Cuando hablamos del 28 de julio de 2024, no hay dudas que será un día de calma, los esfuerzos de movilización que los candidatos tienen preparados, independientemente de lo que dicen las encuestas, continuarán. Las elecciones se harán con el estricto protocolo establecido, no hay espacios para fraudes de ningún tipo. Los resultados, debidamente escrutados y validados se presentaran en cadena nacional a más tardar las dos de la madrugada del 29 de julio. Cerca de 5 millones de personas con derecho a voto están ausentes del país y por ende votarán unos pocos que no llegan a cincuenta mil. Los países que albergaron a nuestros connacionales maltrataron nuestro gentilicio, promovieron actos contra nuestras embajadas, favorecieron las medidas coercitivas y algunos aplicaron medidas contrarias a los que permanecimos aquí, con esas acciones cerraron las relaciones políticas internacionales al mínimo, y aunque suene extraño, confiscaron el derecho de los migrantes a votar. No hay incertidumbre con respecto a ese día. Habrá un ganador oficial de las elecciones. Tampoco será extraño que en los comandos de campaña unos estén fingiendo estar alegres y otros estarán alegres de verdad. Quien gane enviará un mensaje de paz e invitará a conciliar el sueño causado por el agotamiento del largo día que pudo durar hasta de 72 horas de alertas y rumores. Los estimados de abstención son el 35 % del padrón electoral. Y eso no sorprenderá a nadie.
Después de ese sueño reparador, comenzarán las escaramuzas, los rumores, que don Pedro quien murió en Semana Santa pasada de una insolación en la playa, aparece votando; que se llevaron preso a alguien porque borracho insultó a un guardia nacional; que en una mesa votó todo mundo, y eso es increíble; que las actas de un comunidad yanomami se perdieron al naufragar un bongo que traía los resultados para Puerto Ayacucho; y se dirán otras cosas que he escuchado desde 1968, cuando voté por primera vez. Sobre esta primera fase de un ganador, tampoco hay incertidumbre, sucederá lo mismo, comienza un nuevo período de deslegitimación.
Entonces, entramos en la verdadera zona de la incertidumbre, cuando los rumores que se expanden como la luz dominan la masa amorfa que no fue educada para la política sino para la pasión del partidismo, y la con idea que son los únicos que tienen razón. Si el resultado fuese favorable al candidato Maduro, gana el continuismo, con ese veredicto popular ganan también los militares que gobiernan el país de punta a punta, y ganan los que decían que no votarían por el candidato Maduro, pero el susto de una mujer cruzando ríos a nado, entre anacondas y cocodrilos, les hizo cambiar de parecer. También ganan los adecos que hechos los bolsas están enfrentados a sus siempre enemigos naturales, los socialcristianos que apoyan al candidato que tuvo dentro de la oposición, la mejor opción de triunfo, y le falló la labia. Si el resultado favorece a la derecha, comenzará un agite para formar comisiones de enlace, y para pedir que se adelante la entrega del poder, porque un programa parecido al de Milei no puede esperar hasta enero. En esa incertidumbre puede aflorar a un estado de conmoción popular, advertida por una caricatura en la que un lobo le dice a las ovejas que de triunfar se haría vegetariano.
En todo caso, la incertidumbre pasa por el no reconocimiento del otro. Y aparecen los salvadores de la patria sugiriendo nombres para dirigir los destinos de este hermoso país, incomprendido porque somos eso, gente que no quiere vivir en un clima de estabilidad política desde 1830. No creo que venga un golpe de Estado pero la gente dice es que lo que parezca un gobierno de choque contra 25 años de programas sociales que frenaron un estallido social, provocará un estadio de violencia, no visto ni en los años en que la derecha lanzó a a su gente a la calle, con las consecuencias nefastas que son ahora parte de la historia.
Falta un mes para que comience la verdadera incertidumbre. Este es el momento en que los poetas hechos los locos solo hablamos de mariposas amarillas con alas de cristal.