a hacer, les avisaré cuando sea el tiempo propicio. Esto no puede seguir así. Esto no seguirá así. Suficiente es suficiente.)

 



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Oscar Heck

De padre canadiense francés y madre indígena, llegó por primera vez a Venezuela en los años 1970, donde trabajó como misionero en algunos barrios de Caracas y Barlovento. Fue colaborador y corresponsal en inglés de Vheadline.com del 2002 al 2011, y ha sido colaborador regular de Aporrea desde el 2011. Se dedica principalmente a investigar y exponer verdades, o lo que sea lo más cercano posible a la verdad, cumpliendo así su deber Revolucionario ya que está convencido que toda Revolución humanista debe siempre basarse en verdades, y no en mentiras.

 oscar@oscarheck.com

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