“Margarita es un bastión opositor”, repiten, interesadamente, los “dirigentes antichavistas” cuando pronostican la reelección de Morel Rodríguez.  “Por no dejar”, una de estas noches comencé a revisar y a ordenar en porcentajes brutos los resultados electorales producidos en la isla desde el año 2000, y este fue el recorrido:      

A. 30 de julio de 2000: 

Se llevó a cabo el proceso de relegitimación de autoridades conforme al nuevo orden constitucional y el presidente Chávez obtuvo el apoyo de 34,57% de la población electoral (P.E.) contra el 25,17% que sumaron las dos opciones opositoras, Arias Cárdenas y Fermín. En el mismo acto, el candidato del “chavismo” a la gobernación del estado triunfó, pero 5,06% de la P.E. neoespartana que acompañó al jefe de la revolución no votó a su favor. 

B. 15 de agosto de 2004: 

Se realizó el referendo con fines revocatorios solicitado por la oposición.  A nivel nacional, estos fueron los resultados: 

Sin embargo, un movimiento excepcional sacudió la isla, y en comparación con las presidenciales de 2000, Chávez conservó el nivel de apoyo, pero la oposición creció 10,03% de la P.E., nutriéndose de la abstención y de los votos nulos.  En definitiva, con una diferencia ínfima, la opción revocatoria ganó en Nueva Esparta. 

C. 31 de octubre de 2004: 

Se efectuaron elecciones regionales. La abstención alcanzó su pico más alto, el chavismo tocó el piso más bajo y la oposición volvió al nivel con que había perdido en las regionales anteriores, pero esta vez ganó.   

Comparando la elección del gobernador con el referendo revocatorio, separados por escasos 75 días, se puede apreciar el porcentaje de seguidores del presidente que no legitimaron la candidatura estadal. 

D. 3 de diciembre de 2006:

Se realizaron elecciones presidenciales. Chávez alcanzó su pico más alto, 42,55% de la P.E.: 7,39% más que en el revocatorio y 7,98% más que en las presidenciales de 2000.  Por su parte, la oposición obtuvo el 29,90%: 5,30% menos que en el revocatorio y 4,73% más que en las presidenciales de 2000.  Allí tienen ambos cuadros. 

E.  2 de diciembre de 2007: 

Se efectuó el referendo mediante el cual no se aprobó el proyecto de reforma constitucional.  La abstención se acercó a su tope, el chavismo tocó su piso y la oposición se situó en la mitad entre su techo y su piso.  

Comparamos los resultados de este referendo y las últimas presidenciales y nos llama la atención el 18,73% de quienes apoyaron a Chávez, pero no a la reforma. 

Comparamos el 2-D con las regionales de 2004, en las que ganó AD, y vemos algunas coincidencias. 

Concluido el periplo, algunas consideraciones pueden hacerse:

1. Cuando se ha tratado de su propia legitimación, el presidente Chávez ha alcanzado su máximo nivel de apoyo popular de, al menos, 35% de los electores; a diferencia de los proyectos (la reforma) y el candidato a la gobernación promovidos por él que contaron con el respaldo de menos de 24% de la P.E. 
2. La abstención ha llegado a sus picos más altos, precisamente, en las regionales de 2004 y el 2-D, lo que quiere decir que su crecimiento impacta en mayor medida al “chavismo”. 
3. La oposición promedia casi el 30% de la P.E., pero Morel Rodríguez ha obtenido 28,69% en su primer intento y, cuatro años después, el 28,13%.  Falta por determinar el grado de desgaste que ha podido acarrearle su cuestionada gestión.
4. Ante tales circunstancias, la posibilidad de recuperar el gobierno en la isla pudiera radicar en:
1. La presentación de un candidato único, mujer u hombre, radicado y con trayectoria pública en la isla, que tenga capacidad para consolidar la base mínima de apoyo (24%) y pueda despertar en los otros sectores pro-chavistas el interés en participar, considerando que esto último sólo será posible si se establecen mecanismos efectivos para su inclusión política.
2. Como dijimos antes (en un momento de arrechera): “Debe llamarse a todas las organizaciones políticas y sociales para conformar el gran y nuevo ‘Polo Patriótico’.  Dar prioridad a la refundación e incorporación de las unidades de batalla electoral y no permitir jamás su burocratización.  Llamar a botón a todos los precandidatos y exigirles que, antes de proseguir con las pugnas divisionistas, se reúnan en actos públicos, en cada estado, en cada municipio, y manifiesten su compromiso por la unidad, y recordarles que enfrentados no son más que individualidades mezquinas destinadas a fracasar y, probablemente, a sepultar las aspiraciones de un pueblo; que si hoy ejercen algún cargo de representación se lo deben a un “portaviones” y no a liderazgos propios.  También, debe ordenárseles (a quienes tengan estas costumbres) salir de los bares de lujo y empezar a combatir, de frente y sin ambages, el desabastecimiento que impone el adversario y las matrices de opinión que han prodigado, con mucho éxito, los medios opositores”.  Es decir, y previamente a ponerle nombre y apellido a la(s) candidatura(s), urge unificar criterios y desarrollar una pre-campaña cuyos protagonistas sean todos los aspirantes y todos los voceros de todos los partidos y de todas las organizaciones populares con el propósito de convocar a todos los que militan o han militado en la tendencia social revolucionaria. ¿Ingenuo? Puede ser, pero creo que es la única alternativa que tenemos para lograrlo.     
3. Asimilar que somos mayoría parece ser lo más difícil, pero lo somos.  ¿Cómo hacemos para convencer a cada dirigente y a cada habitante de esta verdad y de las reales posibilidades que se tienen de retomar el gobierno estadal y de no incurrir en los errores que hubieran podido cometerse en el período 2000-2004?  Es lo que tienen que inventar e implementar los neoespartanos, desde y para sus islas.        
5.        ¿Nueva Esparta es un bastión opositor? Ni po’ er coño.