Me levanto temprano a preparar el café. De pronto escucho ruido en la sala. Es mi pequeña, quien mientras se estruja los ojitos me reclama que la noche anterior llegué tarde y no me pudo contar sus experiencias del día. Yo me disculpo y le respondo que tiene razón, que no tengo argumentos suficientes, pero que andaba en cosas de trabajo.
¡No importa mamita! – me dice la pequeña - con sus ojos claritos, su rostro inocente y sus labios de miel. Mi niña de cuatro añitos me responde, ¡te tengo una anivinanza mami, una anivinanza!
Yo con atención le digo: ¡Cuéntamela hija!
- Se abre el telón y aparece un avión.
Baja el telón y sube el telón y aparece un hombre- dice la niña
Yo pongo toda la atención posible y ella sigue: -Baja el telón y sube el telón y el hombre se pone un pañuelo en el brazo con la insignia de la cruz roja. Baja el telón… y termina la obra. ¿Quién es el hombre mami? ¿que será mami, qué será?
Yo le respondo con toda la seguridad del caso: ¡Un representante del cuerpo humanitario Cruz Roja, hija! ¡Un funcionario de la Cruz Roja!
¡Sí…mami…anivinaste mami…anivinaste!
Es todo.
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