La luna de miel duró poco. Las piedras comenzaron a llover sobre el árbitro apenas comenzó a tomar decisiones. Reacción natural y, hasta cierto punto, comprensible. Pero la cosa no se queda allí. El siguiente paso, según una fuente vinculada a AD, es una crisis al interior del propio CNE. De sus cinco integrantes, los dos nombrados como cuotas de la oposición estarían prestos a renunciar a sus cargos recién asumidos, bajo el argumento de que la mayoría del cuerpo obstruye un referendo revocatorio presidencial. Ezequiel Zamora y Sobella Mejías salvaron su voto en la decisión que declaró inadmisibles las firmas presentadas el 20 de agosto. Si renuncian, como medida de protesta ante cualquier otra decisión clave, suben a principales sus suplentes, y el órgano se mantendría operativo. Pero el árbitro quedaría marcado por esa raya de cara a los venideros procesos electorales. Es difícil desvincular la anticipación de este escenario de las declaraciones de Henry Ramos Allup, presidente de AD, contra el presidente del CNE, Francisco Carrasquero, del origen adeco del cacerolazo contra la casa de éste último en Zulia, y de la más reciente tángana en la AN, que tuvo entre sus protagonistas al adeco Alfonso Marquina. Una de dos: o AD está disputándose el liderazgo de la oposición con otros partidos, sectores e individualidades, o es Ramos Allup quien se radicaliza, a él y a los suyos, en previsión del regreso de Carlos Ortega, presidente de la CTV y uno de los antiguos líderes del ala talibana de la oposición, quien ha anunciado el fin de su breve exilio como asilado en Costa Rica. Ramos está opuesto al retorno de Ortega, quien, además de endilgarle falta de solidaridad con él, más allá de haberlo nombrado presidente honorario del partido, lo acusa de pactar tras bastidores con el Gobierno y de impedir la unidad de la oposición en torno a un candidato único, con el argumento de que AD está recuperándose en solitario. Si al llegar Ortega se encuentra con un Ramos convertido en jefe público del talibanismo nacional (del antichavista, claro), menos eco tendría su cuestionamiento al presidente del partido. No sería la primera vez que un conflicto interno de AD sea el verdadero fondo de graves remezones nacionales.
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