Para el momento en que escribimos estas líneas, restan 45 días para las elecciones presidenciales en la República Bolivariana de Venezuela. Es decir, resta exactamente un mes y medio para la realización de unos comicios que definirán el destino del país, de la República Bolivariana de Venezuela por lo menos por los próximos 50 años.
Indudablemente nos encontramos en una campaña electoral "sui generis", ya que en otros escritos anteriores explique lo que a mi juicio es la situación. De acuerdo al cronograma aprobado por el Consejo Nacional Electoral (CNE) el 5 de marzo del presente año, la campaña electoral "inicia" el jueves 4 de julio hasta el 25 de julio de 2024. No obstante, por vía de facto o de hecho más allá de las formalidades jurídicas, desde el 1 de enero de este año 2024 nos encontramos en campaña electoral.
Si nos circunscribimos a los tecnicismos jurídicos o del cronograma del Consejo Nacional Electoral (CNE) a la fecha de hoy, jueves 13 de junio de 2024 no nos encontramos en campaña electoral sino en precampaña. Y este es un elemento que ha traído un sinfín de debates porque en nuestra legislación esta precampaña no está regida legalmente y de ahí las opiniones de diversos actores políticos para descalificar acciones que por ejemplo el Ejecutivo Nacional ha adoptado en cumplimiento de sus atribuciones constitucionales y legales. Tal vez en un futuro no muy lejano algunas regulaciones puedan darse sobre este aspecto.
Pero no es de ello a lo que precisamente queremos referirnos en las opiniones que queremos compartir con todas y con todos ustedes en las siguientes líneas.
La visión prospectiva que hemos tenido en el marco de los conflictos agonales que afronta nuestro Estado-Nación no tiene que ver con lo que muchos y muchas en este país sabemos desde hace rato: El triunfo del chavismo de la mano del Presidente Nicolás Maduro el próximo 28 de julio. Pero hay algunos elementos que en intervenciones públicas he señalado y que ahora las plasmo de manera escrita.
Y es el tema de la denominada brecha electoral. Y esto estriba en no discutir el triunfo de Maduro el próximo 28 de julio que lo tenemos bien claro, sino por cuanto gana Maduro o la diferencia que éste sacará con respecto al candidato que llegué de segundo en los comicios, aunado a los niveles de participación en las elecciones. Justamente sobre este último ítem es al que quiero referirme en el presente escrito.
Bueno es que recuerde que, de acuerdo al ordenamiento jurídico vigente en nuestro país, el nivel de participación en elecciones no legitima o invalida en términos legales las mismas. Basta recordar, para muetsra un botón, las elecciones presidenciales de 1993 donde Rafael Caldera fue electo por segunda ocasión como Presidente de la República, donde gana con el 32% de los votos en aquella oportunidad emitidos y con una abstención que rondó si la memoria no me falla, en un 80%. Y, sin embargo, nadie se atrevió a cuestionar la denominada "legitimidad de origen" de Caldera.
Hoy en día, en el marco de la guerra no convencional a la que ha sido sometida la República Bolivariana de Venezuela, con la Orden Ejecutiva 13.692 del 9 de marzo de 2015, popularmente conocida como "El Decreto Obama" y que yo me he permitido agregar el apellido del actual mandatario estadounidense, Joe Biden, quien en ese momento era vicepresidente de ese país, más el fenómeno de la migración inducida por esta situación de muchos y muchas connacionales de nuestro país, esto sin duda ha tenido su peso y su incidencia en los niveles de participación electoral en nuestro país.
Esto por la sencilla razón de que muchos de los migrantes venezolanos y venezolanas al irse de nuestro país, migraron en su mayoría a países hostiles al nuestro, que son los primeros que nos exigen la realización de elecciones que cumplan con los estándares internacionales de occidente, más no facilitan a nuestros connacionales que se encuentran en los suyos y a nuestras representaciones diplomáticas o consulares la posibilidad de registrarlos para garantizar su participación política en comicios de impacto nacional en Venezuela.
De ahí que, a la hora de la celebración de los comicios, en este caso los presidenciales, se registre en ocasiones una abstención "elevada". Creo que pocos analistas en sus apreciaciones no han tomado en cuenta el peso de la migración venezolana en los índices de participación electoral en nuestro país por las consideraciones que acabamos de realizar en párrafos precedentes.
Por ejemplo, en las elecciones presidenciales del 20 de mayo de 2018, que fueron las más recientes y donde el Presidente Maduro triunfó con un 67% de los votos emitidos en aquella oportunidad, la abstención se ubicó en un 52%. Esto a simple vista, pudiera indicar que ha sido uno de los niveles de abstención electoral para elección presidencial alguna en Venezuela más altos de los últimos 25 años. Pero nadie en sus análisis ponderó el peso de los venezolanos y las venezolanas en el exterior.
Igual ocurrió en el referendo consultivo del pasado 3 de diciembre de 2023 donde nos pronunciamos sobre el tema de nuestra reclamación histórica de la Guayana Esequiba. Donde se registró uno de los niveles de participación más altos con casi 10 millones de venezolanas y venezolanos que votamos en dicha consulta de un padrón de 21 millones de electoras y electores. Si validáramos como ciertas las cifras de la denominada Organización Internacional de las Migraciones (OIM) de que han migrado de Venezuela 7 millones de venezolanas y venezolanos, entonces tendríamos que indicar que la participación electoral en ese referendo se ubicó en un 65 a 70% de participación real y efectiva.
Señalo esto porque hemos notado el debate y las diatribas sobre el papel de las encuestas de cara a las presidenciales en Venezuela del próximo 28 de julio. Pero pocos analistas han señalado que muchas de esas encuestadoras han indicado que la participación electoral el 28 de julio se ubicaría en un 70%. En lo personal no creo que sea así.
Esto lo indicamos porque también hemos hecho nuestros estudios y sondeos, y si tomamos en cuenta el universo total de las personas registradas en el padrón electoral del CNE de 21 millones de electoras y electores, los números de participación que nos arroja estás cercanos a los promedios históricos que hemos señalado (48% del padrón electoral tanto de las presidenciales de 2018 y 50% del referendo consultivo del 3 de diciembre de 2023).
Repito, como activista de Derechos Humanos, pero sobre todo como abogado, los niveles de participación en comicios o elecciones en nuestro país no validan o invalidan dicho proceso. Cosa distinta en el caso de los referendos, pero eso no es tema del presente análisis que estamos compartiendo. Pero en términos políticos y de la actual coyuntura, tomando en cuenta la Guerra No Convencional y las Medidas Coercitivas Unilaterales que los gringos nos han impuesto, una movilización electoral que ronde el 50% del padrón electoral hacia arriba sería excelente y muy buena, además de legitimar, valga la redundancia, en términos políticos la elección presidencial del próximo 28 de julio.
Dentro de la estrategia y la narrativa de catalogar los comicios del próximo 28 de julio como no creíbles y fraudulentos por parte de los voceros de la extrema derecha venezolana, el tema de la participación electoral en las presidenciales será una carta que se van a jugar sobre todo para el cuestionamiento de la legitimidad "de origen" del nuevo mandato que obtendría el Presidente Nicolás Maduro. Por eso es que hemos querido indicar esto como un primer elemento del tema de la brecha electoral de la que en múltiples oportunidades nos habló Chávez. Porque ellos saben muy bien que esto no es un problema jurídico o legal sino político.
Pero, para más inri como lo diría el periodista y brillante analista Alberto Nolia, es que algunos de los escenarios que muy probablemente plantearemos en próximos escritos nos han ocurrido ya. Incluso en las elecciones presidenciales sobrevenidas del 14 de abril del año 2013.
Así que, como indican los militares: ¡Pendiente y vista!
¡Bolívar y Chávez viven y sus luchas y la Patria que nos legaron sigue!
¡Independencia y Patria Socialista!
¡Viviremos y Venceremos!