¡Unidad, Unidad o nos perdemos!

Nuestra Revolución Bolivariana se enfrenta una vez más a ingentes peligros. Los pocos días que restan del 2007 y el 2008 se presenta cargado de peligrosos augurios, de hecho la Revolución siempre ha tenido que enfrentar la naturaleza de su condición histórica, a saber, significar un peligro real para los planes hegemónicos de un imperio caracterizado por ser el más genocida e inmoral a todo lo largo de la historia, sin embargo, ese mismo imperio está determinado a arremeter con todas sus fuerzas contra la tierna semilla de socialismo que crece en nuestra querida Venezuela. Continuando en la ruta de revolución democrática -bajo las reglas de juego burguesas- la Revolución Bolivariana está obligada a sembrar la semilla del Socialismo del Siglo XXI en el tablero de las competencias electorales y frente a un enemigo desalmado experto en el uso de todas las técnicas de propaganda propias de la guerra de cuarta generación. Imaginar siquiera que el imperio y sus adláteres del cipayismo criollo jugarán con reglas éticas es de una ingenuidad suicida.

Imaginar siquiera el precio de otra derrota debería ser razón suficiente para volcarse con todas las energías posibles en pos de nuevas y contundentes victorias. La unidad más absoluta del lado de las fuerzas revolucionarias es una premisa imprescindible. Vacilar sería perdernos. Los revolucionarios que respaldamos este proceso liderado por el Comandante Chávez no tenemos otra opción que la victoria. "No podemos optar entre vencer o morir... ¡Necesario es vencer! No obtener victorias contundentes en todos los escenarios donde la batalla se plantee, no sólo retrotraería al movimiento revolucionario a las cotas que poseía antes de la llegada de este personaje marcado por el destino que es Chávez -eso sería un regalo de la providencia- sino que convertiría la patria en un campo de horror y muerte. No son profetismos desastrosos los que nos persuaden de ello, es la historia. La historia de cuanto aconteció allí donde por errores propios y aciertos ajenos se perdieron procesos revolucionarios. La España republicana o el querido Chile allendero están allí como recordatorio de ese horror. Las figuras tenebrosas de Francisco Franco y Augusto Pinochet se asoman en el horizonte histórico con sus colmillos sangrantes como ángeles de la muerte. Los revolucionarios fieles fueron masacrados y perseguidos hasta extirparlos; aquellos que con sus egoísmos, desviaciones y errores contribuyeron a la derrota igualmente fueron masacrados. Otros se convirtieron en verdugos, algo que al parecer siempre fueron. De nada valdrían los lamentos o el rechinar de dientes de los bien intencionados. Si el fruto cosechado por causa de la incoherencia, el burocratismo grosero y la falta de conciencia revolucionaria se repitiera, la magnitud del desastre sería de consecuencias incalculables. Se perdería todo: patria, libertad, soberanía, sueños de justicia y hasta la vida misma. Equivaldría al retorno de los brujos. Una suerte de tsunami que todo lo arrasaría. Es bueno tenerlo en cuenta al momento de priorizar acciones y medir cuanto decimos y hacemos. Dilemas como la inflación, la inseguridad u otras preocupaciones temporales serían poco menos que temas angélicos o discusiones bizantinas. Con todos los errores y defectos que puedan atribuírseles a la Revolución Bolivariana la alternativa probable es definitivamente inaceptable. El dilema es simple: Patria o Imperio; Oligarquía o Pueblo; Vida o Muerte.

Es necesario ubicar claramente al enemigo. Atentos, alertas y decididos, hemos de no gastar ni un miligramo de pólvora en zamuros. Se han de seleccionar con claridad y precisión los verdaderos enemigos del proceso revolucionario. Ordenar los objetivos a fin de priorizarlos con precisión quirúrgica. La Revolución es un proceso dialéctico. Es con paciencia y sabiduría que se irán logrando las transformaciones y cambios cuantitativos en cualitativos. Aceleramientos impertinentes sólo nos dejarán como saldo la frustración y el desaliento. Paso a paso, sin carreritas engañosas, se debe alcanzar el objetivo. Ya está bueno de seguir empeñados en la búsqueda de objetivos parciales y subalternos. Ya está bueno de enguerrillamientos mezquinos. El primer y único objetivo ahora mismo es profundizar la revolución socialista y garantizar la conducción del Comandante Chávez. Quien no tenga eso claro, dolorosamente, trabaja para el enemigo aún animado por las mejores intenciones, que respeto aunque condeno.

Nuestros enemigos históricos y de clase son: la oligarquía apátrida, una burguesía comercial agringada, los Estados Unidos de Norteamérica y por sobre todos ellos, una plutocracia mundial que todo lo controla y domina. Todos los demás obstáculos son circunstanciales y responden a la coyuntura. Vencer estos enemigos no sólo es prioridad sino causa esencial y hasta única. Alcanzado el objetivo cardinal, eliminar todos los obstáculos intermedios será cosa del hacer cotidiano, de la limpieza y la profundización del proceso revolucionario. Hasta hoy, históricamente, la reacción ha sido más sabia a la hora de aunar esfuerzos y seleccionar sus objetivos que los sectores revolucionarios casi siempre heridos de protagonismo. El imperio y la oligarquía criolla lo tienen clarito: el enemigo es Chávez. Todo cuanto se interpone entre ellos y la recuperación absoluta de sus privilegios está personificado en Chávez. Saben que si logran eliminarlo -por la vía que sea- lo demás será coser y cantar… ¿o debo decir, matar, torturar y arrasar? Los sectores patriotas y revolucionarios, al menos, deberíamos reconocer lo que debemos defender como un solo hombre y una sola mujer con sólo mirar hacia donde apuntan los cañones de la reacción.

¿Qué faltan muchas cosas por hacer y mucha basura por barrer a lo interno? Quien lo dude es ciego o pertenece a la basura con boina roja que debemos purgar. La casa está muy sucia porque no podía ser de otra manera. ¿De que planeta llegaron estos revolucionarios químicamente puros? ¡Llegaron de un planeta llamado IV República! La mayoría eran adecos o copeyanos. AD y COPEI, llegaron a tener el 86%% del padrón electoral. ¿No es suficiente ese dato? ¿No es esclarecedor que la izquierda nunca llegó a tener más del 5%? Todos sabemos que sí. Estos “revolucionarios” llegaron de esos partidos con todos los vicios y perversiones bien aprendidos. Están ahí, no se en que proporción, pero están ahí, copando la burocracia, obstaculizando, proporcionando el peor de los ejemplos. Sin embargo… hemos de vencer al enemigo a pesar de ellos. Hemos de hacer triunfar la Revolución por encima de ellos y a pesar de ellos. Representan un enemigo formidable pero circunstancial. Contribuyen con el enemigo real pero la coyuntura no debe cegarnos hasta perder de vista al verdadero enemigo. Si se alcanza el objetivo de profundizar la revolución, sembrar los valores propios de la espiritualidad socialista y conservar a Chávez en el timón de la nave, todo lo demás será relativamente manejable, sobrarán las oportunidades de barrer la casa, reeducar a los camaleones, asimilarlos...o lo que sea ¡Ah, Manuel Brito! En cambio, si se pierde esa batalla fundamental con esas mismas escobas barrerán nuestros huesos, barrerán la patria hasta desaparecerla, extirparán todo lo que pueda oler a sueños ¡Que nadie tenga duda en estos momentos!, al modo del clamor bolivariano... ¡Vacilar es perdernos!



Oiga y participe del programa "El Socialismo de las Cosas más Sencillas", con Martín Guédez
Los jueves de 7 a 8 am, por RNV Canal Informativo.
Esperamos sus llamadas.
0212-731-34-13 y 0212-731-37-16


Esta nota ha sido leída aproximadamente 2765 veces.



Martín Guédez


Visite el perfil de Martín Guédez para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes: