Los servidores públicos socialistas son aquellos que conocen su misión y saben que sus conocimientos están al servicio del pueblo. La sociedad socialista tiene como eje central el hombre nuevo. Ese hombre nuevo en permanente proceso de transformación y portador de una nueva ética que pone de manifiesto en cada acción con su conducta para seguir más allá de los valores materiales hacia los bienes espirituales del amor objetivo y meta del servidor público socialista.
Debemos convencernos de que esa formación del servidor público con alma, corazón y conciencia socialista es un proceso largo, un proceso continuo de nacencia al hombre nuevo en tanto muere de a poco al hombre viejo. El Che, modelo de hombre nuevo, estaba consciente de este itinerario, de este éxodo por el desierto hacia la "tierra prometida" y decía que "la formación del hombre nuevo y el desarrollo de la técnica son los dos pilares de la construcción de la nueva sociedad…", vale decir, la técnica en el ejercicio eficaz de las responsabilidades y la espiritualidad socialista para que esa técnica esté siempre al servicio del pueblo.
Es imposible alcanzar la sociedad nueva sin esa conciencia. No es suficiente con el ordenamiento y desarrollo de las fuerzas productivas, se hace imprescindible la conciencia socialista. La conciencia convertirá en natural y fluida la calidad del servicio como elemento inseparable de la razón de vida. La conciencia es la que hace posible que se resuelva la contradicción indudable del hombre satisfecho en lo personal mediante el servicio al colectivo sin que lo perturben las urgencias de sus propios intereses.
La calidad del servicio se torna así en una obligación para el servidor público socialista simplemente porque esa actividad satisface la necesidad del pueblo, y ese pueblo significa el fin último de todos sus desvelos. Ha de internalizarse el doble carácter del trabajo en la administración pública donde no debe existir el dilema entre trabajo individual o privado y trabajo social tal como existe en el capitalismo. El trabajo personal se convierte así en trabajo para el colectivo en contribución a las necesidades sociales eje y razón fundamental del ser socialista.
Una sociedad nueva exige la creación de un hombre nuevo que la protagonice, una nueva conciencia de lo social que se coloque por delante de lo individual. El trabajo como servicio, entrega y realización plena es el instrumento más eficaz para hacer ese hombre nuevo. Un hombre nuevo que en esencia tiene que ser solidario, generoso, humano y fraterno; un hombre capaz de ver en todos a sus hermanos y amarlos como a sí mismo y por tanto, un hombre que sabe más para servir mejor, sin tolerarse mediocridades, exigiéndose a sí mismo la excelencia. Un hombre que sea capaz de vivir como piensa y más aún de vivir como sueña.
Siguiendo una propuesta de un compatriota oriental nos atrevemos a proponer la MISIÓN SERVIDOR PÚBLICO, como un modo urgente de atender esta grave deficiencia. Formación ideológica, capacitación y excelencia para ser eficaces engranajes en la construcción del socialismo. ¡Dejarlo para mañana podría ser tarde!
Nuestras primeras necesidades.
¡VENCEREMOS!