La vida puede ser transformada en un poema, y cada quien puede escribir la suya con el tipo de rima que prefiera. Pero también es pertinente señalar que hay quien es realmente un poema y lo transforma en vida. Ernesto Guevara es un ejemplo. El pasado 14 de junio hubiera cumplido 75 años de vida, pero ahora se llega a los 36 años de su ausencia física, de la fotografía aquella, del dolor de muchos, de un nuevo capítulo de la historia que escriben los pueblos.
Con un padre convencido de la dignidad que implica vivir y una madre excepcional que casi se hace monja, y que por amor y creencias dejó su comodidad para vivir la aventura enamorada de transformarse en luchadora, habría que sumar la geografía que le tocó vivir en Misiones y Alta Gracia, en su tierra natal, la de la Argenta inteligente, para ratificar que Ernesto Guevara de la Serna siempre vivió como pensó y que sin conocer de niño los postulados martianos hizo suyo aquél según el cual “Hacer es la mejor manera de decir”. Lo demostró con creces en ese periplo vida que fue su poema. Estas líneas sólo intentan la valoración que el mundo de la música popular atesora para el jinete de aquel mulo llamado Martín Fierro en la Sierra Maestra, para el visionario comunicador que fundó un periódico y una radio, como herramientas fundamentales (comprobaría) del triunfo de su causa, para aquél que esgrimió pensar con la cabeza fría y el corazón ardiendo. Es decir, para el simplemente Ché, hombre.
Rima del alma
¿Qué es lo que permite que Ernesto Guevara sea uno de los hombres al que más se han compuesto temas en América latina?. Y qué es lo que permite que esos temas sean textos cargados de gratitud, sin reclamos, con aceptación y fraternidad de amigo?
¿Acaso la ternura? ¿Acaso la verticalidad de las convicciones? ¿Acaso las ideas? ¿Acaso la figura emblemática de un soñador joven y armado?. Lo cierto es que los temas recopilados que tienen al Ché como motivo son ellos mismos un motivo de estudio. Sus creadores calzan los puntos de la devoción masiva y muchos de estos músicos poetas son casi mitos... e hitos del repertorio de la canción de conciencia del planeta. Víctor Jara, por ejemplo, en la “Zamba del Ché” plasma la primera aureola: “San Ernesto de La Higuera te llaman los campesinos”... así como Carlos Puebla plasmó antes la primera verdad: “Aprendimos a quererte desde la histórica altura/ donde el sol de tu bravura le puso cerco a la muerte”. Posteriormente el mismo Puebla volvería a componer, esta vez en imperativo: “Que calle un momento el son, que enmudezcan las guitarras en tributo de silencio por Ché Guevara”.
Pablo Milanés compuso uno de los más sentidos temas en memoria de Guevara: en “Si el poeta eres tú” desgrana el sentimiento colectivo por el Ché: “El que se ha sembrado estrellas en mil noches de lluvias coloridas eres tú/ que tengo yo que darte comandante/ que no sea cambiar mi guitarra por tu suerte”. En el Sur del continente Anibal Zampayo escribió en primera persona desde uno de los nombres de batalla del Guerrillero Heroico, para que Mercedes Sosa hiciera después un monumento vocal de proporciones eternas: “Yo soy Ramón, aquél la luz del oprimido. La carne, sangre y piel del hombre redimido... Detrás de la muerte yo soy Ramón, la victoria final”.
Y por supuesto que Venezuela hizo aporte bonito, como la patria soñada, en la inmensa ternura hecha voz, de Alí Primera: en “Hace mil hombres” cantó: “Tus manos, tus manos Ché, tus manos llenas de fé, llenas de fé en la victoria” como ya había cantado: “Comandante Ché te mataron/ pero en nosotros dejaron para siempre tu memoria, plasmada en moldes de gloria”.
Silvio y Feliú:
Una noche de 1988 vimos el punto que era Silvio Rodríguez, atrapando las gargantas de más de un millón de personas: “La era está pariendo un corazón/ no puede más, se muere de dolor/ y hay que acudir corriendo, pues se cae el porvenir” Era el cumpleaños número 60 del Ché y Silvio lo evocaba, en concierto con su guitarra en esa noche habanera. “La era está pariendo un corazón” la había compuesto en homenaje al Che; y tal vez sea Silvio Rodríguez quien más le haya cantado. Otros temas de Silvio para el Ché Guevara son: “América, te hablo de Ernesto”, “Fusil contra fusil” (el silencio en la noche va presagiando el adiós), y uno más bien reciente, decantado y fundamental: “Hombre”: “Hombre, hombre y amigo, aún queda para estar contigo, hombre, hombre sin templo, desciende a mi ciudad tu ejemplo”. Y en este tema Silvio empalma con el más intenso, compuesto por Vicente Feliú, quien hizo un álbum de antología: “Guevarianas”.
Feliú en “Una canción necesaria” deja una sentencia eterna que conviene, hoy más que nunca, no olvidar: “Y se abre tu memoria a todo aquel que renace, pero nunca falta alguien que te alce en un altar y haga leyenda tu imagen formadora, y haga imposible el sueño de alcanzarte, y aprenda alguna de tus frases de memoria para decir: "seré como él", sin conocerte. Y lo pregone sin pudor, sin sueño, sin amor, sin fe. Y pierdan tus palabras sentido de respeto hacia el hombre que nace cubierto de tu flor.
Algún poeta dijo, y sería lo más justo, desde hoy nuestro deber es defenderte de ser Dios”.
Donde el amor se transforma en precepto es imposible el engaño, y es imposible el olvido. En el amor activo y transformador de los pueblos habita el Ché. Y el poeta era él.
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