Todo hombre que asume con responsabilidad la difícil tarea de ser el conductor en el aprendizaje de la vida de sus hijos, merece un digno reconocimiento.
Maestro de las buenas costumbres, que con su enseñanza logra enrumbar el camino de sus progenitores.
Todos son merecedores del abrazo inundado de cariño de parte de sus hijos.
Sin tratar de hacer distinciones especiales tengo que hacer una pausa para detenerme en todos esos padres inundados de sacrificios y para uno en especial...
EL PADRE OBRERO
En una realidad latinoamericana donde somos testigos de un sin fin de madres solteras, o padres que no asumen el reto con valentía, que obligan por su cobardía a que la abuela del niño se convierta en madre, porque la propia debe asumir la difícil tarea de ser madre y padre a la vez...
Será por eso que hoy me inclino ante el padre obrero que no renuncia.
Luchador incansable que se niega a que sus hijos sufran las mismas calamidades que a él le tocó vivir en su niñez.
Sacrifica su vida, para convertirse en esclavo del sufrimiento en pro de sus niños, que aprenderán del padre que se negó a rendirse y lo trasmitirán a sus generaciones, lo cual se convertirá en la gran victoria para ese hombre.
Quién me puede negar el sacrificio titánico de los padres pobres ante una sociedad indiferente, que abona el camino de la delincuencia por esa cobarde actitud.
O será que no es un valiente aquel que aprieta los dientes ante las adversidades, para convertirse en el mejor mago ilusionista, para traer la arepa para sus hijos.
Deberes ineludibles lo acosan ante sueldos miserables, el alquiler del rancho, la luz, el teléfono, una vestimenta decente para sus hijos, la comida con precios a veces vergonzosos en estos difíciles tiempos.
Y si el gobierno nacional lo ayuda con enseñanza gratuita y una medicina integral, con médicos en los barrios y grandes Centros de Diagnósticos, para aliviar el peso de la ardua carga que lleva encima, quien puede negar el titánico esfuerzo de esos hombres que se niegan a renunciar y alejan la arepa de su boca para llevarla a la de sus hijos, cuando los riales no alcanzan.
Quién es capaz de negar la valentía de levantarse cada mañana a las 4 de la mañana, con un sin fin de problemas y apretar los dientes intentando hacerle trampa a la vida, para seguir adelante, en la dificultosa tarea de criar hijos, siendo pobre.
Quién puede negar el sacrificio de patear la vida por parte del obrero que sale de Petare, de Catia, de Caricuao, de esos caseríos olvidados de lugares escondidos de la república, en busca de un bienestar para sus hijos.
Padres con vestimenta de obreros, con dos camisas y dos pantalones para toda su semana y zapatos repetidos por todo un año y muchas veces con huecos por debajo, invisibles a los ojos de extraños.........
Vaya mi abrazo revolucionario para todos ellos.
ELLOS... que hacen felices a mis ojos cuando los veo cruzar las calles de nuestra ciudad, apretando duro esa mano de niño para llevarlo al colegio.
Los miles de motorizados llevando sus hijos en las parrillas de esas motos rumbo al colegio.
Esa misma mano de obrero tan necesaria en esos momentos difíciles, en los muchachos que quizás no comprenden en ese momento del sacrificio de sus padres, pero cuando se hacen hombres conocen esa verdadera dimensión, por que a ellos les toca vivir esa misma vivencia.
Será por eso que me llena de alegría cuando veo una camioneta de pasajeros, mensajes alusivos en sus parabrisas de esos difíciles momentos:
“EN HONOR A MI PADRE” o un “GRACIAS A MI PADRE”....
Por eso es que les digo: No hay mejor regalo para el padre, que sus hijos aprendan muy bien de su sacrificio, para trasmitirlo a sus futuros nietos y lograr con ello...
QUE SE ALEJE LA TRISTEZA.
(...) Cada día del padre es gratificante el abrazo de mis hijos... que quizás logran en parte ayudarme a olvidar, que mi padre... fue uno de los que renunciaron.
Feliz día del padre para todos.
jovarela33@cantv.net
