Mientras continuemos reproduciendo una educación que nos enseñe a obedecer y no a pensar seguiremos montados en lo que justamente se está combatiendo:
Al dominio o dominación que durante tres siglos ha perpetuado el criminal sistema capitalista, mecanizando y en el peor de los casos idiotizando la población.
La educación debe organizarse en torno al trabajo productivo y así poder superar la escisión de los humanos entre sí y también su original unidad con la naturaleza.
Deben sentarse las bases para una educación socialista centrada en la libertad y no en el dogma obcecado de la intransigente disciplina autoritaria con una relación entre docente y alumno dinámica y no mecánica, horizontal y no vertical.
Tenemos una educación estructurada para sostener y apoyar la autoridad de la clase dominante en el poder, en las escuelas, liceos y universidades, en la que se forja la cultura de la clase dominante y es allí donde emergen los lacayos servidores acríticos e incondicionales del criminal capitalismo salvaje.
La educación en el marco del sustentable sistema socialista es la formación coherente y sistemática del estudiante integralmente desarrollado, forjado con sentido patriótico para la lucha, dotado de una ética y moral revolucionaria.
Es vincular al desarrollo integral del educando con la reestructuración de las relaciones sociales y con el activo papel que corresponde en este proceso de integración en el aprendizaje.
La labor de educación debe ser una actividad revolucionaria y transformadora con sólidos cimientos socialista basado en cuanto a comprensión y asimilación de la situación económica, política, cultural y social de la sociedad que es uno de los criterios básicos del sistema socialista.
La médula de la educación socialista es la formación de los individuos con una cosmovisión científica, la fidelidad abnegada a la causa del pueblo y a los ideales socialista, el amor a la patria socialista y al internacionalismo proletario.
El conocimiento de la teoría socialista debe estar orientado hacia la comprensión de la historia y el desarrollo socioeconómico y político de la sociedad, aunado al discernimiento de los acontecimientos internacionales y de sostener una intransigente lucha contra el capitalismo salvaje.
Estos objetivos tienen vialidad tras una educación integradora y contextualizada desde una perspectiva socialista, solidaria y en un plano de igualdad. Lo contrario sería la disociación, que es justamente la pretensión de la ideología dominante que dimana el capitalismo salvaje.