ALCALDÍA Y CABILDO METROPOLITANO: LOS TRABAJADORES INVISIBLES
Cuando corría el año 2017, los trabajadores de la extinta Alcaldía y el Cabildo Metropolitano de Caracas, estábamos lejos de pensar que, luego de haber batallado y hacer frente contra la gestión municipal más nefasta de la historia municipal venezolana (me refiero a la gestión de Antonio Ledezma como Alcalde Metropolitano de Caracas), nos encontraríamos en la penosa situación en que hoy estamos.
Un 27 de diciembre de ese año, la Asamblea Nacional Constituyente dicta un Decreto Constituyente de Supresión y Liquidación de lo que llamaron "el Nivel Metropolitano de Caracas", dejándonos para esa fecha, y quiero repetirla: 27 de diciembre, sin salarios, sin aguinaldos y sin cestatickets; amén de que nunca supimos a qué cabeza se le ocurrió la idea de hacer efectiva tal medida, en esa fecha, y peor aún, cómo ni un solo constituyente se opuso a la fecha, al menos.
Sin embargo, tragamos ese amargo trago, y defendimos su liquidación aunque ello significó privarnos de comernos siquiera una hallaca o de llevar un juguete a un hijo o nieto, etc., en el entendido que nuestro gobierno revolucionario y obrerista libraría a la República del desangramiento financiero en que se había convertido la Alcaldía Metropolitana de Caracas y cumpliría una de las disposiciones contenidas en dicho Decreto Constituyente referida a asumir los pagos, "hasta tanto culmine el proceso de liquidación preservando las condiciones laborales del personal".
Pues las cosas no pasaron de ese modo.
En el caso de los trabajadores de la Alcaldía Metropolitana de Caracas que fueron despedidos por Antonio Ledezma (a los cuales este no les pagó un solo beneficio de la Convención Colectiva que los amparaba), y que recibieron un amparo laboral Ministerial por intermedio de la Resolución 6.540 y de dos sentencias (una de ellas proveniente de la Sala Constitucional del TSJ), pues tampoco la Junta de Supresión y Liquidación pago siquiera una sola cláusula de tal Convención, sino que al contrario de su obligación, dejó en la calle a centenares y centenares de trabajadores que no fueron reubicados, jubilados y a más de un centenar de ellos se les hurtó (y sugiero me den otro término similar que no se corresponda con robar) sus pasivos laborales por cuanto a la fecha no se les han cancelado un solo bolívar de los mismos, y a quienes les pagaron, lo hicieron de manera chucuta, no ajustada a derecho al punto que fueron liquidados sin observar el último Decreto sobre aumento de salarios que dictara nuestro presidente obrero Nicolás Maduro. Sin contar que a los trabajadores del Cabildo Metropolitano les esquilmaron derechos adquiridos en su Convención Colectiva.
Pues bien, después de tanto tiempo, hemos podido descubrir las razones por las cuales no se cumplió, en ellos, el Decreto Constituyente: son trabajadores invisibles.
Y a las pruebas hay que remitirse: esos trabajadores trancaron tres (03) veces las calles frente a la Vicepresidencia Ejecutiva de la República; en dos (02) ocasiones, el Ministerio del Poder Popular para el Proceso Social de Trabajo; tomaron el altar de la Catedral de Caracas y más recientemente, se han presentado dos (02) veces frente a la Asamblea Nacional Constituyente (más concretamente frente al Despacho del camarada Diosdado Cabello), sin que se les dé lo que piden con derecho: la constitución de una Mesa Técnica calificada que revise la mala actuación de la Junta de Supresión y Liquidación que conllevó a las lesiones laborales que se causaron a esos trabajadores, en procura de corregir lo que haya que corregir por cuanto estamos hablando de violaciones a derechos laborales y derechos humanos.
¿Por qué se les invisibiliza? ¿Qué interés hay en proteger un mal proceder atentatorio contra trabajadores, marcadamente chavistas, que enfrentaron la gestión de Ledezma (a la cual derrotaron) para ser presa ahora de la burocracia?
Lo más sorprendente es escuchar todos los miércoles a nuestro camarada Diosdado decir que hay que atender al pueblo y entonces, en su propio Despacho, no se cumple con lo que él pregona, aun cuando en su pregonar recuerda que eso forma parte del legado de Chávez.
Hay quien ingenuamente pregunta: ¿sabrá Diosdado eso? ¿Lo sabrá Nicolás?
No puedo garantizar que lo sepa Nicolás, pero pensar que no se le informe a él, que trabajadores revolucionarios están trancando las calles a menos de tres cuadras de Miraflores, es de seguro, una ingenuidad también. De Diosdado, pues debe saberlo por cuanto fue puesto en conocimiento de esta situación, por escrito, el pasado mes de febrero.
Por lo pronto, siguen en la lucha contra la burocracia.
Tampoco importan sus votos, por cuanto como invisibles, suponemos que no aparecerán en el registro electoral.
Dijo Pablo Neruda en su poema "Hombre Invisible":
"..dadme las luchas
de cada día
porque ellas son mi canto,
y así andaremos juntos,
codo a codo,
todos los hombres,
mi canto los reúne:
el canto del hombre invisible
que canta con todos los hombres".
En las luchas de cada día, nuestra lucha estará presente. Contra la burocracia. Contra quienes embebidos de poder, nos invisibilizan.
Nuestro canto es el cantan todos los hombres buenos: la justicia.
Fuimos visibles para Chávez, pero hoy, son otros los que invisibilizándonos, avergüenzan a Chávez.