El Cacique y el Rey

Cacique es una palabra de los tahínos que los conquistadores españoles aplicaron en todo el continente a las autoridades indígenas, no importando que en cada idioma nativo se denominaran de otra manera. Rey es el término hispano de origen indoeuropeo para designar a quien rige la sociedad feudal, al monarca. Los españoles se encargaron, además, de darle a la palabra cacique una connotación peyorativa u ofensiva. En su Real Diccionario “cacique” es sinónimo de déspota, y en el habla cotidiana de la España actual, cacique es un caudillo local que abusa del poder. Colonialismo en la historia y la lengua.

Para nosotros cacique es sinónimo de líder indígena, un jefe de comunidad que dirige el autogobierno de su pueblo. En la Sierra de Perijá los indígenas elijen a sus caciques en asambleas muy democráticas y participativas donde todo el mundo habla y se expresa con absoluta libertad. El cacique no puede mandar a callar a nadie. También pueden reunirse para revocarle el mandato y nombrar una nueva autoridad y no pasa nada.

El proceso para ser rey es diferente. Carlos V tuvo que darle Venezuela a los Welseres para pagar la deuda contraída con esos banqueros alemanes que le facilitaron el dinero con que sobornó y compró familias nobles en su aspiración de ser rey. Juan Carlos de Borbón, rey de España que acabamos de conocer, fue el sigiloso protagonista de dos décadas de intrigas políticas y traiciones familiares. Su propio padre Juan fue una de las víctimas. Su hermano Alfonso murió de un disparo que se le salió al rey que manda a callar. Sus tíos se arrepintieron de haber delegado en él sus derechos reales. Franco, el dictador de la España oscura, lo moldeó a su imagen y semejanza, y lo hizo rey por sobre un mar de muertos y exiliados.

Nuestro Cacique, o sea, Chávez, es nuestro jefe por decisión democrática del pueblo venezolano. Se sometió incluso a la revocatoria de su mandato, y una mayoría absoluta lo ratificamos en su cargo. Chávez tiene más legitimidad que Juan Carlos, Zapatero y Bush juntos. A Juan Carlos lo puso un dictador. A Zapatero, flemático alfil del tablero, lo escogen los diputados, no el pueblo en forma directa, y aún debe ir a pedirle permiso al rey para existir. Al presidente de Estados Unidos lo imponen las transnacionales a través de unos colegios electorales fraudulentos que burlan la soberanía popular.

El artículo 56 de la constitución española le da al rey la jefatura del Estado y lo hace inmune e inviolable, es decir, que el rey puede robar el erario, burlar las leyes y hasta matar, y no irá a juicio. Siempre será inocente. En el 63 se le otorga la capacidad exclusiva de declarar la guerra. Imagínense, un individuo que no responde por sus actos tiene el poder de hacer la guerra a otros pueblos como Irak, Serbia o Afganistán.

Vaya civilización. El alfil Zapatero pide respeto para Aznar porque fue electo por los españoles pero no le pide a Aznar que respete a Chávez porque, claro, fue apenas electo por unos sudacas, como llaman ellos a los latinoamericanos.

Basta de hipocresía y adulancia al colonialismo. La ruptura debe ser drástica en términos históricos. No tiene sentido ninguna otra cumbre iberoamericana. Empujemos el barco de la unión suramericana, indoamericana y caribeña. Es lo correcto bolivarianamente y es el camino de liberación que demarcan las circunstancias geopolíticas globales. Para nuestro hermano Cacique Chávez, todo el honor y toda la gloria, y nuestro compromiso eterno de luchar a su lado hasta vencer o morir. Jaque mate al rey. Ganó el Cacique.

caciquenigale@yahoo.es


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Ildefonso Finol

Economista. Militante chavista. Poeta. Escritor. Ex constituyente. Cronista de Maracaibo

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