Cardenal Lozano: ¡La Santísima Trinidad como una expansión de Dios es: todo, en el Todo!

En declaraciones desde el Vaticano, dadas ayer a los medios por el cardenal Javier Lozano Barragán, presidente del Consejo Pontificio para la Salud del Vaticano, aseguró que en el ADN del genoma humano "podemos encontrar la Santísima Trinidad"… De manera que este afirmativo descubrimiento hecho por un vocero autorizado del Vaticano, después de haberse también afirmado por boca de otro vocero (en el mes de julio de este año) que el “limbo no existía”; estos dos acontecimientos por su trascendencia fenoménica, hace pensar que ese poderosísimo cónclave de santos señores religiosos andan tan desconectados de esos etéreos planos, que el teléfono celestial que los comunica con el Creador está fallando, está cortado, o, por ausencia o falta de actos de oración y contrición, no hay manera de que se restablezca el hilo comunicacional con el Padre Celestial.

De modo, señor cardenal Lozano, que con el respeto que se merece su cientifica-teológica opinión, debo decirle desde mi modesta percepción espiritual que usted se equivoco o se quedó corto, porque esa minúscula parte de la Santísima Trinidad que no es más que una expansión o ínfima parte –cual rayo de luz— del Uno y Absoluto Universal, es, a decir de sabios, videntes, rishis, munis, sadhus, siddis o Avatares que han estado (caso de Jesús el Cristo) y están entre nosotros, una partecita del Todo en el Todo –valga decir, ejemplo, la tierra ‘cual granito de arena’ en el contexto de este universo— o ejemplo, el aire retenido en un globo que al explotar se une con el Todo; Ojo Pelao, “Dios es Todo”. Sin que por ello debamos excluir o no aceptar también como parte del Todo a los animales, batracios, reptiles, plantas; o a lo más celular y microscópico como lo son las bacterías, virus, microbios, hongos, protozoarios, moléculas, células, etc., etc.

¡En todo eso que acabo de mencionar, respetado Cardenal Lozano Barragán, está Dios! ¡O si usted prefiere que sea interpretado a su manera, también debo decirle, que en todo eso que acabo de comentar también esta la Santísima Trinidad! ¡Somos Uno e Indivisible y no dos! ¡Hay que elevar la conciencia crística, señor Lozano, para ver en la diversidad a la unidad, o sea al Uno!

De todas formas, señor purpurado, no soy yo el que le va a responder sobre su pretendida suposición de la existencia de la Santísima Trinidad en el ADN del genoma humano, sino que me voy a remitir a una reflexión espiritual del fallecido padre Mario Mazzoleni, romano y sacerdote como usted, quien por cierto en el año 1992 fue excomulgado por el Vaticano y condenado antes de morir por: “excomunión latce sententice por herejía”, según norma del Can. 1364, con las consecuencias previstas en el Can. 1331. El cardenal que llevo a cabo esta acción judicial (santa inquisición) contra Mazzoleni, fue Her Joseph Ratzinger, quien ahora funge como Pontífice del Vaticano ante la Santa Sede.

…Dice Mario Mazzoleni [1] lo siguiente: Ningún elemento natural enseña con tanta transparencia, sencillez y claridad la Unicidad del todo y la inmersión de lo múltiple en el Uno, como lo hace la semilla de un árbol. Quien quisiera meditar acerca de un árbol, antes aún de sentarse debajo de él, debería recoger una semilla y contemplarla detenidamente, viendo contenida en ella la increíble magia del mundo vegetal: reside allí dentro lo Todopoderoso divino en potencia; allí dentro, El Creador está viviendo Su sueño; allí dentro puedes oír la Voz del Verbo que da vida a todas las cosas.

…La lección de la semilla se extiende también a todo lo dicho por las Escrituras reveladas a los sabios, cuando ellos nos hablan de Dios; una multitud de figuras y, bajo tantas apariencias, la Unica Realidad, el Dios Unico, igual para todos. ¿De quién se podrá desconfiar como idólatra sino de aquél que lo que más ama es lo que aleja de Dios? ¿No es tal vez idolatría preferir el engaño o bien la ceguera de quienes quieren ver la Verdad, en nombre de la unidad de las formas, y con el temor de perder el poder del plagio que esta uniformidad consiente ejercer sobre las conciencias?


[1] Mazzoleni, Mario. “El Arbol de los Deseos”, 1ª ed.- Buenos Aires: Errepar, 1996

joseagapo@cantv.net



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José Agapito Ramírez


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