DESDE CARACAS.- Cynthia Machado Zuloaga viene linda y radiante hasta mi mesa y una vez que me da un beso toma asiento y dice que, lo de la Conferencia Episcopal no tiene nombre, amigo, no es que uno le pida que sea el cordero de Dios que quite los pecados del mundo, pero caramba, ese documento parece que fue escrito por Cecilia Sosa y asociados, y sólo faltó que lo leyera Daniel Romero.
El mesonero se acerca con la botellita de agua para la pava más bella de Caracas y sus alrededores, y un café negro para el marginal de siempre. Cynthia lo escucha y sonríe y sigue diciendo que, no hay derecho, estos curas, a los que ustedes los chavistas llaman la jerarquía de la iglesia, no han entendido que las cosas están cambiando y hay que adaptarse a la situación, este pueblo ya no es el mismo, lamentablemente, y ya no lo podemos manipular como antes, bastaba con ponerles a Marcel en Primer Plano, y listo. Eso ya es tiempo pasado, estos marginales de ahora aprendieron a leer y a escribir y ahora no creen en los medios y estos obispos están perdiendo feligresía y así no vamos a tumbar nunca a este zambo que soportamos como presidente.
El dueño de la tienda de ropa italiana que está en el Centro San Ignacio se acerca y le da un beso. Cynthia se pone de pie y deja ver su escultural y siempre deseado cuerpo. El hombre la abraza y le da un beso mientras el mesonero se muere de envidia viendo aquel oscuro objeto del deseo entre otros brazos. El hombre me saluda y luego se despide.
Cynthia aprovecha para decir que así es como se puede vivir, reconciliándonos todos, pero si toda la vida esa gente quiso a los adecos que los robaban y los explotaban, porque no pueden querernos a nosotros, porque ustedes quieren justicia, es decir, primero quieren ponernos presos a todos los capitalistas del país porque los explotamos, los metimos presos, los excluimos, y una vez que haya justicia, entonces sí quieren reconciliación, así no se vale amigo.
El hombre de la tienda vuelve con su hijo para que salude a una de las mujeres más lindas del mundo y además, de las mejores familias de Caracas, Cynthia le da la mano al chamo y el chamo se pone rojo rojito de la emoción al estrecharle la mano a una de las mujeres más excitantes del este de la ciudad. El padre sale con su hijo y Cynthia se ríe y dice que la iglesia tiene que hacerse una autocrítica y decir por mi culpa, por mi santísima culpa, permití que Chávez llegara al poder .Y se ríe.
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