Los dirigentes de la Humanidad están dementes, la conducen a su destrucción. ¿Quién puede pensar que un dirigente que amenaza con una guerra atómica es un humano razonable, cuerdo? ¿Quién puede dudar de la insania de los gobernantes que ante la amenaza nuclear ven para otro lado, no hacen nada para impedir la locura? ¿Quién puede dudar de la enajenación de una Humanidad que convive con el acopio de miles de bombas atómicas capaces de destruir el planeta cientos de veces?
En horas pasadas putin, el presidente de Rusia, mostró los colmillos atómicos: En la guerra de Ucrania usó misiles de largo alcance capaces de llegar a cinco mil o nueve mil kilómetros, lo que califican los expertos como una advertencia a las potencias que colaboran con Ucrania. Los misiles pueden transportar armas atómicas, son hipersónicos, difíciles de parar.
El suceso es una evidente escalada de la guerra en Ucrania hacia una guerra atómica. Algunos expertos hablan ya con certeza que estamos en presencia de la tercera guerra mundial, que será atómica, lo que significa, aunque es difícil de percibir, el fin de las guerras, ya no habrá humanidad, se extinguirá la vida.
Lo grave, lo dramático, es la poca atención que a este peligro prestan los gobernantes del planeta, se distraen en minucias; los medios de comunicación tan prestos durante la pandemia que produjo millones a las farmacéuticas, ahora tienen bajo perfil. La Humanidad está atrapada en la locura humana.
Y esa locura se llama capitalismo. El mundo es dominado, conducido, por los capitalistas que sólo son capaces de razonar en términos de dinero, de ganancias, son sin dudas enajenados, irracionales. Esos están viendo ya las ganancias que le suministrará la guerra, cuánto ganarán por cada bomba atómica, por cada misil que la transporte, no ven más allá.
En medio de esta locura colectiva de los gobernantes, era necesario oír la voz de los líderes más claros del planeta pero, lamentablemente, su visión no llega más allá del Brics, de esa ficción que forma parte de la misma locura, allí está Rusia que es pilar del Brics, con sus misiles y sus bombas.
Con todo esto se demuestra que el asesinato de Chávez, la traición a su legado, fueron acciones de lesa humanidad. Chávez entendía la política en términos de Humanidad, tenía la vista larga en el tiempo y en espacio, por eso sobresalía en este mundo de gobernantes mediocres. Y eso, pensar en Humanidad, es lo que hace falta ahora. Chávez habría convocado a los líderes del mundo a una reunión para estudiar el destino de la Humanidad, para buscar el hilo de Ariadna que permita salir del laberinto de la locura humana. Una cumbre capaz de juzgar a los gobernantes dementes, de plantear el desarme nuclear. De esa manera, se podría hablar verdaderamente de Paz.
Ojalá aquí podamos recuperar ese camino extraviado, el camino de Chávez, y llevar al mundo una visión de Humanidad que supere la mezquindad del capitalismo. Ojalá, un nuevo gobierno distinto a las opciones capitalistas de hoy, de maduristas y mariacorinos, pueda construir un movimiento mundial por el rescate del pensamiento y la acción humanistas.
¡CHÁVEZ, HUMANIDAD!