Existen varias presunciones acerca de las razones del por qué, el llamado “mejor amigo del hombre”, antes de echarse a dormir gira y gira repetidamente para decidirse a colocarse en posición de descanso. No obstante, la causa más comúnmente aceptada tiene que ver con lo que en psicología se conoce como conducta residual.
En el caso de nuestro “mejor amigo”, hace millones de años, en la prehistoria, el perro no ocupaba las cuevas porque éstas eran del uso exclusivo del hombre. Tampoco vivía en las laderas por cuanto ellas eran del dominio de depredadores de mayor tamaño. No tuvo entonces mejor alternativa que irse a las zonas planas donde producto de no existir la tala y la quema, pues la hierba o paja crecía a su antojo, desarrollando un elevado tamaño. Allí, para echarse a descansar o dormir, debía pisar y pisar la paja para hacer una especie de “colchoncito” que facilitara su tarea.
Esta manera de descansar o dormir la estuvo realizando por miles o millones de años y la misma se convirtió en herencia genética. Esto se conoce como conducta residual. De allí que en la actualidad aún mantenga resquicios de esa conducta, de ese proceder.
¿Qué tiene que ver eso con el acto comicial de la aprobación o no del Proyecto de Reforma Constitucional?
En el caso venezolano, debemos recordar que tenemos una herencia de coloniaje. Fuimos sometidos a un proceso de mediatización y alienación que por supuesto que hizo mella en parte de nuestros antepasados, que aún hoy se pone de manifiesto.
Dentro de esa mediatización se desarrolló lo que he dado en llamar “el esclavo que ama al amo”. Esto es: una persona que, frágil de mente, sin mayores capacidades de verdadero discernimiento, propicia a la subvalorización de hechos objetivos, sucumbió al bombardeo de acciones mediatizadoras y de alienación cultural que por tanto tiempo formaron parte de la dominación de pueblos como el nuestro.
Ese “esclavo que ama al amo” ha terminado manifestando, de distintas maneras, su conducta residual. Le ha costado entender que así como existieron el imperio persa, el imperio romano, etc., hoy en día existe un imperio que ejecuta variadas formas de dominación. Ese imperio ha utilizado la mejor de sus armas, la alienación mental, para, por medio de la prensa escrita, la radio, la televisión, etc., vender la idea de seres superiores, mejores y los más capaces de desempeñar el papel de justicieros universales. Muchos latinoamericanos han terminado amando al amo. No escapan a ello muchos compatriotas.
El Presidente venezolano, nuestro presidente, yerra al pensar que los casi 3 millones de personas que dejaron de votar, para que con su abstención se produjera lo que se ha dado en llamar “victoria” de la oposición, son chavistas que no ejercieron una actitud de verdaderos revolucionarios.
No son chavistas ni revolucionarios, comandante presidente.
Son sólo simpatizantes de su acción de gobierno, como otros tantos que votaron favorablemente por la propuesta de Reforma Constitucional. Otros tantos que, aún en funciones de gobierno, y créame, de muy alto gobierno, son sólo reformistas, no verdaderos revolucionarios.
Dentro de esos abstencionistas hay muchos “esclavos que aman al amo”. No dudo que se conmuevan cuando al ver la famosa película Rocky, se escuche al final, como colofón a la tarea de tender el manto mediático de la alienación, la melodía del himno de los United States of América.
Habrá que convencerlos, sí, de que es necesarísimo transformar el país con un proyecto como la propuesta de Reforma presentada. Pero más que eso, hay que transformar su nivel de conciencia; hacerles entender que a muchos de ellos les han llevado a “amar a su amo”, y que sin querer, guardan en lo más recóndito de su acervo cultural, la típica actitud que asumía aquel carapálida cuyo nombre (Toro) significaba "tonto" o "salvaje" en lenguaje indio Potowatomie, el cual ante la acción vengadora y heroica de su noble amigo Kemo Sabay ( "viajero leal", en el mismo lenguaje indio) sólo era un fiel servidor a sus fines y propósitos.
Lastimosamente dieron su vuelta final antes de decidir no posar su voto en las urnas electorales; no sin antes dar giros y giros que pasaban desde la consideración de que si era cierto o no que usted, comandante presidente, les quitaría uno de los dos hijos que tienen, o más precisamente, de si se convertiría usted en el primer o mayor comedor de niños del país, en seguimiento a la enseñanza impartida desde finales de los cincuenta que indicaba la actitud antropófaga de los comunistas, sembrada en la conciencia débil de nuestros hermanos latinos.
A diferencia de nuestros “mejores amigos”, no pisaron paja; pisaron los avances que en materia social, política, jurídica y constitucional conllevaba el Proyecto de Reforma. Pisaron las ideas libertarias de nuestros próceres; pisaron la dignidad que en las distintas épocas de nuestra historia republicana llevó a muchos de nuestros compatriotas a derramar su sangre para que podamos hoy ver al mundo entero a la misma altura con la cual ellos deben vernos, y no con la postura siempre complaciente con que ve el esclavo que recuerda la conseja de mantener su cabeza por debajo de la de su amo.
En cuanto a los que votaron en contra del Proyecto de Reforma Constitucional, y que tanto pregonan defender la Democracia, quiero preguntarles: si en verdad creen en la Democracia, ¿les parece democrático negarle a un grupo social (en este caso los chavistas), el hecho de que tengamos las veces que estimemos el mismo candidato a elecciones presidenciales? ¿Pueden ustedes abrogarse el derecho a negarnos la posibilidad que nosotros postulemos las veces que queramos a quien queramos? O peor aún, ¿pueden por ese empeño (que realmente fue la motivación mayor para oponerse a la Reforma) echar por tierra avances de indudable valía como lo es la disminución de la edad para votar, la reducción de la jornada diaria de trabajo, el reconocimiento del Poder Popular, la paridad del voto universitario, el sistema social para los empleados informales, la conquista de la mujer de más espacios, etc., que conlleva el Proyecto de Reforma Constitucional? ¿Es ésta su Democracia?
Vueltas y vueltas, da la tierra; y con ella, todos los seres vivientes, los libres y los esclavos. Los hombres y los perros.
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