El Comando Ensotanado de Venezuela (CEV)

Una de las victorias mas grandes que habrá de conquistar la Revolución
Bolivariana es la de obligar al partido político de los obispos a asumir
su verdadero papel, dejando de lado su falsa posición de la Iglesia de
los pobres.
La Iglesia católica ha sido por siempre un factor de dominación y ha
jugado con la fe y palabra de Dios para mantener en el poder a unos
aliados que en un tiempo fueron reyes, en otros colonizadores y
esclavistas, y más recientemente oligarcas y dueños del capital.
Con astucia, pero sin escrúpulos los jerarcas de la Iglesia han venido,
en los últimos tiempos, jugando a esconder esa realidad y a mostrar la
institución más cercana a los pobres y a la justicia.

Las críticas del Papa Juan Pablo II al capitalismo salvaje, al
imperialismo y las invasiones genocidas de las grandes potencias, fueron
saludos a la bandera muy bien estudiados. La idea nunca ha sido generar
un movimiento de lucha contra tanto crimen; por el contrario, no se ha
pretendido ir más allá de una mera declaración que mostrara a la Iglesia
como opuesta a tanta salvajada.
La falsa imagen pulida durante siglos es lo único importante para unos
hombres que no han hecho sino vivir como reyes, gracias al negocio de
mercadear la palabra de Dios.

Pero los tiempos cambian y hoy en Latinoamérica los pueblos luchan por
arrebatarle el poder a quienes por siempre han sido aliados de la
jerarquía eclesiástica.
Los obispos y cardenales se han visto obligados por las circunstancias a
quitarse la careta y defender sus intereses y los de sus aliados.
En México, en Perú, en Ecuador, en Colombia y otros muchos países de esta
Latinoamérica nuestra, cada vez más se observan obispos y cardenales
asumir el papel de un Baltazar Porras, de un Castillo Lara o de un
Roberto Lücker.

Sin hacerlo público, como siempre ha actuado la Iglesia, los obispos y
cardenales de Venezuela se han constituido en un partido político (CEV)
que tiene la particularidad de coincidir plenamente con todas y cada una
de las afirmaciones, acusaciones, declaraciones y acciones del
Departamento de Estado.
Bien bueno que así sea, porque la tradición católica del pueblo
venezolano en ocasiones atenta contra el despertar de millones, pero los
miembros del partido de los obispos ayudan con sus acciones a la toma de
conciencia.
El pueblo sabe quienes son Bush, Fox, Aznar, el filósofo maracucho,
cabeza de motor y Ledezma; y conoce perfectamente la historia de Acción
Democrática, Copei y Primero Justicia. Ver a los miembros del Comando
Ensotanado de Venezuela en la misma posición de estos personajes y
partidos es bueno para la salud de la revolución.

Conveniente es que dejemos de pedirle que se dediquen a sus misas. Por el
contrario, tenemos que estimular la participación de los obispos y
cardenales en la discusión y en el acontecer político. Que el pueblo los
identifique, que el pueblo conozca sus planteamientos, que se desnuden
ante el pueblo.



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Alexis Arellano


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