Ya el dictadorzuelo boliviano, el presidente Gonzalo Sánchez de Lozada, agotó los últimos cartuchos de su política represiva y anti nacional. Las incontenibles fuerzas del pueblo con la Central Obrera Boliviana a la cabeza, con el MAS y Evo Morales entre el nuevo liderazgo emergente, con las masas irredentas, los indios oprimidos y segregados por 500 años de ignominia y opresión, los aguerridos mineros que en el año 1952 tomaron el poder e impusieron un gobierno revolucionario, hoy se lanzan sin temor al derrocamiento de un burgués abiertamente pro yanqui, que sin rubor de ningún tipo está entregando las riquezas bolivianas a la oligarquía norteamericana.
Si algo define la lucha actual del pueblo boliviano es su acentuado anti neoliberalismo, su firme y categórica decisión de que el gas boliviano no se le entregue a los Estados Unidos ni se utilice el oleoducto que llega a Chile –país que despojó a Bolivia de su acceso al mar– sino utilizar las riquezas de la nación altiplana para beneficio de su pueblo, tal y como está ocurriendo actualmente en Venezuela.
Ha Gori –como le dice burlonamente el pueblo boliviano al presidente– no le ha quedado otro remedio que apelar a la represión criminal para intentar frenar la oleada insurreccional que desde los campos, las minas de estaño y las ciudades avanza incontenible sobre la Paz.
El Ejército, de espaldas a la realidad y al clamor de su pueblo, el pasado domingo 12 de octubre, día de la resistencia indígena continental, los soldados, en una torpe operación militar, contando con el apoyo por carros blindados y por la aviación, masacraron al pueblo en la localidad de El Alto, ciudad vecina de La Paz y donde se encuentra el aeropuerto más importante del país; el saldo lamentable del genocidio fue de 6 muertos y heridos según los reportes de la prensa alternativa boliviana. Con esas cifras se elevaron a 37 los muertos y 150 heridos producidos en el marco de la actual ola de protestas.
Esa torpe represión de un régimen desesperado y moribundo, incapaz de una sola acción nacionalista, aunque fuese para ganar tiempo ante el cerco popular que se estrecha contra el corrupto régimen pro norteamericano, medida desesperada que lo que ha logrado es echarle más leña al fuego de la ira popular que no se detendrá hasta su derrocamiento, que todo indica se producirá muy pronto, cuestión de horas.
Un nuevo país de Nuestra América, como ayer lo hizo Venezuela, después Brasil y luego Argentina, da un giro de grados en su política de ascenso social y revolucionario. La espada de Bolívar, como ayer en Junín y Ayacucho, se lanza al frente de las masas insurrectas para conquistar la libertad y el derecho a la libre autodeterminación de la oprimida y empobrecida nación quechua y aimará. Los bolivarianos venezolanos, el pueblo pobre mayoritario, debemos estar alertas ante la situación boliviana y preparados para apoyar las justas demandas y luchas antiimperialistas de un pueblo hermano y bolivariano.
Bolivia huele a revolución, pronto un gobierno popular, una junta de gobierno revolucionario donde estarán los descendientes de los incas, de los obreros mineros, los sectores excluidos de la sociedad, los intelectuales progresistas y la juventud mandará.
Pronto ese pueblo hermano convocará a una asamblea constituyente y nacerá una Bolivia nueva.
¡Viva el pueblo boliviano¡ ¡Viva la Central Obrera Boliviana¡ ¡Viva los descendientes de los incas¡
14-10-03 caracola@cantv.net