La explosión de un artefacto en el Regimiento de la Guardia de Honor del Palacio de Miraflores; la suspensión del envío de crudo a petroleros dominicanos que financian una conspiración contra Chávez; y un tiroteo en la Plaza Francia de Altamira, barricada de ex oficiales golpistas, desplazaron este fin de semana al show mediático del referendo revocatorio de los titulares de prensa venezolanos.
No es casual que ante la posición ética asumida por el Consejo Nacional Electoral, la oligarquía golpista comience a hablar de que "es imposible sacar a Chávez del poder mediante un proceso refrendario", y active mecanismos similares a los utilizados el 11 de abril: los medios azuzan y ofenden a las Fuerzas Armadas, la Coordinadora Democrática prepara el escenario para una confrontación en las calles, y en Miami y Santo Domingo siguen apostando al magnicidio.
Resulta difícil creer que las acciones terroristas de las últimas horas en Caracas -incluido el atentado al consulado de Colombia- no obedecen a un plan estratégico de la oligarquía, al que se suma la sospechosa adquisición de carros blindados y armamento de guerra por la Policía de Miranda, estado en manos del golpista Enrique Mendoza, una de las piezas que mueve a su antojo el embajador yanqui Charles Shapiro, por estos días más activo e intruso que de costumbre.
La tesis de que la oligarquía busca provocar un conflicto interno, para justificar la intervención extranjera, cobra más fuerza en estas horas, con una oposición más desprestigiada por el cuento de las firmas "chimbas", con los medios (y sus colegas de los partidos políticos) llamando a desconocer al Gobierno, y la insistencia de los llamados "exiliados" (como los cubanos de Miami), para terminar con la Revolución de una manera violenta.
Recordemos que un año atrás, en octubre de 2002, el ex capitán golpista Luis García y un grupo de desertores del ejército venezolano comenzaron a entrenarse en una finca-campamento de Homestead, con la colaboración del terrorista Rodolfo Frómeta, cabecilla de Comandos F-4, organización que mantiene relaciones y brinda apoyo a los ex oficiales de Altamira y al jefe de la Policía de Miranda, que 30 años atrás fue discípulo de Luis Posada Carriles, connotado terrorista que bien conocen en la tierra bolivariana.
La conexión de los golpistas venezolanos y la mafia anticubana de Miami ha sido revelada con anterioridad (edición digital del 22 octubre de 2002) por El Nuevo Herald: "Como si se tratara de una misma causa, los grupos políticos venezolanos, han desplegado desde hace más de dos años un activismo para combatir el gobierno de Hugo Chávez desde Miami con un aliado particularmente apasionado: los grupos del exilio cubano".
Más cerca en el tiempo, Raúl Leoni, dirigente de la Coordinadora Democrática de Miami y vástago de uno de los primeros presidentes de la democracia representativa venezolana, afirmó al mismo periódico que "ha habido una gran empatía, porque los cubanos en el exilio sienten que el proceso que se está viviendo en Venezuela es muy similar al proceso que vivió Cuba cuando Castro llegó al poder".
Desde la Junta Patriótica Cubana hasta Vigilia Mambisa, pasando por Comando F-4 y las emisoras de radio y televisión de Miami, los activistas del llamado exilio han puesto a disposición de los antichavistas recursos, experiencia, estrategias, apoyos logísticos y contactos en todo Estados Unidos, para impulsar el activismo opositor y encontrar juntos una fórmula para derrocar a Chávez.
"La colaboración, según ha reseñado sin rubor el libelo de la mafia, ha llegado al campo militar, luego que la Junta Patriótica Venezolana, bajo el liderazgo del ex capitán Luis García Morales (uno de los primeros oficiales activos en rebelarse contra Chávez) firmara un acuerdo de cooperación con el grupo anticastrista Comandos F-4. El objetivo: compartir información y jornadas de entrenamiento militar para estar preparados ante el peor de los escenarios, el de una posible guerra civil en Venezuela".
El argumento de la "guerra civil" vuelve a cobrar fuerza entre la oposición golpista, mientras en Florida, como ya ocurrió en las horas de la invasión por Playa Girón, hay mercenarios que se entrenan en el uso de armas semiautomáticas, como fusiles de asalto AK-47 y R-15, pistolas de 9 mm y revólveres de calibres 30 y 32. Las pruebas están en la propia página web de Comandos F-4, desde donde Rodolfo Frómeta asegura: "Estamos dispuestos a prestar toda la ayuda que sea necesaria para enfrentar la tiranía de Chávez".