A Samán
lo odia la canalla de todos los bandos políticos. Especialmente, quienes
temen a su gran competencia intelectual, política y gerencial, como
también a sus esclarecidas ideas revolucionarias. Sin lugar a duda,
Saman encarna en su figura a uno de los más fieles cuadros políticos
de la revolución que ha hecho posible la unión de la predica con la
practica. Y por eso lo odian, porque temen el ejemplo que su trabajo
irradia.
Quien
desee conocer a Eduardo Samán, búsquelo en las calles con el pueblo,
luchando contra el acaparamiento, la especulación y el sabotaje del
bandido burgués, y no en una oficina reposando sus pies sobre el escritorio
mientras los lacayos intentan hundir a la revolución.
Conocimos
a Eduardo Samán hace varios años atrás, y por simple coincidencia.
Sus sentimientos e inspiración revolucionaria, nasserista y guevarista
los descubrimos en ocasión de una invitación que amablemente nos hiciera
a su cálido y muy modesto hogar, al que fuimos convocados con motivo
de una pequeña reunión política. Sobre su pequeño escritorio que
ocupa la sala de su apartamento, descubría un libro de imágenes de
Gamal Abdel Nasser junto Ernesto Che Guevara. Capturados en nuestra
atención hacia el libro, Samán nos comentaba, muy animado, sobre la
amistad y reciproca admiración que existía entre los grandes Nasser
y el Che. Y agregaba, que el Coronel Nasser había reencarnado, por
suerte, ahora en Latinoamérica, hoy más convencido y firme que nunca.
Se refería, por supuesto, al Comandante Chávez.
“Los
cambios y el ejemplo comienzan por casa” -comentó Samán,
al tiempo que confiscaba los alimentos subsidiados por el Estado, robados
por un comerciante de origen árabe; destituía a varios viejos corruptos
adecos y copeyanos gusanos del INDECU y se rodeaba de jóvenes comprometidos
con la misión de la institución que dirige y por el socialismo. Juntos,
han derrotado el sabotaje de la burguesía lacaya quienes pretendía
someter por hambre al pueblo venezolano, y al aparataje del viejo burgués
burocrático ministerial (del MPPILCO) y enfrentado, valientemente,
las pretensiones de algunos quienes, por temor a su ejemplo de capacidad
y compromiso revolucionario, y utilizando su poder pretenden hundir
a Samán políticamente, aun a costa de dañar la revolución.
“Si
aun viviera el escritor Paul Tabori, tendría con ellos (la canalla)
suficiente material para reeditar nuevamente su libro titulado: Historia
de la estupidez humana” opinaba el camarada Manuel Valladares,
indignado por el bochornoso show montado en su contra por una disociada
que derramó arroz sobre el pecho de Samán y por la canalla interna
que intenta destruirlo.
Si se
quiere buscar otra persona a quien la canalla de la burguesía y la
pequeña burguesía venezolana odie por temor, además del Presidente
Chávez, ese merito hoy le correspondería, sin lugar a duda, a Eduardo
Samán. Y es que, el odio de la canalla representa, también, un
merito para el verdadero revolucionario.
Este
escrito no lo motivan sentimientos personales de amistad hacia Samán,
sino de admiración por su compromiso y trabajo. La revolución bolivariana
necesita muchos Samán.
¡Honor a quien honor merece!