El capitalismo salvaje continúa su paso apocalíptico

Hasta ahora son pocos los pueblos –en su mayoría progresistas—que han tomado en serio los estragos que está cometiendo a mansalva el capitalismo salvaje contra la humanidad en su afán desmedido de lucro y ansias de poder a expensa de toda forma de vida en nuestra Madre Tierra.

La Organización Mundial de la Salud (OMS), ha sobre el número de fenómenos meteorológicos extremos que se registran cada año que están batiendo récord por su intensidad y siguen emitiendo gases de efecto invernadero en la atmósfera, por lo que la vida humana en el planeta puede llegar a ser insostenible.

Nueve de cada diez personas en el mundo respiran un aire contaminado y alrededor de siete millones de personas mueren cada año por la exposición a las partículas finas, según los nuevos datos presentados por la OMS.

La contaminación ambiental causa la muerte de 12,6 millones de personas al año, según datos de la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medioambiente.

Más del 25% de las muertes de niños menores de cinco años y el 23% de las muertes que se registran cada año se deben al deterioro del medio natural.

El impacto más dramático es la pérdida del hábitat de millones de especies. El 70% de los animales y plantas que habitan los bosques de la Tierra no pueden sobrevivir por la deforestación que destruye su medio.

Estudios indican que las selvas tropicales y los bosques pluviales podrían desaparecer completamente en los próximos años si continúa el ritmo actual de deforestación.

Desde el Protocolo de Kyoto (1997), las emisiones de los países desarrollados se elevaron en un 13% y de ese volumen el 57% corresponde a EEUU.

La reunión mundial de Copenhague (2009), pese a la catástrofe ecológica que amenaza al género humano, fue abortada por EEUU.

Los gobiernos imperialistas están sin dirección para contener el asfixiante y venenoso dióxido de carbono.

En apenas 200 años se están agotando los hidrocarburos que la naturaleza en 400 millones de años tardó en formar.

La población mundial ha pasado de los casi 1.000 millones en el año 1800 a más de 6.000 millones en el año 2000 y el 30 de octubre de 2011 alcanzaron los 7.000 millones de habitantes en la Tierra.

Si las tasas actuales de crecimiento de la población continúan al ritmo actual, la población mundial crecerá de unos 7 mil millones en la actualidad a 11 mil millones en el año 2050.

Alrededor del mundo más de 200 millones de mujeres quieren evitar el embarazo, pero carecen de la anticoncepción; otros datos estadísticos apuntan que entre los 1,3 millones de personas en el mundo que viven en la pobreza absoluta, el 70% son mujeres. Y nacen diariamente más de 200 mil infantes.

La naturaleza se ha convertido en el mayor obstáculo para el capitalismo salvaje. Para este régimen criminal la globalización implica no sólo el objetivo de un gran mercado universal marcado por las pautas del liberalismo más cruel, sino el control total de las conductas (mentes), para impedir la simple posibilidad de insinuar, discernir, disentir o practicar la disidencia.

Con independencia de si los economistas y líderes mundiales están realmente ciegos ante el peligro ecológico, se comportan de tal manera que es mejor no hablar de este caos universal.

El sistema capitalista es un subsistema del mundo natural, al que no abarca el capitalismo salvaje.

El capitalismo trata al consumo de los recursos renovables y no renovables como su "capital natural" como si fueran ingresos o contribuciones, pues para éstos la naturaleza es sinónimo de bienestar económico.

La economía capitalista actúa al margen de la naturaleza y algunos de los umbrales son hartamente conocidos: la desaparición de la capa de ozono, el cambio climático, el deterioro de los habitas como la tierra para la agricultura, el colapsos de las zonas marinas, los recursos hídricos, entre otros por el mismo estilo.

Ni los grandes capitalistas ni las personas acaudaladas podrán librarse de las consecuencias de la degradación ecológica que avanza a pasos acelerados.

El capitalismo salvaje "ignora" los bienes y servicios obtenidos de la biosfera. La contaminación, los residuos y el calor que se devuelven a la biosfera no se miden como costes. Los costes ecológicos reales se repercuten en el exterior y, como tales, han de ser soportados por la humanidad y el planeta en su conjunto.

Si las emisiones de gases de efecto invernadero siguen subiendo, principalmente por el uso de los combustibles fósiles y la deforestación, el número de víctimas por contaminación puede verse superado por el número de muertes causadas por el cambio climático, y más concretamente por el aumento de las temperaturas y los fenómenos meteorológicos extremos.

"Vemos el Acuerdo de París como un acuerdo fundamental de salud pública, posiblemente el acuerdo de salud pública más importante del siglo. Si no afrontamos el desafío climático, si no reducimos las emisiones de gases de efecto invernadero, estaremos debilitando los factores ambientales que influyen en la salud y de los que dependemos, poniendo en peligro el suministro de agua, alterando la calidad aire o socavamos la seguridad alimentaria," dijo Diarmid Campbell-Lendrum, líder del equipo de la OMS sobre el cambio climático.

Entre tanto el único "Plan B" con que cuenta la humanidad es el sustentable sistema socialista.

Esto es un hecho histórico verificable. "Socialismo o barbarie.



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Alberto Vargas

Abogado y periodista, egresado de la UCV, con posgrado en Derecho Tributario y Derecho Penal. Profesor universitario en la cátedra de Derechos Humanos

 albertovargas30@gmail.com

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