Señor Presidente,
Señor Secretario General,
Señores Delegados,
Inicio estas palabras con sentimientos contradictorios. Con alegría por su elección para presidir este foro como Canciller de nuestra nación hermana en el Caribe, Santa Lucía.
Con dolor porque nuestras Naciones Unidas perdieron uno de sus mejores y Brasil a un ejemplo de una de las diplomacias más consistentes del mundo.
Sergio Vieira de Mello murió por la paz y los derechos humanos, causas que iluminaron su vida de diplomático y brasileño.
Tenemos otros desafortunados ejemplos en diversos tiempos.
Perdimos a Anna Lindh, Cancillera sueca, hija de uno de los países más cercanos a la justicia social; educada bajo la cultura nórdica de avanzada social y de compromisos con la paz y la democracia. Años atrás cayó otro sueco, Olof Palme, hombre de bien y de paz a quien la comunidad internacional despidió con la canción de la chilena Violeta Parra "Gracias a la Vida" en homenaje a sus luchas por los perseguidos, los excluidos y los empobrecidos.
Al comenzar los sesenta el Secretario General de la ONU, Dag Hammarskjold, también sueco, en misión de paz murió en un aparente accidente en medio de las tortuosas turbulencias políticas en un Congo asediado por sus enemigos internos y los factores internacionales que le negaban el oxígeno a su liderazgo soberano. Más atrás, el Conde Folke Bernardotte, sueco, caía víctima del terrorismo en su misión de paz de la ONU en Jerusalem y todavía más atrás, al final de la Segunda Guerra Mundial desapareció sin rastros el diplomático sueco Raoul Wallemberg, quien desde Budapest facilitó el camino a la libertad a los judíos perseguidos por la barbarie nazi.
Parece que nada ha cambiado. La injusticia social se eterniza, los conflictos se repiten, protagonistas de los cambios históricos son eliminados físicamente o destruidos moralmente y la prédica violenta nos arrastra hacia el terrorismo y la guerra.
Señor Presidente:
Inspirado en los valores de la justicia social, la democracia y la paz, en nombre del Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez Frías, quiero reiterarle nuestro apoyo a la ONU, desde una posición crítica pero sin ambigüedades y sin inconsecuencias con sus altísimos objetivos.
Los mismos valores nos inspiran en Venezuela, un país que se ufanaba de ser el más rico y el más democrático de la América Latina, pero desaprovechó sus privilegiadas oportunidades históricas y cayó en un proceso de descomposición ética y social que nos acercó al abismo. Así, tuvimos que emprender un profundo proceso de cambio en paz y en democracia.
Los sectores afectados por el cambio democrático han recurrido a la fuerza para frustrar este empeño de mayorías; recurrieron al golpe militar, el sabotaje petrolero, el pánico financiero y el terrorismo mediático. A Dios gracias fracasaron pero causaron mucho daño.
Las normas de una constitución aprobada por el pueblo en referéndum que amplia las bases de la democracia en un estado social de derecho y que es, en verdad, nuestro proyecto de país para todos, ha generado oposición violenta y antidemocrática. La apertura hacia una democracia participativa y hacia una economía libre, pero no anárquica, que protege la libertad privada sin rendirle culto al Dios del mercado, ha alborotado al sector más egoísta e insensible de nuestro país y de la comunidad internacional: Los neoliberales.
Al propósito, Su Santidad Pablo VI dijo en su Encíclica "Populorum Progressio" de marzo de 1967: Este liberalismo sin freno conducía a la dictadura, denunciada justamente por Pío XI como generadora del imperialismo internacional del dinero. Nunca se condenarán bastante semejantes abusos, recordando una vez más solemnemente que la economía se halla al servicio del hombre".
Empresarios que no arriesgaban, protegidos por un Estado cómplice bajo un mercado cautivo, que no competían y que evadían impuestos, promovieron una conspiración contra el gobierno legítimo de Venezuela, aliados con sectores internacionales beneficiarios del pasado.
Pues bien, nuestra democracia amenazada sin éxito por algunos ciudadanos Kane venezolanos, invita a los miembros de la comunidad internacional a verificar en Venezuela la fortaleza de nuestra sociedad y las inmensas libertades cívicas disponibles en nuestro país, incluyendo la más amplia libertad de expresión en todo nuestro hemisferio.
Nos sentiremos cómodos con testigos que vengan a Venezuela, que vean nuestra televisión, lean nuestros diarios, se entrevisten con los dueños de los medios privados, escuchen a comentaristas y presentadores y saquen sus propias conclusiones. Necesitamos que se familiaricen con la más escondida amenaza contra la democracia: la dictadura mediática, espejo de la cultura de la violencia y la mediocridad.
Nuestro proceso de cambio social en paz y en democracia fue interrumpido por el asalto de los medios y sus hipnotizados seguidores contra la legalidad. En apenas tres días durante su efímero gobierno de facto fueron abolidas todas las instituciones democráticas antes de que pueblo y soldados en la calle restituyesen la normalidad.
Hoy día aspiramos a la paz y la reconciliación entre los venezolanos. En nuestra democracia hay espacio y esperanza para todos.
Queremos la paz para nuestra hermana Colombia, en Irlanda del Norte, en balcanes, entre judíos y palestinos, en toda la tierra.
La paz es también la aspiración de los miembros de las Naciones Unidas, pero no habrá paz duradera sin justicia social, no habrán democracias estables sin justicia social y la libertad será un fraude, sin justicia social.
Señor Presidente:
Congratulamos al Secretario General de las Naciones Unidas, Señor Kofi Annan, por su equilibrada y firme conducción de la Organización en momentos tan difíciles por los que atraviesa el mundo y por su sabio y corajudo mensaje a esta asamblea democrática.Este año, nuestras actividades en esta Asamblea General se desarrollaran bajo la sombra del atentado a la Sede de las Naciones Unidas en Bagdad, por las secuelas de la guerra, la tensa situación que se vive en el Medio Oriente y por los alarmantes índices de pobreza en el mundo, escenario que nos conduce a una profunda reflexión y nos obliga a reforzar la capacidad de respuesta de nuestra Organización.
La actuación de Venezuela ha estado encaminada a rescatar y promover el multilateralismo como medio y escenario para la conformación de un mundo más democrático.
El unilateralísmo es monocromático, aburrido, opresor y autoritario. El multilateralismo es la policromía, la animación, la tolerancia y la democracia.
Con esa convicción asumimos la responsabilidad de presidir el Grupo de los Setenta y Siete (G-77) el año pasado y el Grupo de los Quince (G-15), cuya Reunión Cumbre celebraremos el próximo año en mi país, mecanismos a través de los cuales el mundo en desarrollo proyecta su voz multilateral y sus aspiraciones al bien común universal y a la justicia social internacional. La evolución de la historia a partir de 1945 nos exige un Consejo de Seguridad más democrático y representativo. A la Asamblea General por su condición democrática y participativa debemos reforzarla. Queremos que el Consejo Económico y Social sea el órgano poderoso que no se le ha permitido ser. La Carta de la ONU no puede ser un traje a la medida de nuestras conveniencias unilaterales. La guerra no es una aventura romántica que nos lleva a un final feliz donde los superhéroes derrotan a los villanos. A veces la guerra se convierte en una trampa mortal que causa sufrimiento más duradero que los que en teoría se pretenden aliviar. A veces trae otras guerras, más violencia, más terrorismo.
El uso de la fuerza del Estado no debe ser emprendido a discreción de los interesados de turno. La responsabilidad de los miembros de esta Organización es colectiva, como colectiva debe ser la seguridad internacional que queremos proteger y garantizar. Todos deseamos un mundo mejor para las generaciones futuras, y ¿por qué no? para nosotros. Todos somos protagonistas en este escenario mundial, las hegemonías lucen arcaicas y autoritarias. Propiciamos una ONU fortalecida, universal y democrática.
Señor Presidente:
Hace un año, en esta misma sala, condenábamos los abominables ataques terroristas del 11 de septiembre, donde perdimos a miles de ciudadanos estadounidenses y de otros países.
Ese Holocausto súbito fue quizá producto del fundamentalismo religioso, pero es injusto singularizar a los creyentes de una fe, por actos de minorías extremistas cuando otras minorías de creyentes también han cometido crímenes contra la humanidad, en el nombre del Señor.
El terrorismo destruye la vida humana de inocentes y combatientes. Es impronta que atormenta a familiares, a amigos y pueblos.
No hay terrorismo bueno. Ni en el nombre de una etnia o la nacionalidad. Ni en el nombre de la justicia o la libertad. Ni en el nombre de Dios.
Señor Presidente:
Hace cuatro días en nombre de la República Bolivariana de Venezuela deposité los instrumentos de ratificación de la Convención contra los Atentados Terroristas con Bombas, de la Convención Contra el Financiamiento del Terrorismo y del Protocolo Facultativo de la Convención sobre los Derechos del Niño relativo a la Participación de los Niños en Conflictos Armados. Ayer, el Parlamento venezolano convirtió en Ley de la República a la Convención Interamericana contra el Terrorismo. Esperamos que el cuadro de ratificaciones se complete en la OEA cuanto antes.
Sin embargo, debemos proseguir la lucha frontal contra los terrorismos más extendidos y destructores: la pobreza y la exclusión social.
El mundo en desarrollo sufre de hambre, de la miseria y de la exclusión, causado por un sistema económico injusto, envuelto en las prácticas del neoliberalismo salvaje, en la economía globalizada, con un esquema de intercambio comercial desequilibrado que genera desempleo, explotación, desigualdad y resentimientos. Es un sistema que atenta contra la dignidad de la persona humana. Sus líderes no acostumbran hablar de justicia social en sus declaraciones.
Una iniciativa que ha emprendido el Presidente Hugo Chávez Frías para combatir la pobreza es la creación de un Fondo Humanitario Internacional, que hemos propuesto en Monterrey, en Johannesburgo y, una vez más, en esta Asamblea General de la ONU.
El Fondo aspira ser una fuente consistente y novedosa de financiamiento de recursos no reembolsables provenientes de la reducción de gastos militares y de dineros decomisados al narcotráfico y a los corruptos. Constituirá una fórmula efectiva de asistencia internacional para generar oportunidades de progreso económico y social a los países excluidos de los tradicionales esquemas de financiación. Propuestas convergentes nos inspiran optimismo frente a esta clase de iniciativa.
Concluyo con una cita de su Santidad Juan Pablo II en 1994 "El mundo anhela la paz, tiene urgente necesidad de paz. Y sin embargo, guerras, conflictos, creciente violencia, situaciones de inestabilidad social y de pobreza endémica continúan cosechando víctimas inocentes y generando divisiones entre los individuos y los pueblos. ¡La paz parece, a veces, una meta verdaderamente inalcanzable! En un clima hostil por la indiferencia y envenenado frecuentemente por el odio, ¿Cómo esperar que venga una era de paz, que sólo los sentimientos de solidaridad y amor pueden hacer posible?".
Es así, Señor Presidente, como todos los miembros de nuestra Organización debemos centrar nuestros esfuerzos para encontrar los medios necesarios que nos permitan asegurar la paz y la democracia, en casa y en la comunidad internacional, valiéndonos del mejor antídoto contra la violencia: la justicia social.
Muchas Gracias.