A quien le duele los desmanes o cosas incorrectas que los hijos pudieran realizar, es precisamente a los padres, no es el vecino quien deba corregirlo y orientarlo, nada le preocupa o le interesa a un extraño el comportamiento incorrecto de nuestros muchachos, somos los padres quienes sentimos, nos duele o nos preocupa lo que a ellos les ocurra en la vida.
Las correcciones, las observaciones y hasta los castigos son nuestra entera responsabilidad, nos duele cualquier error que puedan cometer o cualquier riesgo en que pudieran encontrarse. De allí se deriva que a veces asumimos conductas fuertes y aleccionadoras, para alertar y corregir cualquier descarrilamiento que se asome.
Igual ocurre en el mundo político y social, a quien nos duele el destino de este proceso revolucionario que hemos intentado establecer, es precisamente a quienes tenemos comprometido el pellejo en la construcción de una sociedad más justa y mas humana. Duele ver a funcionarios indolentes, a ministros perezosos y lentos, a directores y gerentes públicos haciendo lo indebido, practicando políticas que obstruyen el normal curso en la construcción de la nueva sociedad, y asquea observar tanto alabardero que solo se encargan de aplaudir lo que su jefe hace, sin detenerse a mirar si es lo correcto.
Duele ver a quienes se les ha encomendado la tarea de facilitar el tránsito hacia el socialismo, sean los enterradores de los sueños de miles de hombres y mujeres que através de la historia han dado su vida a la tarea de soñar la nueva sociedad, distinta y prospera. Eso duele, y hasta nos quita el sueño, por eso nuestros eventuales latigazos a la hora de decir las cosas que decimos.
Difícil será corregir un error sino logramos identificarlo a tiempo, si es un trabajo en equipo alguien debe alertarnos, alguien debe pegar el grito para frenar el carro que va hacia el despeñadero.
Los errores opositores y de nuestros abversarios, que los corrijan ellos, de los nuestros nos encargamos nosotros.