La oposición lucha por mejorar su optimismo. Limitan su confianza las reiteradas derrotas a lo largo del gobierno de Chávez; el planteamiento de una política convincente; la ausencia de liderazgo propio, la gran mayoría de sus líderes provienen de la IV República, muy conocidos, y algunos nuevos titilan con el mismo brillo deslustrado de sus congéneres. Tales deficiencias y limitaciones la imposibilitan a una lucha honesta entre iguales y recomienda la utilización de cualquier medio destructor, como la mentira y el descrédito, como sistema de lucha. De ahí la inmensa campaña para tergiversar la realidad, lo que parece rendir frutos si tomamos en cuenta el desgaste oficial que se observó en las últimas elecciones. Sin embargo, la continuación de ese desgaste no depende exclusivamente de la voluntad e iniciativa de la oposición. Hay otras realidades que pueden determinar el futuro.
Para las elecciones presidenciales en 2012, la oposición carece de una figura sólida, con un background medianamente sobresaliente y en su generalidad sin mucho brillo ni dotado de una ideología clara, moderna, con contenido social y con un pueblo que, si parcialmente es susceptible a la mentira de los medios de información, no es tan torpe como para entregar su destino a una oligarquía, que ya conoce por haber dilapidado la riqueza del país en beneficio propio y de haber desarticulado sus instituciones.
Por lo tanto, el candidato de la oposición se confrontará con un político avezado en el quehacer nacional, honesto, con un ejemplar coraje y un pensamiento social avanzado que como Presidente ha alcanzado grandes logros que se pueden constatar si analizamos desapasionadamente su obra. Se puede afirmar que en el campo internacional ningún político venezolano ha tenido la estatura intelectual, ni ejecutado una política nacionalista como el presidente Chávez.
La confrontación se dilucidará entre unas falsas estulticias que diariamente vuelcan sobre el Gobierno los medios de información y la oposición y un discurso que desvela un nuevo país, donde la política fundamental está dirigida al cambio del hombre venezolano y el fortalecimiento de un país libre y soberano.