Los designios de los dioses son bien raros y resultan inescrutables para las limitadas criaturas bicerebrales. Supongo que lo mismo les debe pasar a las pulgas con las intenciones de los seres humanos, solo que no sé si somos una necesidad para ellas como lo son los dioses para nosotros.
Resulta que estos dioses crearon un cosmos completo en torno a un solo mundo viviente e inteligente, y en ese planeta tan pero tan especial que es el ombligo de la creación, pusieron o se fueron formando cinco continentes que sus muy particulares y consentidas criaturas humanas usan a discreción como supermercado de sus deseos y necesidades.
Cíclicamente renacen afanes de conquista y expansión que han dado en llamar imperialistas. Entonces simplemente toman de los estantes del supermercado continental, mundial, sin siquiera sonrojarse, la mano de obra y las materias primas necesarias para el magno objetivo que se han propuesto. Digo magno objetivo porque no tendría ningún sentido tanto movimiento y ajetreo sin un ideal supremo que los guiara colectivamente, sin un grande futuro que los motivara, impulsara, cohesionara más allá de sus necesarias y aburridas rutinas cotidianas.
Sin una sensación presentida de éxito, triunfo, felicidad, que le diera marco vital a tal paisaje concebido y lanzado, proyectado a futuro cual magno y poderoso reto, deseo que de por sí genera la enorme energía y permanencia necesaria a su logro fáctico. Por supuesto que ha de ser una nueva sensibilidad, un tono anímico superador de la vitalidad difusa de los hábitos y creencias imperantes.
En algún momento como el de la civilización egipcia por ejemplo, ese estímulo pasó por construir enormes monumentos para gloria de la posteridad. Es decir tuvo que ver con el movimiento en el tiempo, con la muerte o limites de proyección de la propia imagen a futuro e intentos de trascendencia. Su cultura se especializa en consecuencia en momificar los cuerpos como vehículo para esa proyección o viaje.
Pero en otros momentos como el presente, surfeando las poderosas olas de la revolución tecnológica, se llega a extremos en que los recursos se muestran limitados a nuestro grado desenfrenado de contaminación y deterioro. Por tanto el temor a morir se representa como aprovisionamiento seguro de lo necesario y limitado, como deseo de continuidad de lo conocido, como temor al cambio inminente.
Resulta que los modelos socioeconómicos no son sino miradas de una época, de un momento de la conciencia colectiva, con un fuerte componente compensatorio de intención trascendente, felicitaria. Son hábitos y creencias que la acumulación y aceleración de hechos que llamamos revolución en sus variados significados económico, cultural, tecnológico, sicológico, hacen ya insostenibles.
Porque no existen cosas, objetos fijos como creemos. La madera por ejemplo, como el gas es fuego potencial, pero requiere de ciertas condiciones para manifestarse como fenómeno incandescente. Sin tales condiciones específicas no existe la resultante ígnea, que no es sino transformación de la madera, el gas, etc. Lo mismo sucede con la sólida roca volcánica, en otras condiciones es también fuego líquido, lava ardiente.
También así como con la momificación del cuerpo, sucede con la personalidad humana cual manifestación de un momento particular de la inteligencia. Porque es la resultante acumulativa de experiencia y conocimiento histórico que se implementa en tiempo de los griegos como educación a la que llaman “Humanitas”. Es concebida como “Artes y Letras”, como un ejercicio de aprendizaje capaz de “in-formar” al ser humano, capacitándolo para convivir, para crecer cual función de un organismo social.
Gracias a lo cual trasciende su ser natural para convertirse en ser histórico que hereda una cultura, un conocimiento, una acumulación temporal operante. Por lo cual no nace siempre como el primer ser humano, sino en un medio organizado socialmente, tecnológico, informático. Esas son las raíces posibilitadoras de la actual educación y su fruto la personalidad.
Hay sin embargo momentos en que los tranquilos arroyuelos y riachuelos se interconectan en el mar y la conciencia humana cabalgando a lomos de las poderosas olas continentales de la revolución, despierta un poco sorprendida y confusa de los sueños y objetivos del modelo anterior. Ese despertar es la verdadera revolución, la sicológica. Porque sin caer en cuenta de la vieja mirada, sin objetivarla, verla. Sin esa activación o intensificación de la conciencia que trasciende las creencias, las imágenes que la tomaban, sugestionaban, hipnotizaban, no hay espacio ni energía para lo nuevo. No hay alegre y entusiasta creación, no hay apertura del estrecho callejón en amplia avenida proyectada a futuro.
Cuentan los ancianos que hace ya más de cien años que desde el subsuelo comenzó a aflorar un algo aceitoso y oscuro que no hacía sino ensuciar y afear el paisaje. Aunque algunos soñadores de esos que no tienen nada que hacer, esos que el ocio que es la madre de todos los vicios ha contaminado, decían que era útil para la iluminación nocturna.
Pero entonces llegaron unos señores del norte que al parecer sabían que utilidad darle a tal líquido aceitoso, disponían de las tecnologías para hacerlo posible, y tenían un sueño lanzado a futuro que requería de ese potencial. Parece que ellos nos hicieron el favor de librarnos de tan engorroso líquido y además nos daban unos papelitos verdes muy curiosos a cambio.
Ese feo, denso y engorroso líquido se convirtió en el movimiento y la materia prima de un nuevo dinamismo social, de la petroquímica, plásticos, fertilizantes, gas. Fue el fundamento locomotivo para la producción en serie de todo tipo de vehículos terrestres, aéreos y marítimos. Así como la revolución de los agrocultivos y la producción de todo tipo de bienes electrodomésticos.
Así fue como EEUU y Europa financiaron su desarrollo y sus guerras por un siglo sin la menor preocupación de lo que pasaba en los otros cuatro continentes que usaban cual supermercados imperiales para sus necesidades y locos sueños. Era tal la desproporción de su conocimiento, tecnología, poderío respecto al mundo subdesarrollado, que aquel no podía sino suplicar. No hay más brutal ejemplo que la explosión atómica en Hiroshima y Nagasaki para saber adonde van a parar los viejos dioses y sus hijos las creencias, cuando se enfrentan a los revolucionarios hechos humanos.
Pero en el mejor de los casos solo venía una nueva limosna paliativa del momento. Además con los nuevos medios de comunicación masivos se desarrolló también la capacidad para llevar esos cuentos y sueños felicitarios, esa educación de la personalidad al mismo hogar de las criaturas subdesarrolladas. Se creó un nuevo cielo al cual aspirar y las reglas necesarias para acceder a el.
Los que se portaban bien podían ir a pasar unas vacaciones en el norte y ser distinguidos entre sus congéneres con un golpecito de espaldas del superior conquistador. Así que ahora la vida ya tenía nuevos motivos y significados, no tenías por qué sentirte perdido ni a la deriva. Bastaba prender la radio o TV para que los sacerdotes de los nuevos dioses, los hermanos mayores del jet set, la crema social te orientaran respecto a los valores y objetivos de nuestra civilización.
Pero con esto de la acumulación y aceleración de hechos que revolucionan las miradas y cuerpos despertándolos de sus hipnosis, hábitos y creencias, resultó que a las tan particulares y desagradecidas criaturas bicerebrales humanas, a fuerza de tanta hambre y miseria les dio la loca idea de que lo humano es lo esencial y ha de convertirse en centro de todo desarrollo y objetivo social.
En otras palabras no hay crecimiento ni desarrollo sino del ser humano. Y de un día para otro, bueno de una centuria para otra en realidad, decidieron que lo que quedaba de tal oro negro ya no iba solo para el norte. Decidieron darse una imagen propia de futuro en lugar de seguir mirando para el norte y esperando que le diesen migajas del banquete o permisos para ser ellos mismos.
Así fue como inesperadamente nació hace ya unas décadas la OPEP a la conciencia del escenario mundial, porque hasta ese entonces, Sudamérica, como Africa o Asia, eran como territorios para aventuras imaginarias. Eran como válvulas mentales de escape de tensión, como vacaciones de las aterradoras y rutinarias cadenas de producción entre las cuales el industrialismo los había atrapado. Eran como dijimos el huerto o supermercado del cual tomar mano de obra y materia prima necesaria, la pieza del rompecabezas que encajar donde mejor conviniera.
Pero tuvieron que pasar treinta años aún para que comenzaran a escucharnos golpeando a las puertas de su conciencia y a creer que hablábamos en serio, que teníamos medios para conseguir lo que decíamos querer y que estábamos dispuestos a usarlos. Es de ese modo como hace ocho años Venezuela va escalando el ranking hasta que salta inesperadamente al estrellato mundial.
Porque los medios de comunicación no hacen sino cumplir la función que realizaban ancestralmente los cuentos alrededor de la hoguera nocturna. Que no es sino la necesidad de dirección de la conciencia colectiva y todos los modos en que intenta imaginarla, concebirla. Así de repente surge de la nada el enemigo comunista, ya sea Rusia o China. O en su momento surgen los terroristas. Porque claro junto con el cielo que desear viene el infierno que temer y evitar, junto con el posible premio viene el castigo. Cosas del libre albedrío y la educación.
¿Pero de qué y por qué son enemigos? Son supuestos impedimentos en el camino para alcanzar el futuro que ensoñamos como objetivo del modelo social imperante, lo que suponemos que nos producirá cual fruto la inversión de nuestras energías, trabajo, en fin de nuestras vidas. Ahora Venezuela se convierte en el diablo de esos modelos, en el malvado impedimento para alcanzar la soñada felicidad.
En realidad esta no es una forma precisa de hablar, y justamente de esa imprecisión se nutren y valen los medios para manipular las direcciones mentales. Porque aún dentro de Venezuela parece haber un 40% que creen en el cielo del norte y sus sacerdotes del jet set. Azuzando todos sus temores a perder el anhelado cielo hacia el cual creen estar trepando, ascendiendo, son por tanto fácilmente estimulables para convertir a la nueva idea-fuerza de un futuro igualitario para todos, en el mismo diablo.
Claro que los expertos del jet set dicen que lo difícil no es llegar sino mantenerse en el primer lugar del ranking, y muchas veces Cuba e Irán lo pelean cabeza a cabeza con Venezuela. Salvo los domingos de Aló Presidente, donde hasta Fidel Castro confiesa no perderse ni un segundo del programa. Pero los designios divinos y las cosas humanas son definitivamente complejas.
Así como en Venezuela hay muchos que se resisten al cielo bolivariano y quieren seguir comprando el miamero, también en Miami hay muchos que dicen “keep your hands off Venezuela”, algo así como no meta la mano o el dedo donde no debe. Yo no se como vamos a resolver las cosas, si exportamos para Miami los de acá e importamos los de allá. Aunque eso parece estar difícil porque solo lo pueden hacer los imperios.
Nosotros no creemos que el mundo sea nuestro supermercado y no queremos otro desarrollo que el del ser humano. Por eso estamos estudiando otra energía atómica para sustituir la que ya llega a su agotamiento. Estamos organizando 50.000 mil consejos y bancos comunales a lo largo y ancho de Venezuela.
Les estamos dando recursos, decisión y responsabilidad protagónica sobre sus comunidades. Los estamos interconectando en redes de comunicaciones satelitales con libre acceso a todo el conocimiento disponible. Estamos generando un ejercicio de libre intercambio creativo de conocimiento entre todos los pueblos. Esa es nuestra apuesta energética a futuro.
Mientras tanto damos la lucha por la imagen que ha de guiarnos a futuro en el escenario de la conciencia colectiva. Intentamos en el fondo despertar a la bella durmiente de su sueño en el tiempo, en el viejo modelo. Hacerle notar que estamos en capacidad de elegir un futuro en el que todos podamos crecer Tenemos todos los medios necesarios para lograrlo y ya no hacen falta imposiciones, temores ni violencias.
En realidad lo único que siempre ha hecho falta es reconocer que somos seres del futuro, creadores y nombradores de direcciones y sentidos, conciencias que según organizan mundos se liberan o esclavizan. Ya no necesitamos enemigos para unirnos en contra de ellos y superar así nuestras diferencias y temores, solo creatividad compartida solidaria, generosamente.
Resulta obvio cuando lo piensas y sin embargo muy difícil de discernir, que el único modo de apropiarnos de nuestro futuro es comenzar a disfrutar aquí y ahora. Las caras solemnes y sufridas corresponden a los melodramas de los perseguidores de zanahorias en el tiempo, basta que prendas la TV y sintonices un culebrón de esos que mantienen al país en vilo un día tras otro.
Mientras no tengamos guión y argumentos propios, mientras no vivamos nuestra propia vida, mientras no disfrutemos aquí y ahora cada pequeña cosa, seguiremos siendo extraños para nosotros mismos y no nos quedará más que vivir melodramas ajenos en la esperanza de un futuro mejor que no se sabe quién ni como realizará ni por donde o cuando llegará.
En todo caso eso tampoco ha de ponernos tristes porque gracias a ello es que hay tantos autores que pueden vender sus obras y vivir de ello, es decir de nosotros. No me miren a mí, porque si bien es cierto que yo me divierto mucho escribiendo no cobro nada por ello. Solo espero que uds. se diviertan y la pasen tan bien como yo. Un abrazo grande para uds. y hasta la victoria siempre.
michelbalivo@yahoo.com.ar>