FÉLIX LÓPEZ y RICARDO LÓPEZ HEVIA
Enviados especiales
CARACAS.— El pueblo venezolano tiene sobradas razones para amanecer este sábado en las calles: celebran los tres años de la Revolución bolivariana, periodo en el que se ha aplicado —según recordó el presidente Hugo Chávez a su regreso de Buenos Aires—una firme voluntad política de transformación del país: "De ese camino, sentenció, no nos va a sacar nadie, y mucho menos para restituir una democracia participativa y protagónica".
Un millón y medio de seres humanos esperaban
por la oportunidad de aprender a leer y escribir.
Durante toda esta semana, los sectores populares, la gente de los barrios y los cerros, celebraron en la céntrica avenida Bolívar y plazas del interior del país el tercer aniversario del proceso bolivariano. Ese ambiente festivo, contrario a lo que dicen los medios en poder de la oligarquía, no se sustenta en un fanatismo inducido, sino en los indiscutibles logros de la Revolución, que podrían haber sido mayores sin los obcecados golpes de la oposición.
El país, aseguró Chávez al regresar este jueves a Caracas, sigue su marcha después de la arremetida fascista, terrorista, petrolera y económica. Venezuela ha demostrado la capacidad de resistencia y de recuperación que tiene: "La empresa petrolera, explicó, se estabilizó en 3 millones 200 mil barriles diarios, se incrementan las exportaciones derivadas del crudo, el precio del barril se estabilizó entre 22 y 28 dólares, y se reactivan las actividades de construcción, turismo, agricultura, mientras las cooperativas ya van por 6 000".
LA REVOLUCIÓN EN HECHOS
Tres años atrás, el presidente Hugo Chávez asumió el poder de una de las naciones más ricas del continente —el segundo exportador mundial de hidrocarburos—, pero con una inexplicable herencia de pobreza, exclusión e injusticia social. Desde entonces, el proceso bolivariano se ha debatido entre la solución de los problemas socioeconómicos del país y el enfrentamiento de una oligarquía reticente a perder lo que robó al pueblo en cuatro décadas de desgobiernos.
A pesar de esa dura encrucijada, 652 000 venezolanos recibieron una vivienda digna en los dos primeros años, mientras que otras 21 000 están en construcción. Ese programa, generó 453 000 empleos. Los nuevos asentamientos, con todas las comodidades, surgieron con infraestructuras viales, escuelas, y opciones laborales en sus entornos.
A finales del 2002, la Revolución había entregado 2 500 títulos de tierra, beneficiando a más de 13 000 personas y 2 800 familias. Esa cifra se ha triplicado en la actualidad, y unos 100 000 campesinos tienen un empleo seguro. Solo en proyectos agroproductivos el Estado invirtió 1 036 millones de bolívares, mientras que el Banco de Desarrollo entregó otros 14,1 millardos, en 24 créditos destinados a los sectores agrícola, confección textil, servicios, artes gráficas, turismo, agroindustrial y acuícola.
Junto a una novedosa Ley de Pesca, que protege el suministro de insumos a un menor costo y la apertura de 7 000 nuevos puestos en esta actividad, el Gobierno trabaja por desarrollar la labor ferroviaria en el país, que era totalmente nula. Ya están inauguradas las líneas férreas Puerto Cabello-Barquisimeto y La Encrucijada-Valles del Tuy, además de cuatro sistemas de metro y uno de trolebús.
LAS MANZANAS DE LA DISCORDIA
En julio del 2003 estaban funcionando en Venezuela 2 676 nuevos centros de educación, fundamentalmente las llamadas escuelas bolivarianas, y se inauguró recientemente la Universidad Bolivariana, que a través de la Misión Sucre incorporará a la educación superior a 500 000 estudiantes que habían quedado sin carreras. En la salud, según datos oficiales, se han beneficiado
17 608 000 personas con la atención primaria y hospitalaria, cifra que es superior si se tienen en cuenta al convenio médico con Cuba y a Barrio Adentro, que se afinca en los cerros y barrios pobres.
Más de 91 000 vidas han salvado
los médicos cubanos en Venezuela.
Este último programa y la campaña de alfabetización reciben una favorable acogida popular, a tal punto que a la oposición —desesperada por el éxito gubernamental—, no se le ha ocurrido otra cosa que satanizar sus nobles intenciones y descalificar a los colaboradores cubanos.
Para Diógenes Carrillo, conocido comentarista de Venezolana de Televisión, mucha gente no se habría enterado aún de qué cosa es Misión Robinson o Plan Barrio Adentro, de no haber sido por la feroz campaña desatada por la oposición en contra de ambos programas: "Podríamos volver a preguntarnos, como tantas veces lo hemos hecho durante este proceso, qué sería de Chávez sin una oposición como esta, cuyas constantes torpezas han sido su mejor aliado".
Más allá del pataleo, lo cierto es que la alfabetización y la presencia de un médico en la comunidad, vinieron a resolver taras sociales de enorme incidencia en las áreas más pobres y olvidadas del país. La Misión Robinson, da respuesta a una necesidad que no tiene su epicentro en el Country Club o la Plaza Altamira, sino en el corazón de los sectores menos favorecidos. Otro tanto pudiera decirse Barrio Adentro, destinado a llevar bienestar y salud a cientos de miles de seres humanos.
En respuesta a las campañas de la oligarquía, Chávez asegura que "no volverán porque Venezuela tiene derecho a vivir, a soñar y a existir como país libre, soberano e independiente. No pueden volver y no volverán hagan lo que hagan y digan lo que digan. Nuestro país no puede depender más nunca de lo que decidan o no el FMI o el Banco Mundial".
A esta posición intransigente, la oposición responde con nuevos disparates e intentos de golpes de todo tipo. Tal vez nadie los ha calado mejor que el grupo musical Ahora, que recorre Venezuela con un estribillo que contagia y alegra: "Chávez los tiene locos".
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