CARACAS.— Cerca de medio centenar de jóvenes estudiantes posaban este domingo frente a las cámaras de la televisora Globovisión, en la capital venezolana. Todos bien vestidos y glamourosos, pero sentados en el asfalto, cubriendo sus bocas con cintas adhesivas y sus manos con unos guantes quirúrgicos blancos. A una señal, levantaban sus brazos y agitaban palmas al viento, mientras la periodista narraba que "esta protesta pacífica, cívica, podría ser interpretada en cualquier parte del mundo, porque se refiere al lenguaje común de la libertad y la no violencia".
Contado así, un televidente desentendido, desinformado o manipulado en París, Madrid, Brasilia o New York terminaría por solidarizarse con la protesta estudiantil. Pero si le decimos solo tres verdades, de seguro su percepción sobre esta puesta en escena cambiaría de inmediato: 1) Globovisión es un canal de TV fascista, que asume los roles de un partido político de oposición. 2) Existen pruebas irrefutables de la participación de la CIA tras las manifestaciones de los últimos días en Caracas. 3) Si se les retiran las cintas adhesivas de las bocas y se les coloca el micrófono para que se expresen, descubriremos que los estudiantes no tienen argumentos propios para sostener sus demandas.
Es obvio que estamos en presencia de un nuevo intento de golpe de Estado, o de lo que el avezado político José Vicente Rangel ha calificado como "el golpe continuado". En su reciente denuncia del pasado sábado, luego de la impresionante marcha que coloreó las calles de Caracas, el presidente Hugo Chávez advirtió con claridad que "los agentes al servicio de Washington están tratando de hacer aquí una de esas llamadas revoluciones de colores entre comillas (... ). En Ucrania, por ejemplo, le funcionó y no le funcionó, porque lo que hay en Ucrania ahora es una situación de ingobernabilidad. Esa estrategia de la Casa Blanca, de los llamados golpes suaves, o revoluciones de colores, como quieran llamarla en algunas partes, ha funcionado relativamente, pero aquí la vamos a pulverizar...
"Los símbolos —señaló Chávez— son los mismos: las camisas negras, la bandera al revés. Ustedes no ven incluso ese show para el que usan algunos muchachos, que cuando llega la prensa, sobre todo los medios internacionales, salen corriendo y se arrodillan delante de una policía que no les está haciendo nada, se arrodillan y levantan las manos. Es un show preparado para que la foto esa recorra el mundo. De esa manera fue que ellos pudieron levantar algunas crisis en países cuyos gobiernos no se subordinaban a Washington; aquí están tratando de hacerlo, utilizando algunos medios de comunicación, jugando con el sentimiento de algunos venezolanos, con la sensiblería barata."
"OTPOR" COMO CLAVE DEL GOLPE.
Fue la soberana decisión venezolana de no renovar la concesión para el uso del espectro radio-eléctrico a la televisora RCTV (Radio Caracas Televisión), la excusa para que la contrarrevolución activara su nuevo plan desestabilizador, un eslabón más del "golpe continuado", que comenzó en el lejano abril del 2002. Primero fue el conflicto mediático bajo el falso argumento de "defender la libertad de expresión". Le siguieron las "repentinas" manifestaciones estudiantiles y por último la incorporación de periodistas y conocidos actores de los medios privados, que en histriónico papel de plañideras, intentan sensibilizar a los venezolanos, para sacarlos a las calles contra Chávez.
La estrategia empleada no ha logrado pasar por debajo del tapete: utilizaron el liderazgo opositor en universidades públicas y privadas (recordemos de quién ha sido privilegio histórico la Educación Superior en Venezuela), y lanzaron a los estudiantes a la calle, cuidando que no aparecieran ligados a los desprestigiados y cada vez más escuálidos partidos de la oposición. Pero se les escapó de las manos un detalle revelador: en una de las marchas a favor de RCTV fue visto (y fotografiado) el mismísimo Bowen Rosten, director de la CIA para América Latina, en compañía de otros agentes. Su visita a Caracas y la presencia junto a los opositores no es casual. Por estos días circulan en el país panfletos, correos masivos y hasta pintas en las calles con la palabra "OTPOR", que en serbio significa RESISTENCIA.
Para entender el origen de "OTPOR" es importante recordar que fue Gene Sharp, de Albert Einstein Institution, en Estados Unidos, quien investigó hace varias décadas sobre la posibilidad de derrocar gobiernos a través de formas "no violentas", método de golpes de estado disimulados aplicados por la CIA a partir de 1989 en varios países de la Europa del Este. Su experimento más "exitoso" fue probablemente el que se empleó en Serbia contra Slobodan Milosevic, convirtiéndose Gene Sharp y su equipo en un instrumento mimado de la estrategia imperial expansionista.
Pues bien, este ilustre Gene Sharp sirvió de consejero de la oposición venezolana durante el Referendo Revocatorio; dirigió a la organización anexionista Súmate, durante las marchas de agosto del 2004 y fue el instigador de una técnica que había funcionado en otros confines del mundo: lanzar acusaciones de fraude electoral y desestabilizar el país. Esta vez el guión está claro: la dirigencia opositora pasó a segundo plano; una televisora (Globovisión) asumió la conducción política de la oposición; los estudiantes hacen de "vanguardia" en la calle; la protesta se presenta insistentemente como "pacífica" y "no violenta"; y el argumento principal es que "el cierre de RCTV es un gravísimo atentado a la libertad de expresión y la democracia venezolana".
A todas luces hay una dramatización del hecho político; el refuerzo emocional a la protesta estudiantil se produce a través de la "victimización" de unos artistas y periodistas, que inundan las pantallas de lágrimas, nostalgias e imágenes conmovedoras. El país, según la nueva estrategia para "tumbar a Chávez" es una gran telenovela, un culebrón por entregas, que todos los días se acerca a la línea del peligro. Se busca escalar esta situación hasta que se produzcan, eventualmente, algunos hechos sangrientos que justifiquen el rechazo internacional contra el Gobierno bolivariano. Mientras eso ocurre a lo interno, tres ex presidentes panameños (Mireya Moscoso, Guillermo Endara y Ernesto Pérez-Balladares) hacen un intenso lobby para lograr una condena a Venezuela en la Asamblea General de la OEA, que tiene lugar esta semana en la capital panameña, y así lograr el aislamiento continental de Chávez y su Revolución roja.
SOBERANÍA INNEGOCIABLE
El 28 de diciembre del 2006, el presidente Hugo Chávez anunció la decisión del Estado de no renovar la licencia al consorcio de empresas 1BC (operador del canal RCTV, entre otros medios). Esa decisión soberana fue criticada de inmediato por Estados Unidos. Sin demora, el legislador republicano Connie Mack (feroz anticubano) instó a Bush a que "tome verdaderas medidas para frenar esta creciente amenaza en nuestro patio", y sugirió comenzar a dirigir señales televisivas a Venezuela, tal como lo hacen las mal llamadas Radio y TV Martí.
Durante cinco meses, el debate sobre RCTV se tiñó de una estrategia mediática que el colega Ernesto Navarro, periodista de TELESUR, identifica como los mitos y los hechos: "Se ha querido demostrar que el Gobierno no renovó la concesión a RCTV por sus críticas hacia el presidente Chávez. La verdad es que el 80 % de los canales de TV abierta de Venezuela y emisoras de radio pertenece al sector privado, lo mismo ocurre con 118 periódicos de cobertura regional y nacional; todos ellos disfrutan de la libertad de reportar, analizar y expresar opiniones sin interferencias. La mayoría expresa de manera estridente su oposición al Gobierno y lo hacen sin ninguna amenaza o consecuencia. Ningún periódico, canal de televisión o emisora de radio ha sido cerrado por su visión política o por hacer oposición al presidente Chávez. Igualmente, ningún periodista ha sido puesto en prisión o castigado por hacer su trabajo".
Para quienes no conocen la verdad o no quieren reconocerla a conveniencia, algunos datos de interés sobre la perlita RCTV: en 1976 fue cerrada durante tres días por el Gobierno de Carlos Andrés Pérez. ¿Motivos? Difundir noticias falsas y tendenciosas. En 1980, el Gobierno de Luis Herrera Campins ordenó el cierre durante 36 horas por "programación sensacionalista, cuadro sombrío y relato de hecho poco edificante". En 1981, el mismo Gobierno la cerró 24 horas por transmitir escenas consideradas "pornográficas". En 1984, fue amonestada por ridiculizar "en forma humillante" al presidente Herrera Campins y su esposa. En 1991, la Corte Suprema de Justicia ordenó suspender un programa... Todos estos hechos ocurrieron antes de la elección del Presidente Chávez, pero nadie salió a la calle en defensa de RCTV y de los intereses transnacionales que la representan.
Lo que se defiende hoy por una minoría no es el derecho a la libertad de expresarse, sino los intereses de una oligarquía. Tratan de mantener a toda costa la "Doctrina Granier", según la cual cuando un grupo económico accede a una concesión del espectro, por sus favores al Gobierno de turno, esa concesión es para toda la vida, y su no renovación por parte de un gobierno democrático, que no negocia su soberanía, es "un atentado a la libertad".
Este domingo, durante una entrevista en el programa televisivo que conduce el ex vicepresidente José Vicente Rangel, el respetado periodista y director del diario Últimas Noticias, Eleazar Díaz Rangel, aseguró que "no hay ningún país en América Latina en donde sea posible ejercer el periodismo, tanto de información como de opinión, como en Venezuela". No obstante, Díaz Rangel aseveró también que lo que mueve las líneas informativas en prensa, radio y televisión no es la verdad, como debería ocurrir en el ejercicio del periodismo profesional, sino intereses políticos empresariales: "Lo fundamental no es informar la verdad, sino estar al servicio de la política".
LOS HILOS EXTERNOS DE LA CONSPIRACIÓN
No es para nada casual, que mientras la CIA organizaba la salida de los estudiantes a la calle en Caracas, varios importantes periódicos de América Latina se encadenaran en la publicación de un encartado (dossier especial) contra el Presidente Chávez. Es evidente que el plan imperialista previó una estrategia internacional que ha logrado involucrar a unos cuantos incautos o flojos. "Con la opinión pública internacional manipulada todo es más fácil", según la estrategia de Gene Sharp, el estratega de las revoluciones de colores.
En la puesta en escena, una vez más, la cadena CNN ha jugado su papel desinformador. Al enviar a Caracas a Harris Whitbeck (conocido corresponsal para América Latina y en países en conflicto, quien ya durante los días previos y en medio del golpe de Carmona "el breve", en abril del 2002 reflejó parcialmente los acontecimientos, distorcionando los hechos en contra de la Revolución Bolivariana), la directiva del canal aseguró encender un bombillo rojo en su tele audiencia: "si está Whitbeck es porque Venezuela está en guerra". De manera aleatoria, han colocado en su página web una encuesta que pregunta a los cibernautas: "¿Ha sido dañada la democracia venezolana por la decisión del gobierno de cerrar un canal privado de TV?". Y utilizan los resultados como datos "científicos" que prueban el camino dictatorial de Chávez.
Venezuela, la CIA y las revoluciones de coloresA esta hora, mientras usted lee este diario,puede que las imágenes de la real puesta en escena contada en el primer párrafo, esté dando la vuelta al mundo, como prueba de la "crueldad" de un Gobierno que ha ordenado a la policía salir a la calle desarmada y cuidar la integridad de los estudiantes; que ha convertido a Venezuela en el país de mayor cantidad de medios alternativos y comunitarios de América Latina y el Caribe, democratizando así el uso del espectro radioeléctrico; que soportó un golpe de Estado orquestado por las televisoras privadas, sin cerrar una sola de ellas y sin llevar a la cárcel a los responsables.
A todas luces, los estrategas de las revoluciones de colores eligieron mal el motivo para poner en marcha el plan macabro. La mentira, amén de la recia campaña internacional, se apagará como mismo se apagó la señal de RCTV, una televisora que se creyó partido político, que sembró de antivalores a la sociedad venezolana, que llamó al magnicidio y abrió sus espacios a la mediocridad, la banalidad y la pornografía. No es por algo así que un pueblo decide cambiar el color de su Revolución. En Venezuela hay rojo para rato.