Aquí subió el calor, Aníbal

Originalmente aparecido en EL NACIONAL - MARTES 03 DE SEPTIEMBRE DE 2002.


Hace un año, querido Aníbal, te marchaste a reportear por otras dimensiones. Era agosto y garuaba. Así se rompió la dupla que formamos frente a la más formidable y obsesiva artillería mediática de que se tenga noticia contra proceso alguno. “Se rompió” es un decir. Tus obras incompletas vienen por allí y tus columnas y las de Matías Carrasco a cada rato acuden a las citas de fablistanes y politicastros, o como diría un adeco ninguneado por Carmona a la hora del reparto, “son-traídas-a-colación”.

“A colación”, viejo, ¿te das cuenta? El lugarcomunismo, término que acuñaste como tantos otros, sigue adornando la añeja retórica del “nuevo” discurso político. Me designaste tu corresponsal en la tierra y trato de cumplir la encomienda pero, a veces, ocurren cosas que, como diría el tipo antes citado, “reclaman el concurso de tu pluma”. La mía resulta inhábil para entrarle al exabrupto del Tribunal Supremo, según el cual el golpe de abril no fue golpe, la rebelión no fue rebelión y los carceleros del Presidente resultaron sus santos protectores, conforme dicta la curiosa sentencia.

Sólo un Matías Carrasco, en guardacamisa y acogotado por el calor, podría explicar la semántica de lo que en Venezuela, a partir de la sentencia del TSJ, se conocerá como “protección”. Para protegerte, se desvía una marcha y se le lleva al punto de mira de francotiradores contratados. Se provocan unos muertos y se te conmina a entregarte, bajo amenaza de bombardear el Palacio. Se te encarcela y ruletea. Se te inventa una renuncia y se nombra un Presidente en tu lugar. Se disuelven todos los poderes –incluido el TSJ- y hasta el retrato de Bolívar es defenestrado. Luego, el destituido TSJ declara a quienes lo abolieron, pro-tec-to-res.

Mi pluma, Aníbal, no da para tanto. La palabra golpe se perdió, fue execrada. Los medios la censuran, no la mientan ni la escriben porque saben que es la soga en casa del ahorcado. Les da grima. Eso sí, pegaron tremendo brinco cuando nada menos que el embajador gringo declaró que aquí hubo una ruptura del hilo constitucional, o sea. ¿Cómo se rompió? ¿Quiénes se colocaron al margen de la Constitución? ¿Qué papel jugaron en esa ruptura –o sea, en el golpe- los “protectores” del Presidente? Malas preguntas éstas, Aníbal.

En 1945, Betancourt y Pérez Jiménez optaron por proteger al presidente Medina Angarita y para ello persiguieron, humillaron y vejaron hasta al mismo Arturo Uslar Pietri. En 1948, Pérez Jiménez decidió proteger a don Rómulo Gallegos y los adecos nunca se lo perdonaron. Después, en 1958, cuando el pueblo y los militares quisieron protegerlo a él, se montó en la “Vaca Sagrada” y huyó despavorido. Al mismo Chávez y a sus camaradas del 4-F les clavaron dos años de cárcel por intentar proteger a Carlos Andrés Pérez. Y hoy, el juez español Garzón quiere juzgar a Pinochet por su acto de proteger a Salvador Allende, bombardeo de La Moneda mediante. Al parecer, Aníbal, no hay nada más peligroso que la protección, según la novísima semántica del TSJ.

Ínfima justicia la del Supremo en estos tiempos. Después de eso, caro amigo, tu corresponsal en la tierra sólo puede decirte que aquí hace un calorón injusto, casi parecido a una indeseada protección.


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Earle Herrera

Profesor de Comunicación Social en la UCV y diputado a la Asamblea Nacional por el PSUV. Destacado como cuentista y poeta. Galardonado en cuatro ocasiones con el Premio Nacional de Periodismo, así como el Premio Municipal de Literatura del Distrito Federal (mención Poesía) y el Premio Conac de Narrativa. Conductor del programa de TV "El Kisoco Veráz".

 earlejh@hotmail.com

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