Cierta clase media venezolana está convencida de que Hugo Chávez y su gobierno son intelectualmente mediocres. Muchos se ufanan de no escuchar sus discursos, a pesar de lo tanto que habla y de ser uno de los mejores oradores políticos y el de mayor colorido que haya tenido el país.
Se revierte así la ignorancia, enriquecida incesantemente por unos medios de información de tono adocenado, deplorable. Venezuela, no solamente está en un profundo proceso de cambio, sino que ha influido decididamente en la transformación que se opera en América Latina, la más importante después de las guerras de liberación y que, por contraste, resalta la vejez y decrepitud de una Europa que escarba en sus oscuras vivencias pasadas en búsqueda de fuerzas para sobrevivir en un mundo que, más bien, clama por una renovación.
A esa clase, ajena a lo que sucede en el país y que ha hecho de la ignorancia un estilo de vida, le ocurrirá como a esos raros pero reales casos de personas escondidas en la selva, como animales, y que transcurridos unos años descubrieron que la Segunda Guerra Mundial había terminado hacía mucho tiempo.
Por el contrario, intelectuales más en concordancia con la realidad actual, más penetrantes y de una cultura actualizada ven con buenos ojos al presidente Chávez y a su gobierno. Basta ver los programas de opinión en la televisión los domingos, de una altísima calidad intelectual, los de Earle Herrera, Francisco Rivero, Vladimir Acosta, los Robertos, J.V. Rangel, el padre Gustavo Ocando y Eleazar Díaz Rangel.
En casi dos décadas que he vivido en Europa, jamás presencié tal cantidad de intelectuales apoyando una causa. Los lugares comunes, los estereotipos y la mentira flamean en la acera de enfrente.
Con una oposición con los mismos rostros de antaño y el mismo lenguaje en el discurso que condujo al país a la subyugación, la mediocridad y el estancamiento, es obvio que el cambio continuará, que la renovación es indetenible y que se imprimirán nuevos valores a la vida del pueblo. Las revoluciones oxigenan la historia y los nuevos valores son una necesidad para remozar la existencia de la humanidad.
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