¡La mayor suma de felicidad la tienen los chavistas! Encuentran fechas por todas partes para conmemorar y celebrar. No se les escapa nada. Ya convirtieron el mes de abril en un mes chavista, y salen a celebrar que todo once tiene su trece, y muchas cosas más, y ahora le toca a julio. En julio arrancan con el 5 de julio y le caen encima a la independencia, después viene el nacimiento de Simón Bolívar, y aquello es una fiesta chavista como que el libertador fuera de ellos, y nosotros, claro, nosotros ni de vaina nos aparecemos por ninguna parte no vaya a ser que Simón Bolívar se despierte y la agarre con nosotros. Y vienen los 455 años de Caracas, y al carajo los enfermos. Les importa muy poco que Diego de Losada haya matado un montón de indios para fundar la ciudad, a ellos les interesa la fiesta, la Caracas bella y limpia Y no es un día, es una semana de fiesta, un mes, y carajo, cómo hacen para celebrar tanto. Después encontraron que hace doscientos años Bolívar se reunió con San Martín, y allí viene otro congreso y otro montón de reuniones y vienen los historiadores a recordarnos que la historia es ese encuentro, que allí está el génesis de la unidad latinoamericana, la fundación de la integración, y vaya usted a saber. Y luego viene lo máximo, el 28 de julio es el nacimiento del dictador anterior y allí no se se salva nadie, y uno aprovecha para quedarse en su casa mientras se acaba la fiesta, y el sol nos dice que llegó el final.
Si nosotros fuéramos serios, también tendríamos un montón de fechas para celebrar. Lo que pasa es que seguramente nadie anota un carajo. Por ejemplo, el día que recibimos la empresa Monómeros. Esa es una vaina para hacer un fiestón. El día que nos entregaron Citgo, no joda, esa es otra fecha histórica. El día que el interino se reunió con el compañero Trump, esa vaina es para pasarla todo el día por la Telesur nuestra, que todavía no sabemos qué paso con eso pero sí sabemos qué pasó con los reales que se dieron para armarla. También podemos celebrar el encuentro y abrazo del interino con los Rastrojos. Esas fechas nos hacen falta. Esas fechas están armando nuestra historia. Así como la dictadura recuerda el 30 de abril como la batalla de los plátanos, nosotros también debemos recordarla pero como un acto heroico. En fin, que fechas hay que jode, lo que no hay es entusiasmo. Ya nosotros no celebramos ni el cumpleaños del compañero Rómulo Betancourt, ni siquiera Espoleta Allup lo recuerda, y del día de Carlos Andrés Pérez solo se acuerdan los que a estas alturas todavía quieren sacarle provecho vendiendo libros y contando vainas. Solo al poeta Leopoldo se le ocurrió compararse con Mandela y aquella vaina fue de atángana, como dicen los portorriqueños. Comenzó a decir que él era el Mándela venezolano, y ni de vaina, aquello no pegó con nada, y lo peor es que antes había dicho que era familia de Bolívar, y la burla fue ancha y ajena. Porque como diría el compañero Luis Herrera, bueno es cilantro pero no tanto.
El papá de Margot llegó abrumado. Moviendo la cabeza de un lado y otro y diciendo: "La plaza Bolívar es una fiesta. Uno no sabe qué están celebrando hoy, pero esos chavistas se cogieron todas las fechas para ellos. Tarantines y quioscos y canciones y no se puede pasar por ninguna parte porque los espacios públicos no son públicos, son chavistas" Y así mismo, murmurando para él solo, llegó hasta el cuarto y agarró la puerta y nos vio a Margot y a mí y no dijo nada, pero le metió un coñazo tan duro a la puerta que la vecina gritó: "Me rindo. No disparen más"
-Simón Bolívar, Simón.- me canta Margot