En la misma llamada que el Presidente hizo al programa Dando y Dando para,
entre otras cosas, anunciar algunos cambios en su gabinete ministerial,
habló sobre la necesidad de hacer alianzas con algunos sectores opositores
como el empresarial.
Dejó entrever Chávez que esa estrategia la habían sugerido luchadores de la
talla de Fidel, Lukachenko y Daniel Ortega, quienes tienen sobrada
experiencia como revolucionarios y jefes de estado.
A nuestro entender, esto representa un giro en la visión de un presidente
que siempre ha afirmado que con la derecha no puede haber negociación
posible, pues ésta no comparte el poder con nadie.
Esta nueva posición podría explicar el porqué se decidió dejar a merced de
“la mano invisible del mercado” la fijación de precios de alimentos como
la leche, el azúcar y otros.
Habíamos afirmado en un artículo anterior que una política de precios
regulada por la ley de la oferta y la demanda era inconveniente en un
mercado oligopólico como el nuestro; pero que además representaba una
enorme contradicción con la definición más elemental de socialismo.
Aún no entendemos las razones de este giro del Presidente, pero suponemos
que lo haremos en la medida en la que se vayan anunciando nuevas medidas.
No podemos, sin embargo dejar de alertar sobre el enorme riesgo que
representa dejar de lado la convicción de que la derecha no aceptará jamás
una alianza con sectores progresistas pues su interés siempre estará en
contradicción con las aspiraciones de los sectores populares, con las de
los trabajadores, con las de los consumidores y sobre todo con las de
aquellos que creen en la igualdad y la justicia.
Es hora que los líderes del proceso revolucionario, entre ellos el
presidente Chávez, entiendan que en Venezuela no existe la tan pregonada
oposición democrática. Que la oposición está llena de odios y trabajará
siempre con el objetivo de hacer fracasar cualquier acción, plan o misión
emprendida por el gobierno nacional, independientemente de cuan positiva
resulte para la mayoría.
Es de ingenuos pensar que pueda hacerse una alianza con la oposición y
mucho menos con el poderoso sector empresarial que la financia. Bueno sería
recordar las acciones emprendidas por esos sectores cuando participaron en
la mesa de dialogo que facilitaban Carter y Gaviria.
Cada acción destinada a conciliar con la derecha será minimizada por ellos,
al mismo tiempo que les servirá de “palanca” para exigir mayores
concesiones. Allí está como ejemplo la ley de amnistía.
Nosotros creemos que el Presidente intenta, con esa ley, dejar sin
argumentos a una derecha que lo acusa de dictador, pero sin lugar a dudas
es una concesión sobre la cual se han “montado” los sectores más
recalcitrantes para exigir que perdonen a asesinos como Forero, Simonovis y
Vivas o violadores como Nixon Moreno.
A una derecha enloquecida como la venezolana que no es capaz ni siquiera de
jugar al éxito de una misión humanitaria como el canje de prisioneros o la
operación Enmanuel, no pueden hacérsele concesiones.
Lo que deberíamos es avanzar en la profundización del Socialismo del Siglo
XXI, expresión que por cierto no escuchamos en boca de ningún dirigente
revolucionario desde hace varias semanas.
¡Cuidado Presidente! No se equivoque. La derecha nunca estará de su lado y
nunca respetará las reglas del juego. No se hará más fuerte su gobierno
cediéndole espacios a quienes son enemigos declarados del proceso
revolucionario.
Si el pueblo no lo respaldó mayoritariamente en el pasado referendo no es
precisamente porque quiera que una alianza con Fedecámaras haga sal y agua
su salario, o porque quiera que Globovisión lo adule, o porque quiera que
siga sin aplicarse la Ley de Tierras.
En los errores cometidos está la causa de la derrota, pero no es
precisamente la defensa que usted a hecho del pueblo uno de esos errores.