Ya otras veces hemos oído esas exclamaciones de júbilo. Nos unimos a ellas con inmensa alegría. Ha sido una extraordinaria jornada democrática y pacífica. En verdad, la masiva concurrencia, en la más absoluta normalidad, de centenares de miles de venezolanos para afirmar la voluntad de revocar el mandato a los diputados que faltaron a la lealtad y se dedicaron a servir al golpismo, a la cola de la ultraderecha y el fascismo, es una demostración sin par de civismo y de democracia.
Ya en siete ocasiones anteriores, a la hora de elegir Presidente o al llamar a Constituyente o cuando fue refrendada la Constitución Bolivariana, el pueblo hizo igual expresión de su voluntad cívica y democrática. También hubo en esas ocasiones aquellas exclamaciones de júbilo. Sin embargo, la vieja política no respetó la decisión popular.
Ahora mismo, mientras millones de venezolanos festejan las jornadas democráticas, pacíficas y cívicas, la vieja política retorciéndose de odio, continúa en su plan de torcer el rumbo del país y regresar al antiguo sistema de exclusiones sociales y sumisión a los intereses extranjeros.
No debe repetirse la historia. Después de las victorias de 1988 y 1999, nos confiamos en que bastaban las contundentes demostraciones de civismo y democracia para asegurar el desarrollo pacífico del proceso revolucionario. Sin embargo, no fue así. Vino el golpe de Estado del 11 de abril y más tarde el paro terrorista de diciembre y enero recientes.
La vieja política no cederá pacíficamente. No acepta sus derrotas porque no tolera la pérdida de sus privilegios y el poder del pueblo. Una y otra vez intentará la revancha, incluso el terror y la intervención extranjera. Ahora mismo está abocada a un programa siniestro para destruir la democracia bolivariana en el marco de la convocatoria al referendo revocatorio del mandato del Presidente de la República. Hoy decimos: el mejor festejo al éxito de las jornadas de revocatoria de los diputados que “saltaron la talanquera” es no desmovilizar al pueblo y mantener el máximo alerta en la defensa de las instituciones democrática y la Constitución.
Mientras la vieja política tenga a su alcance el apoyo extranjero y la televisión, poderosa arma de distorsión y engaño, está en peligro la República Bolivariana.