Añade Sanín[1]: “La llamada “nacionalización del hierro” se hizo en sigilo y con prisa nerviosa, con cierto complejo de culpa, como si se estuviera conciencia de que se estaba dando un paso atrás con disfraz demagógico o se estuviese cometiendo un delito con máscara de inocente patriota. Las negociaciones se hicieron con la Orinoco Minning Company y con la Iron Mines Company, filiales en Venezuela de la United States Steel Corporation y de la Benthlehem Steel Corporation, que producían el 50% del acero en Norteamérica. Aquellas compañías comenzaron la explotación industrial de nuestro mineral de hierro en 1950 con una producción inicial de 200.000 toneladas. Al año siguiente ya exportaban 700.000 toneladas a los Estados Unidos. Al cabo de poco tiempo, con una inversión de 1.484 millones de bolívares habían obtenido jugosas utilidades por 3.392 millones de bolívares, más el doble de lo invertido. Esto lo reconoció el Presidente Carlos Andrés Pérez en un discurso en el Congreso el 8 de diciembre de 1974; y en lugar de proceder a expropiar esas empresas o a nacionalizarlas de verdad, se hicieron negociaciones a espaldas de la opinión pública y de la propia representación parlamentaria.
“La indemnización pasaba de 500 millones que serán pagados en diez años. El Presidente accedió a pagar esa suma mientras reconocía que “han recuperado dos veces y media el capital invertido”. Pero tal traspaso de las propiedades se hizo nugatoria en el fondo con los llamados convenios de gestión, que permitirá la continuación de las empresas del hierro en Venezuela”.
Dijo CAP: “La Orinoco y la Iron seguirán operando en nuestro país para mantener la eficiencia de la industria siderúrgica” y seguirán recibiendo porcentajes del 2% y del 3% de las ganancias brutas.
Ambas empresas prestarán en lo sucesivo “asistencia técnica y administrativa” a la CVG. La alta gerencia estará en manos de ellas, así como la ingeniería, la investigación y el adiestramiento. El contrato de asistencia técnica fue hecho directamente con la U.S. Steel por un período de tres años. También se suscribieron- y esto es la peor y lo antinacional- convenio de suministro. Según estos contratos, la C.V.G. venderá mineral del hierro o sus productos a la U.S Steel y a la Belthlehelm Steel en condiciones leonimas durante siete años. En lugar de propugnar un tipo de convenio anuales para ser negociados según la dinámica de la empresa nacional, el gobierno se ató de manos y llegó a plantear la posibilidad de renovar los contratos, después de los sietes años, hasta el punto de que las casa matrices no abandonaran jamás la presa. También entregaron a la U. S Steel la planta de briquetas, que ha debido ser absorbida por la Corporación Venezolana de Guayana”.
“Según dijo la prensa de los Estados Unidos, a través del Wall Street Journal: Las compañías norteamericanas han quedado satisfecha porque han asegurado el suministro del mineral”. También lograron mantener la dependencia tecnológica y el control del comercio del mineral del hierro.
El doctor Manuel Pérez Guerrero, negociador del gobierno, dijo ante el Congreso: “El peligro de una nacionalización en que el Estado nacionalice puede perder prestigio frente a su propio pueblo, frente a la opinión publica internacional si en vez de continuar la actividad nacionalizada en el mismo nivel de eficiencia, fuera de deteriorarse. Sólo AD y los perezjimenista defendieron la “nacionalización” del hierro negociada por el gobierno”.
De aquella inmensa desgraciada democracia habrían de surgir posteriormente todos los fatídicos traumas de RECADI, el caos de Blanca Ibáñez, el lío de los jeeps de José Ángel Filiberto, hasta que cuando Jaime Lusinchi al entregar su mandato tuvo que decir: “LA BANCA ME ENGAÑO”, y Luis Herrera Campins le contestó: TARDE PIASTE PAJARITO.
CAP ENTONCES era un cordialísimo amigo de George Bush (padre), de Alan García, de César Gaviria, de Carlos Menen y Carlos Salinas de Gortari. El país hervía con la invasión de los infernales garimpeiros; padecíamos de los estragos de enfermedades tropicales como el paludismo, las diarreas, el dengue y otras endemias. Más de 14 mil casos de paludismo y destrozada la Nación por el cólera. Esa es la democracia que quieren rescatar los perversos escuálidos.